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David S. Olabarri
Viernes, 3 de mayo 2024, 07:25
Mohamed era lo que en Marruecos se conoce como 'wlad ihram', que quiere decir hijo del pecado en árabe dialectal. Se les llama así a los hijos nacidos fuera del matrimonio. El padre de este joven, que estaba casado y con hijos, se separó y ... tuvo una relación con su madre, que entonces tenía 16 años. Parte de las familias se mostraron radicalmente en contra de aquel encuentro. La mujer fue repudiada y volvió a casa de su madre. Mohamed (nombre ficticio) acabó siendo acogido cerca de Casablanca por dos parientes lejanos, que tampoco podían adoptarlo oficialmente.
El problema de los hijos concebidos fuera del matrimonio en Marruecos es más recurrente de lo que puede parecer. La ley de este país dictamina que este tipo de nacimientos son fruto de un «acto sexual ilegal». Y las madres y sus niños son señalados por parte de la sociedad y sufren rechazo y discriminación. De hecho, hay varias asociaciones que se dedican a ayudar a estas mujeres.
La familia adoptiva de Mohamed, que ahora tiene 33 años, le echó de casa en cuanto pudo valerse por sí mismo. Reconoce que, cuando empezó a crecer y tener conciencia, sintió un profundo rechazo hacia este tipo de normas, que él relaciona directamente con las costumbres islámicas. En Marruecos trabajaba como soldador y dejó muy pronto de celebrar el Ramadán, el mes sagrado del Islam.
Explica que en su país ya sufrió bastantes problemas porque no ocultaba su rechazo a estas costumbres, pero ha sido aquí la primera vez que ha sido agredido por este motivo. Mohamed no habla bien castellano y acude a la entrevista con Miguel, un vecino de Bilbao al que conoce desde hace meses y que le está ayudando con la denuncia. Mohamed insiste en que se marchó de Marruecos buscando un futuro distinto en todos los ámbitos.
Llegó a Bilbao hace apenas 15 meses. Tampoco está siendo una etapa fácil para él. Ha pasado muchos días durmiendo en la calle y en albergues de los servicios sociales. Quiere trabajar de soldador, pero necesita realizar cursos, y de momento subsiste como puede: vendiendo chatarra, rebuscando comida y cosas para vender en los contenedores...
Lo que no esperaba era lo que le ocurrió el pasado 22 de marzo, apenas 11 días después de que diese comienzo el periodo de ayuno. Estaba alojado en un recurso de urgencia. Allí comía cuando le apetecía y no ocultaba que no cree en la religión. Su actitud no gustó a algunos de sus compatriotas. Pero la tensión estalló un día en el que apareció en las inmediaciones del centro después de haberse tomado unas cervezas. Fue entonces -según relata- cuando uno de ellos se tomó su actitud como un insulto y comenzó a llamarle «judío» y a golpearle «sin parar».
Mohamed fue conducido al hospital con varias lesiones, sobre todo en la cara. Lo peor -relata- es que después de la agresión comenzó a sufrir el «rechazo» de muchos de sus conocidos y tampoco se ha sentido «protegido» en los centros sociales a los que ha acudido.
El pasado 18 de abril volvió a ser agredido en el entorno de Atxuri. Esta vez -dice- ocurrió sin motivo aparente. Otro sujeto le reconoció por la calle, le insultó y le golpeó. Le causó lesiones en un oído. Hasta su amigo con el que solía vender objetos en mercadillos le ha confesado que le han dicho que lo mejor es que no se relacione con él. «Para los que me pegaron soy malo porque no pienso como ellos», apunta.
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