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«Como ven, estoy vivo». Durante una audiencia el pasado jueves en el Vaticano con los participantes de un seminario sobre ética sanitaria, el Papa Francisco dio muestras de que no pierde el humor a pesar de sus problemas de salud. Desde hace ya una semana el Pontífice arrastra lo que, según el portavoz vaticano, en principio no era más que «una ligera gripe», aunque luego el propio Jorge Mario Bergoglio se encargó de aclarar que se trata de «una bronquitis muy aguda e infecciosa», de la que se está tratando con antibióticos por vía intravenosa, además de otros fármacos.
A punto de celebrar los 87 años de edad (nació el 17 de diciembre de 1936), el Papa ha tenido que renunciar a viajar este fin de semana a Dubái, donde tenía pensado participar en la conferencia internacional sobre el clima, la COP28, debido a esta gripe, que le ha provocado una inflamación pulmonar. Este nuevo problema de salud ha generado inquietud entre los católicos por los achaques cada vez más frecuentes que sufre Francisco, cuando están ya cerca de cumplirse los 11 años desde que fue elegido obispo de Roma (13 de marzo de 2013). Bergoglio, en cualquier caso, no parece tener intención de renunciar al pontificado porque, como repite cada vez que se le pregunta por esta cuestión, «se gobierna con la cabeza» y la suya sigue a pleno rendimiento.
Esta gripe es el tercer problema de salud del Papa en lo que llevamos de año, aunque en esta ocasión por el momento ha evitado la hospitalización, lo que no ocurrió con las dos crisis anteriores. La primera tuvo lugar a finales del mes de marzo, cuando tuvo que pasarse tres días ingresado en el Policlínico Gemelli de Roma debido a una bronquitis. Al salir del centro médico se dirigió a los periodistas que le esperaban con la misma broma del pasado jueves: «Todavía sigo vivo».
En junio a Francisco le tocó volver al Gemelli para someterse a una operación con anestesia general para tratarse de una hernia incisional incarcerada que le provocaba obstrucciones intestinales «recurrentes, dolorosas y cada vez más graves», según informó entonces el Vaticano. Aquella intervención estaba relacionada con la operación que se le realizó en julio de 2021, cuando un cirujano le extirpó 33 centímetros del colon por los problemas que sufría en el aparato digestivo, en particular, una «estenosis diverticular grave con signos de diverticulitis esclerosante».
El Pontífice arrastra además desde principios del año pasado problemas de movilidad debido a los dolores que sufre en la rodilla derecha, lo que le obligó a retrasar el viaje que tenía previsto realizar a Sudán del Sur y República Democrática del Congo desde julio de 2022, cuando estaba inicialmente previsto, hasta principios de este año. Estas dificultades a la hora de caminar han hecho que se convierta en habitual ver al Papa utilizando un bastón para caminar o incluso una silla de ruedas, cuando las distancias a recorrer son más largas.
Los dolores en la rodilla, en cualquier caso, «están mejorando», como explicó él mismo en su última entrevista, la que emitió la Rai, la televisión pública italiana, el pasado 1 de noviembre, antes de este último proceso gripal. Aclaró entonces que se encontraba «muy bien» de sus problemas en el aparato digestivo y «podía comer de todo». Para tratar de superar la actual «bronquitis aguda», Francisco está siendo seguido por un neumólogo y se han postergado o alterado algunos de los eventos de su agenda. El pasado miércoles, por ejemplo, durante la habitual audiencia general, estuvo ayudado por un monseñor que se encargó de leer la catequesis, porque él apenas tenía voz.
Un día antes, en cambio, había dado muestras de estar casi recuperado al reunirse durante más de dos horas con los alrededor de 80 obispos españoles a los que había citado en el Vaticano para analizar la situación de los seminarios. El cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, aseguró que Francisco estaba «más sano que nosotros» y que «no había tosido ni una vez» durante la larga conversación. «No está tan enfermo. La garganta y la cabeza las tiene fenomenal. Aunque el hombre sí que tiene los problemas que ya sabemos en la rodilla», comentó.
La gran incógnita ahora en el Vaticano es si Bergoglio conseguirá recuperarse plenamente para afrontar las ceremonias de la Navidad, el período litúrgico más importante del año para los católicos junto a la Pascua. Será significativo ver cómo se encuentra este viernes cuando tiene previsto acudir a la plaza de España, como cada año, para el tradicional homenaje a la Inmaculada. El frío y la lluvia que habitualmente sufre Roma en esas fechas serán una prueba más a superar para el anciano Pontífice.
Pese a los numerosos achaques de este año, Francisco ha demostrado que sigue con fuerzas y ganas para seguir liderando la Iglesia católica al realizar en los últimos meses viajes a Portugal, Mongolia y Marsella. Además afrontó en octubre la maratón de reuniones del Sínodo sobre la Sinodalidad, un evento que tendrá su segunda y definitiva etapa en octubre del año que viene y con el que trata de actualizar la respuesta de la Iglesia católica a algunos de los grandes desafíos contemporáneos, como la posición de la mujer, la acogida de los excluidos o el papel de los laicos.
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