Una planta, en una maceta. FOTOLIA

Las plantas tienen olfato

Son capaces de percibir olores y emitir mensajes en forma de fragancias. Esta facultad es, ante todo, un factor de supervivencia

Jueves, 8 de diciembre 2022, 00:54

¿Es el olfato el más olvidado de nuestros sentidos? Si no lo es, está cerca de ello. A reducir esta ignorancia se ha dedicado con denuedo Bill Hansson, director del Departamento de Neuroetología Evolutiva del Instituto Max Planck de Ecología Química, un científico que ... ha llegado a la conclusión de que el olfato es un refinado sistema de supervivencia.

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Los bebés, por ejemplo, despiden un olor dulzón y agradable que induce a la serenidad, circunstancia que ha permitido a los recién nacidos a lo largo de la historia evitar ser presas de los adultos más agresivos. Al ser percibidos como seres amistosos, las criaturas recién alumbradas han salvado el pellejo de ataques de los ejemplares más violentos.

Bill Hansson es el autor de 'Cuestión de olfato' (Crítica), un ensayo que recopila historias sorprendentes sobre el mundo de los olores y de cómo el olfato es un sistema de comunicación al traducir mensajes químicos codificados. Hansson, que ha dedicado su vida a investigar cómo las plantas y los insectos se comunican a través del olor, ha demostrado que el olfato es un sofisticado medio para que las especies animales se reproduzcan. Un ejemplo perfecto son las polillas macho, que siguen el rastro del olor que las hembras despiden en proporciones homeopáticas, lo que las convierte en los seres vivos con mejor olfato de todo el reino animal.

Como las hormonas

Más sorprendente resulta conocer que también las plantas son capaces de oler y emitir mensajes en forma de fragancias. Pese a carecer de nariz y orificios nasales, los vegetales parecen disponer de un mecanismo que percibe ciertas referencias químicas. A riesgo de atribuir a las plantas propiedades humanas, circunstancia de la que es preciso huir, sí que se puede afirmar que las sustancias volátiles que producen las especies vegetales pueden funcionar como mensajeros químicos internos, como lo hacen las hormonas. Un estudio planteó que cuando algunas ejemplares del tabaco sufren un ataque de herbívoros, se desata una especie de alarma y se despliega «un incremento considerable de la resistencia de las demás plantas frente a esos mismos atacantes».

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El olfato ocupa un lugar prominente en la fisonomía humana porque es de vital importancia: detecta posibles peligros, aunque también disecciona los delicados matices del placer oloroso. Ambas cosas comparecen en la lactancia materna. El aroma que exhala la piel alrededor de los pezones femeninos desencadena en los bebés un mecanismo el reflejo de succión. Y es que los recién nacidos perciben el olor que emiten las areolas de cualquier mujer, no necesariamente de la madre.

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