Un mantero ofrece artículos falsificados en una céntrica plaza de Granada.Antonio L. Juárez
¿Pagaría 1.000 euros por un bolso falso de Louis Vuitton?
Tendencia viral ·
'Influencers' y jóvenes alientan el consumo de imitaciones de marcas de moda de lujo en un negocio que se dispara en España, el segundo país europeo que más falsificaciones compra
No atraviesa la industria del lujo su mejor momento. Las grandes incertidumbres globales y la desaceleración del mercado chino, uno de los pilares del consumo ... mundial, han arrastrado a las grandes empresas del sector a presentar los peores resultados de los últimos años. Todas, desde Gucci al gigante francés LVMH, confían en que 2025 traiga un repunte del consumo tras dejar atrás un 2024 considerado un 'annus horribilis'.
El conglomerado propietario de Dior, Louis Vuitton, Givenchy y Loewe, entre otras enseñas, cerró los primeros nueve meses del anterior ejercicio con una caída de las ventas del 2%. Se trata del primer gran revés del negocio desde la pandemia. Sin embargo, visto con perspectiva, el impacto es todavía mayor, dado que las marcas englobadas bajo el paraguas de LVMH se han depreciado un 30% desde 2023. Las voces de alarma se expanden a una gran velocidad por el mundo del glamour. De hecho, la situación de Kering, matriz de Gucci, Balenciaga y Saint Laurent, tampoco es mucho mejor. Finalizó los seis primeros meses del pasado año facturando un 11% menos. Las ventas de Gucci, su buque insignia, se desplomaron un 20%.
Nunca el lujo brilló menos. No obstante, pese a este inquietante panorama, la industria de la moda más exclusiva sigue generando una enorme fascinación. A la población de alto poder adquisitivo le ciegan los logos de las grandes marcas al considerarlas un símbolo de distinción y diferenciación. Los españoles, que no pueden permitirse grandes dispendios, en cambio, adoran las falsificaciones. España encabeza el ranking europeo en la compra de imitaciones, solo por detrás de Bulgaria. «Muchas personas adquieren copias para ser aceptados en ciertos circuitos sociales», esgrime Silvia Dal Ben, psicóloga de Clínical Manager de Unobravo, «Según un estudio del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, el consumidor tipo de falsificaciones suelen ser personas de menos de 35 años que buscan el sentimiento de pertenencia a grupos de élite y proyectar una imagen de éxito y sofisticación».
Pérdidas de 5.700 millones
El impacto económico de esta práctica ilegal es mayúsculo. Según la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), el 20% de los españoles ha comprado productos falsificados «de forma intencionada» en los últimos doce meses frente al 24% de la población de Bulgaria. La falsificaciones generan unas pérdidas anuales de 5.700 millones de euros y la destrucción de casi 45.000 empleos directos.
Las réplicas de bolsos están cada vez más logradas.
J. García
Acabar con este mercado clandestino es cada vez más difícil. Las réplicas de relojes, bolsos, cinturones y maletines están cada vez más logradas. Se falsifica incluso la presentación del reloj cuando le llega al cliente, «lo que hace creer que se trata de un producto original. Se toman la molestia de darles números de serie», explica José Luis Gómez, inspector jefe de delitos contra la Propiedad Intelectual e Industrial de la Policía Nacional.
2,5%
del comercio mundial de la moda
corresponde a falsificaciones. Los consumidores desean estatus y reconocimiento «social como una forma de integración y validación personal con artículos de lujo, aunque sean falsos», esgrime Laura Villanueva, fundadora del centro Psicologodemadrid.
Al refinamiento de las copias se añade, asimismo, el cambio de perfil de los nuevos consumidores del falso lujo. «Gente que reputacionalmente tiene un estatus propio y que si llevara un producto falsificado de buena calidad, nadie se iba a cuestionar que lo que luce es falso», añade Gómez. Porque esa es otra. Las organizaciones criminales han adaptado su 'producción' a un cliente que busca «buenas calidades» y que «llega a pagar hasta 1.000 euros por un bolso falso de Louis Vuitton», detalla Gómez.
La venta de réplicas se impulsa, en muchas ocasiones, desde los márgenes legales del negocio, añade Judit Bussé, abogada belga experta en asuntos de propiedad intelectual. «Firmas como H&M y Zara observan las colecciones de prestigiosos creadores y las imitan, pero a menudo tan rápidamente que estos diseños es más probable que estén disponibles en las tiendas de las grandes cadenas antes que en las de los propios creadores», subraya. Mango fue condenada recientemente por el Tribunal de Apelación de París al pago de dos millones de euros en daños por las réplicas «sistemáticas» de piezas de Céline, destaca Bussé.
35
años
o menos tienen los compradores de este género. Al 54% le parece bien que otros lleven falsificaciones. El 37% admite que «las lleva o no tendría problemas en llevarlas».
La aplicación de una legislación tan laxa en poco o casi nada ayuda a una industria que ha encontrado en los 'influencers' y las redes sociales, especialmente TikTok, nuevos enemigos. Se les llama 'influyentes' de lo falso o embajadores de réplicas. Su capacidad de seducción ha calado hondo en la Generación Z tras lucir «con orgullo» las imitaciones que compran 'online'. Cientos de jóvenes exhiben sin pudor sneakers de Alexander McQueen, chaquetas de Moncler o bolsos de Bottega Veneta de pega animando a comprarlas en distintas plataformas digitales. Si las prendas auténticas oscilan entre los 500 y 6.000 euros, estas réplicas se venden en torno a los 200. Debido a la prohibición de TikTok de «publicar, compartir y enviar ningún contenido que incumpla el copyright», la compra de estas falsificaciones se canaliza a través de links ocultos que los protagonistas distribuyen en privado o vía Telegram. Gracias a la ayuda de aplicaciones chinas de imitaciones, han aumentado su facturación en más de un 25%.
'Embajadores' de lo falso
La aceptación de las falsificaciones entre los jóvenes ha alcanzado un techo que sorprende a los expertos. Según The Business of Fashion y la consultora McKinsey&Co., al 54% de los jóvenes «les parece bien que otros luzcan falsificaciones» frente a un 37% que admite que «las lleva o llevaría. Son jóvenes que exhiben abiertamente y sin tapujos copias de ultralujo, particularmente bolsos. Refleja un cambio significativo en la actitud de la Generación Z hacia las marcas y el consumo», esgrime Pedro Mir Bernal, especialista en comportamientos del consumidor. La fuerte conciencia social y ambiental les lleva a cuestionar las prácticas de la industria del lujo al percibirlas «elitistas y poco sostenibles. La autenticidad, un valor fundamental para estos jóvenes, se redefine: ya no se trata de la autenticidad del producto, sino de la honestidad personal admitir que se trata de una falsificación».
«Las bandas criminales adaptan las falsificaciones a un cliente que ahora busca buenas calidades»
José Luis Gómez
Inspector Jefe de Policía Nacional
Si bien han existido siempre, la compra de imitaciones-es la segunda actividad criminal que más lucro genera, solo por detrás del tráfico de armas-por primera vez hay una «compra orgullosa de las mismas en un entorno digital cada vez más plagado de prendas falsas. ¿Estamos ante el inicio de una revolución en la percepción del lujo o es una fase pasajera de rebelión juvenil? Solo el tiempo lo dirá», vaticina Mir Bernal. Frente a este escenario, a jóvenes e 'influencers' poco les importa la compra de prendas de dudosa calidad. «Lo importante es llevar el logo bien grande, aunque sea falso», sostiene Mir.
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