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Darío Menor
Roma
Domingo, 5 de abril 2020, 13:00
En una basílica de San Pedro vacía y adornada con un humilde olivo y unas pocas plantas, el papa Francisco presidió hoy desde el altar de este templo centro de la cristiandad la misa del Domingo de Ramos, con la que empiezan los oficios ... de la Semana Santa más difícil y desnuda para los católicos, pues no habrá procesiones en las calles ni se podrá asistir a las iglesias para participar en las liturgias en muchos pa en serio «lo que cuenta» y no perderse «en cosas insignificantes», para «redescubrir que la vida no sirve, si no se sirve». Puso como ejemplo a seguir a «los verdaderos héroes que salen a la luz en estos días». No se trata de personas que tienen «fama, dinero y éxito», sino de aquellos «que se dan a sí mismos para servir a los demás». Propuso a los católicos que «contacten al que sufre, al que está solo y necesitado» y no piensen tanto «en lo que nos falta, sino en el bien que podemos hacer».
La Santa Sede hace ya más de un mes que decidió evitar las aglomeraciones en las ceremonias religiosas para intentar frenar los contagios. Por eso el Papa dirige desde entonces el rezo del íses. La Eucaristía fue retransmitida en directo por la Santa Sede a través de Internet, como ocurrirá con el resto de las ceremonias de la Pascua que el Pontífice tendrá que presidir sin apenas feligreses debido a la pandemia del coronavirus. Sólo una docena de fieles bien alejados en sus bancos pudieron asistir a la misa de hoy en la basílica vaticana.
En su homilía, Jorge Mario Bergoglio invitó a que el «drama que estamos atravesando» sirva para tomarseÁngelus del domingo y las audiencias generales de los miércoles desde el interior de la biblioteca del Palacio Apostólico. Es una consecuencia más de la pandemia, ante la que «tantas certezas se desmoronan», como dijo el Pontífice en su homilía de la misa del Domingo de Ramos. «Frente a tantas expectativas traicionadas, con el sentimiento de abandono que nos oprime el corazón, Jesús nos dice a cada uno: 'Ánimo, abre el corazón a mi amor'».
Francisco reconoció que en ocasiones «puede parecer un vía crucis» amar, rezar, perdonar y cuidar a los demás, tanto en la familia como en la sociedad. «Pero el camino del servicio es el que triunfa, el que nos salvó y nos salva la vida», insistió, para animar a los jóvenes a que tengan como referentes hoy a quienes se «juegan la vida» ayudando a los demás. En su homilía, el Papa también habló de las «traiciones pequeñas o grandes» y cómo tiene un efecto «terrible» cuando se descubre que la confianza depositada en una persona ha sido defraudada. «Nace tal desilusión en lo profundo del corazón que parece que la vida ya no tuviera sentido».
La misa del Domingo de Ramos concluyó con la oración del Ángelus, en cuya introducción Francisco tuvo de nuevo palabras de ánimo para los enfermos, sus familiares y quienes les curan «con tanta abnegación». También invitó a los jóvenes a «cultivar y a testimoniar la esperanza, la generosidad, y la solidaridad de la que todos necesitamos en este momento difícil». Recordando que este lunes se celebra la Jornada Mundial del Deporte por la Paz y el Desarrollo, Bergoglio destacó finalmente que en este momento en el que tantos eventos están suspendidos pueden emerger los «mejores frutos del deporte: la resistencia, el espíritu de equipo, la fraternizar y el dar lo mejor de sí».
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