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El Papa está viviendo esta Pascua «como puede». Lo ha explicado él mismo a su salida de la cárcel romana de Regina Coeli, adonde acudió ... poco antes de las tres de la tarde para saludar a un grupo de unos 70 presos con motivo del Jueves Santo, como lleva haciendo desde el inicio de su pontificado en 2013. El encuentro se ha prolongado durante una media hora y Francisco, debido a sus problemas de salud, no ha podido realizar el tradicional lavatorio de los pies a un grupo de detenidos. Se ha disculpado por ello diciendo que de todas maneras «quiero y puedo estar con vosotros» y que rezaba «por vosotros y por vuestras familias». El Pontífice ha saludado personalmente a cada uno de estos 70 reclusos, de diversas nacionalidades y que participan en las actividades y catequesis organizadas por el capellán de Regina Coeli. También les ha impartido su bendición y ha rezado con ellos el Padre Nuestro.
En las breves palabras que ha dedicado a los periodistas que le esperaban a la salida de esta cárcel situada en el barrio romano de Trastévere, no le ha faltado humor. Cuando le han preguntado cómo estaba, ha respondido que «sentado», pues se encontraba en el asiento del copiloto del automóvil utilitario blanco con el que ha llegado y se ha ido de la prisión. En tono más serio y con poca voz, aunque mejorada respecto a cuando salió del hospital, ha señalado después que «cada vez que entro en estos sitios me pregunto: ¿por qué ellos y no yo?». Se trata de su reflexión habitual en las múltiples visitas que ha realizado a cárceles de diversos países durante sus más de doce años de pontificado. Había una gran expectación en el centro penitenciario de Regina Coeli debido a que el Papa, de 88 años, todavía se encuentra convaleciente de sus problemas pulmonares y no estaba confirmado que fuera a poder acudir.
Cuando salió el 23 de marzo del hospital Gemelli de Roma, donde se pasó 38 días ingresado, los médicos le dijeron que tendría que pasarse «al menos dos meses» haciendo reposo. No obstante, en las últimas semanas ha realizado diversas salidas de la Casa Santa Marta, la residencia dentro del Vaticano donde debía pasar la convalecencia. Por la mañana, en cualquier caso, Francisco optó por no participar en la misa crismal que presidió en su nombre en la basílica de San Pedro el cardenal Domenico Calcagno. Este purpurado italiano leyó la homilía preparada por el Pontífice en la que le advertía a los sacerdotes que deben ser «peregrinos de esperanza para salir del clericalismo». En el texto que dedicó a los presbíteros, que el Jueves Santo renuevan las promesas de la ordenación, insistió en que los curas deben escuchar al «pueblo de Dios», incluido aquellos que están «heridos» por su relación con la Iglesia católica.
Salvo sorpresa de última hora, el Papa no presidirá las ceremonias del Triduo Pascual, en las que se conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Lo harán en su nombre distintos cardenales para las diversas celebraciones. Sí es posible que esté presente en alguna de las liturgias y que, al menos, pueda impartir su bendición 'Urbi et Orbi' desde el balcón central de la basílica de San Pedro del Vaticano el Domingo de Resurrección, con la que concede la indulgencia plenaria (perdón de los pecados) a las personas que lo escuchan. Se trata de uno de los momentos más importantes del año para los católicos junto a la Navidad y tiene lugar después de la lectura del mensaje pascual, en el que el Pontífice suele ir deteniéndose en las mayores crisis que afronta el mundo.
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