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Los pediatras han decidido dar la voz de alarma. El abuso generalizado entre niños y adolescentes españoles de la televisión, el móvil o la tableta se ha convertido en los últimos años en un auténtico factor de riesgo que expande el sobrepeso.
Si añadir conductas ... que fomenten este grave problema de salud ya es peligro suficiente a combatir por instituciones, familias y especialistas, lo es más todavía en el país que comparte con Italia y Chipre el dudoso honor de liderar el ranking europeo de obesidad infantil.
Las investigaciones específicas son aún escasas, pero las que hay apuntan a que abuso de pantallas y aumento del sobrepeso y la obesidad son vasos comunicantes. Como explica la Asociación Española de Pediatría, que reúne a 12.000 especialistas de centros de salud y hospitales, existen evidencias de que a más horas ante móviles o televisores corresponde siempre un aumento de peso, además también de una mayor tendencia al aislamiento social, las conductas adictivas o la depresión.
Los vínculos de este hábito pernicioso con la obesidad son fundamentalmente dos. En primer lugar, los menores que se exceden con las pantallas tienden a tener una vida sedentaria y a reducir sus relaciones sociales y su actividad física. Pero, sobre todo, el abuso ante los dispositivos electrónicos va acompañado de una ingestión excesiva de comida y, en especial, de productos insanos, ricos en grasas saturadas o azúcares y ultraprocesados.
Está comprobado que durante esas horas se reducen las señales biológicas de saciedad (se come sin necesidad) y hay una enorme exposición de los niños a la publicidad de alimentos poco saludables. De esta manera, el abuso de pantallas fomenta dos de los factores tradicionales que conducen a la obesidad (sedentarismo y alimentación insana) y, según investigaciones recientes, podría añadirse también un tercer agravante, la falta regular de horas de sueño.
Los pediatras alertan de su cada vez mayor convencimiento sobre la consolidación del nuevo factor de riesgo, pero sobre todo lo hacen desde la constancia y la preocupación de que se trata de un hábito tan peligroso como generalizado entre los menores españoles.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene muy claro los numerosos daños que provoca el abuso de pantallas en la infancia y por eso aconseja a las familias que no permitan que sus hijos pasen más de dos horas diarias ante los dispositivos.
Una recomendación desde luego ignorada por los padres españoles, que tampoco hacen caso al aviso de los expertos que argumentan que ningún joven debería tener un 'smartphone' antes de los 14 o 15 años. Los últimos estudios realizados concluyen que dos de cada tres niños y adolescentes españoles superan el tope diario dedicado a mirar móviles y televisores marcado por la agencia sanitaria de la ONU y que durante los fines de semana lo rebasan ocho de cada diez.
No solo lo superan, sino que en la mayoría de los casos lo duplican. La media diaria de conexión a pantallas entre los chicos españoles de 8 a 16 años oscila entre las tres horas y media de las jornadas escolares de entre semana y las casi cinco horas que pueden invertir en esta actividad las sábados o domingos. Pero si el dato ya es malo la tendencia aún es peor, pues el abuso horario ante televisores y teléfonos inteligentes va cada vez a más, sobre todo entre las chicas.
Con esta radiografía no extraña que los expertos defiendan que el problema de salud tiene en España unas proporciones «inaceptables». Uno de cada tres menores españoles padece sobrepeso u obesidad y, pese a las medidas y campañas adoptadas, la proporción está estancada desde 2019. La obesidad ya es la enfermedad crónica con más prevalencia entre los jóvenes, algo muy grave porque es factor determinante en la hipercolesterolemia, diabetes o la hipertensión entre otras patologías graves que con el paso de los años engloban la mayoría de las principales causas de muerte de los españoles.
Los pediatras tienen claro que la solución no es apagar la tecnología -que tiene muchas ventajas para los jóvenes- sino convencer a las familias que inculquen su uso racional y, sobre todo, reclamar a las autoridades que tomen medidas para evitar la fácil llegada a los menores de la publicidad de alimentos insanos.
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