El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, en el acto previo del 8-M, en Madrid. J.J. Guillén/Vídeo: E. P.

Sánchez: «Parte de la sociedad niega la violencia de género, incluso entre los jóvenes»

En el pregón del 8-M, el presidente de Gobierno defiende el feminismo y muestra unidad con Irene Montero, sin abordar la prostitución ni la guerra

Lunes, 7 de marzo 2022, 20:54

Llega un centenar de chicas jóvenes al acto institucional del Ministerio de Igualdad para el 8-M. De largo cabello uniforme o rapado en los costados. Se espera a Irene Montero. Pero también a Pedro Sánchez, que no figuraba en el programa inicial. 'Selfies' y ... luz morada. Mientras tanto, en otra parte de Madrid se reúne la Confluencia feminista que ha convocado una manifestación paralela, en la que no se plegará el PSOE, cuyo portavoz dijo que irían donde siempre.

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La voz disonante del día, Carmen Calvo, defenestrada tras su oposición frontal a Montero pero todavía presidenta de la comisión de Igualdad en el Parlamento, pidió horas antes abolir la prostitución en Televisión Española, para evidenciar la fractura entre los movimientos feministas. Las «clásicas» y las «posmodernas». Con aquello del partido de la guerra de trasfondo también, el pregón del 8-M sirve para escenificar la solidez del Gobierno. «Querida Irene», le saludará él al empezar su discurso. Cuando llega Sánchez, ocupa su asiento, se deja ver el vídeo de la campaña de Igualdad. Luego vendrán también «algunas de las mejores cómicas» en sendos monólogos.

Salud menstrual

La directora del Instituto de la Mujer presenta a «la principal responsable de que las feministas se abran paso». Montero sube al estrado. Hay una ovación de un minuto.

«Quiero agradecer al presidente de Gobierno que esté aquí en estos días difíciles para demostrar que las políticas públicas feministas son políticas de Estado», empieza la ministra. «El feminismo es lo mejor que le ha pasado a este país. Que nosotras podamos vivir una relación libre de violencias, sin miedo y sin culpa, valoradas en la diversidad de nuestros cuerpos, sobre los que podamos decidir».

La ministra enumerará los puntos fuertes de la agenda, en esta intervención y luego durante un coloquio con las artistas invitadas: garantizar el aborto en hospitales públicos, la «salud menstrual», una democratización del uso de los anticonceptivos «que recae siempre en las mujeres», las políticas de conciliación, relaciones basadas en «los buenos tratos» sin violencias machistas. Desaparece, al menos esta vez, tanto la regularización de la prostitución como los derechos identitarios del colectivo trans, que tanta fricción causa con los socialistas.

Terror inasumible

Entre su discurso y el de Sánchez transcurren dos monólogos. «Soy feminista y heterosexual», dice una de ellas. «Es lo peor que le puede pasar a una feminista. Porque terminas arrodillada ante el patriarcado».

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Sánchez escucha en primera fila, sube al estrado del que no se bajará hasta la «foto de familia» al lado de Montero. «Mañana las calles de nuestro país se llenarán de mujeres reivindicando sus derechos y libertad». Hace un repaso por las activistas españolas de los dos últimos siglos. «Desde todos los ámbitos los movimientos y asociaciones de mujeres lucharon para que se transformara la estructura hegemónica y patriarcal. Así pudimos legislar permisos remunerados, protección frente a la violencia de género, donde damos pasos importantes con la 'ley del sí es sí... Los avances suceden pero queda mucho camino por hacer. Seguimos teniendo ejemplos de desigualdad».

La principal deuda pendiente es la violencia machista. «Nuestra sociedad sigue conviviendo con este terror absolutamente inasumible», mantiene Sánchez. «Hay una parte de la sociedad que niega la violencia de género, incluso entre los jóvenes, y es lo que más nos preocupa. El negacionismo de la violencia y la violencia misma no son fenómenos aislados».

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«La cultura de la igualdad sólo se puede consolidar con políticas públicas con perspectiva de género», prosigue. «Más mujeres en el poder no es sinónimo de más igualdad. Lo que nos convierte en un gobierno feminista es que hacemos políticas feministas. Lo transformador es convertir el feminismo en transversal, incluso con los fondos europeos». Recordó que el Ministerio de Igualdad tiene una partid «récord» de más de 500 millones de euros. «Avanzamos sin duda pero no podemos baja la guardia ni un instante porque cuando hay acción hay reacción. Hay personas, sobre todo hombres, que sienten atacado su 'status quo' pero no pararemos hasta que esta sociedad sea libre, justa, igualitaria y sin violencias machistas».

Cuando termina Sánchez, una mujer del público alza la voz para pedir que se piense también en las trabajadoras del hogar. Otro tema pendiente.

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