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Una mujer recorre el centro de Ampudia, en la pintoresca y desolada Tierra de Campos.
Un plan para la España que agoniza

Un plan para la España que agoniza

Emergencia nacional ·

La mayoría del Congreso respalda por primera vez un pacto para rescatar a las regiones sumidas en el abandono, despobladas y más envejecidas, donde el coronavirus ha causado estragos

Domingo, 12 de julio 2020, 00:48

Cuesta en los tiempos que corren encontrar una causa que concite la casi total unanimidad de sus señorías en el Congreso. Pero es lo que ocurrió días atrás con motivo del debate planteado por Teruel Existe, desde las últimas elecciones el rostro de la España despoblada. 295 síes y 52 abstenciones (Vox) respaldaron la urgente adopción de medidas para corregir un desequilibrio territorial endémico, cuya manifestación más evidente es el abandono en que está sumido el 53% del territorio nacional, una vasta extensión que apenas concentra el 15% de la población. Un plan de reactivación que deberá estar listo el próximo 1 de enero para aspirar a ayudas comunitarias, pero que va más allá, al incluir el compromiso de los firmantes por alcanzar un Pacto de Estado para rescatar un medio rural condenado al vagón de cola y en el que la pandemia del coronavirus ha causado estragos.

Una preocupación que comparten los presidentes de Castilla y León -el popular Alfonso Fernández Mañueco-, Aragón y Castilla-La Mancha (los socialistas Javier Lambán y Emiliano García-Page, respectivamente), que esta semana pasada se reunían para instar al Gobierno a que declarase Soria, Cuenca y Teruel 'zonas desfavorecidas', en un intento por recabar financiación extraordinaria, ventajas fiscales y ayudas a empresas condenadas al ostracismo.

El abandono es el común denominador de amplias zonas del país y sus efectos se notan en todos los ámbitos, desde el educativo al sanitario, como se ha demostrado durante la cuarentena. A menudo todo comienza con el cierre de un cajero, que obliga a los vecinos a recorrer largas distancias para algo en apariencia tan simple como llevar dinero en la cartera. Que el colegio, el geriátrico o el cuartelillo de la Guardia Civil estén a 30 kilómetros de distancia no contribuye, precisamente, a fomentar el arraigo.

En Mota de Judíos, Burgos, el tiempo parece haberse detenido..

Por no hablar del centro de salud, o en su defecto el consultorio dotado con lo imprescindible que cierra los fines de semana. El Covid ha causado estragos en un territorio donde los vecinos a menudo tienen que cubrir largas distancias para someterse a un análisis de sangre. Tomemos como ejemplo Duruelo de la Sierra, en Soria, donde los escasos 1.100 vecinos que quedan después de que la última crisis enterrara la industria local del mueble han puesto rostro a una tragedia ante la que se han sentido solos. «Trece han muerto en apenas cuatro meses, cuatro el mismo día», relata su alcalde, Alberto Abad, que también cayó enfermo. «Lo cierto es que nos vinimos un poco abajo», admite. No son los únicos. En Cabrejas del Pinar, a 31 kilómetros, la lista de muertos ascendió a 9, relata Eusebio, «once días ingresado».

Unos y otros tenían que desplazarse a Soria, que está a 53 kilómetros, para recibir una asistencia que no siempre era posible por falta de ventiladores mecánicos. La situación se tornó tan dramática que despertó la solidaridad en Madrid, Valencia, Sevilla o el País Vasco, donde hicieron de la necesidad virtud y colaboraron enviando equipos de los que tampoco ellos estaban sobrados.

Una llamada de socorro cuyo eco llegó hasta Elon Musk, el magnate de Tesla, que colaboró con el envío gratuito de respiradores, que aunque aquí no se pudieron aprovechar permitieron aliviar las carencias en Burgos o en el mismísimo Ifema de Madrid.

Financiación estable

Privados a menudo de fibra óptica, la pandemia ha puesto de manifiesto la dificultad, por ejemplo, del teletrabajo, colocando a muchas empresas de este medio rural en situación de desventaja. Otro problema es la falta de vivienda que tienen todas estas áreas abandonadas. Suena a paradoja, pero es así. Aunque las personas se han ido, las casas siguen teniendo dueño, así que no hay un mercado de alquiler ni de compraventa que permita asentarse a muchos de los emprendedores que quieren volver a los pueblos para trabajar desde allí.

Según el Centro de estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona, a principios del siglo XX uno de cada cinco habitantes de España, cuatro millones de personas, residían en municipios que en 2016 tenían menos de 1.000 vecinos. Ahora, esa población se ha reducido a la tercera parte y sólo representa el 3% del total. Su densidad es de 7,3 habitantes por kilómetro cuadrado, cuando la media nacional son 92. «Un vasto mundo vacío en el interior de la Península», describe el investigador Joaquín Recaño.

«Todos sabemos que este problema ni se ha producido en poco tiempo ni se arreglará de la noche a la mañana. Por eso urge que todos los partidos, estén o no en el Gobierno, coincidan en la necesidad de arbitrar una financiación estable, con independencia de las veleidades de quien esté en cada momento en el Gobierno». Tomás Guitarte, el solitario portavoz de Teruel Existe, se ha propuesto aprovechar la situación ventajosa en que le ha puesto el desquiciante juego de alianzas que preside la política española. «De lo que se trata es de cohesionar y vertebrar el país, hacer valer el principio de que el Estado tiene que estar igual de presente para un ciudadano de Cuenca que para uno de Madrid».

Una crisis como la que vivimos no parece el mejor momento para emprender más sacrificios. Pero Guitarte envida. «No es un problema sólo de las áreas deprimidas, sino de todo un país que sale empobrecido al no aprovechar recursos a su alcance. Es posible y ya se ha hecho. Alemania se encontró con dos situaciones de desarrollo económico opuestas cuando se unificaron el Este y el Oeste, destinó el 7% anual de sus impuestos a corregir ese desfase y 30 años después es una realidad. Nosotros nos hallamos ahora ante dos Españas, no las de Machado, sino una que es hija del desarrollo, y otra para la que ese mismo desarrollo ha pasado de largo».

Sea como fuere, para muchos de estos pueblos cualquier intervención, por ambiciosa que sea, llega ya tarde. Así lo ve también Sergio del Molino, autor de 'La España vacía', para quien «la historia de los pueblos abandonados es la crónica de una desconfianza. Como países extranjeros el uno del otro, por mucho que la España urbana no se entienda sin la vacía; que los fantasmas de la segunda habiten en las casas de la primera».

Tiermas, en Zaragoza, condenada al construirse el pantano de Yesa..

La brecha es abismal. Joaquín Recaño lo describe a la perfección cuando dice que Soria, Teruel y Cuenca forman un 'Triángulo de las Bermudas' sólo comparable en Europa a Laponia. ¿Por qué aquí ese proceso se ha exacerbado? «Partimos de un país más pobre -destaca Del Molino-, que se ha industrializado más tarde y que registró el último éxodo rural durante una dictadura que no se preocupó de tomar medidas que atenuaran ese fenómeno. Mientras Francia o Alemania tenían una agricultura próspera, aquí era de subsistencia, y eso ha dejado cicatrices en el paisaje».

El asunto es terreno abonado para el debate, empezando por el de si es mejor hablar de una España vacía o vaciada, término este último al que recurre Tomás Guitarte para explicar un expolio derivado de las decisiones políticas del Estado, «que es quien decide por dónde van las infraestructuras o dónde se levantan los polos de desarrollo». Del Molino, sin embargo, no lo comparte. Opina que «desde un punto de vista militante son muy útiles los culpables, porque te dan una razón por la que luchar». Pero la realidad, dice, es más compleja. «La emigración a Latinoamérica, el empobrecimiento... son hechos históricos que ocurren sin que nadie apriete un botón ni pueda hacer nada por evitarlos».

Inversiones mal enfocadas

Es más, a menudo se dice que no se ha hecho nada por evitar la despoblación. Del Molino interviene de nuevo para negar la mayor y recuerda las «ingentes cantidades de recursos que se han destinado desde que España entró en la UE en forma de fondos FEDER, pero que se han invertido mal». Para Guitarte, estas ayudas puede que hayan servido para acercar a España a los estándares europeos, pero han acentuado las diferencias entre zonas desarrolladas y las que no lo están. ¿Cómo? «Desviándolas, por ejemplo, para construir el AVE que, en un país radial como es éste, ha dejado grandes extensiones fuera de juego». El plan de reactivación puesto en marcha tiene tarea por delante.

En este escenario, la alerta sanitaria ha llevado a girar la vista al medio rural, como si el confinamiento hubiera hecho más inhabitables unas ciudades que siempre han cargado con la etiqueta ingrata de la contaminación o el estrés. Así lo asegura Eva Puentes, politóloga y socióloga, reciclada en tareas de blogger. Desde la página 'Puebleando', comprometida con que estos núcleos vuelvan a generar riqueza, creen empleo y estabilicen así su población. «Si algo carece de visibilidad, sencillamente no existe. Y es un problema que no afecta sólo a las aldeas o los núcleos pequeños; también a cabeceras de comarca o a capitales pequeñas como Zamora, Soria o Guadalajara. Por supuesto que el turismo no es la solución más allá de los meses de verano, pero suma».

Emigran más mujeres y el 40% de los hombres se quedan solteros

Esa España desolada que describe Sergio del Molino en su libro 'La España vacía' es un espacio masculinizado y en una fase de envejecimiento acelerado, a lo que contribuye una esperanza de vida por lo general alta. También la marcha de los jóvenes, en particular las mujeres. Y ése es otro reto que debe abordar el plan de intervención que debe salir de la iniciativa apoyada en el Congreso por todos los partidos menos Vox.

«Tomemos como ejemplo Castilla y León -ilustra Joaquín Recaño-, un área con un elevado nivel de formación académica. Si esta gente que estudia luego no tiene posibilidades de desarrollar sus habilidades, no le queda otra que acabar emigrando. Y la mayoría lo hacen a Madrid, que es ahora el mayor núcleo de absorción de titulados universitarios, seguido de Barcelona o Valencia.

Este escenario ha hundido en las zonas rurales los índices de natalidad, hasta situarlo en muchos sitios incluso por debajo de un hijo por mujer. «Son áreas donde la soltería se ha disparado sencillamente porque no había mujeres en el pueblo. Estas escogen abandonar el medio rural porque es una vida esclava, a menudo de doble jornada. Al trabajo del hogar se suma la explotación agraria, en especial si el entorno es ganadero, levantándose a ordeñar antes de que salga el sol, así los 365 días del año, no importa que haya tareas automatizadas». ¿Y la igualdad de género dónde queda? «Ese es un concepto que en el campo siempre ha sido difícil de lograr», advierte el experto.

El panorama no invita precisamente al optimismo. «Hablamos de zonas con un 50% más de hombres que de mujeres, muchas de las cuales no tienen interés en buscar pareja porque los que quedan no son los más apetecibles o son ya muy mayores» (en las zonas más deprimidas el 45% de los varones superan los 65 años). Este desequilibrio produce niveles de soltería importantes, que se traducen en generaciones donde entre el 30% y el 40% no se casan.

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