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juan cano
Enviado especial a La Palma
Sábado, 2 de octubre 2021
Las condiciones meteorológicas complican la situación en la isla de La Palma. Al proceso de inversión térmica (estabilidad en capas bajas de la atmósfera y escasa circulación del aire) de los últimos días se une ahora el fenómeno de advección sahariana, que es un desplazamiento ... horizontal de una masa de aire cálido cargado de polvo procedente del desierto.
El director del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende, explicó este sábado que, en estos momentos, sobre la isla de La Palma convergen masas de aire con diferente densidad que han formado una capa de inversión térmica a unos 600 metros de altitud, lo que constituye «una especie de tapadera» para los gases que emite el volcán y el delta de lava en el océano.
A este efecto pantalla de la inversión térmica hay que sumar que el viento alisio reinante durante la última semana ha disminuido considerablemente de intensidad y por la noche deja paso a una brisa marina que sopla hacia el interior. Para colmo, el fenómeno de advección sahariana ha supuesto un aumento de las temperaturas, lo que ha obligado a activar la alerta contra incendios. Se ha prohibido el uso del fuego en actividades agrícolas y ganaderas, se han cerrado al público todas las áreas recreativas y la red de senderos y se ha restringido el acceso a las pistas forestales.
Vídeo de dron a las 1030 tras la apertura de un nuevo foco de emisión en la fractura / Drone video at 1030 after new vent opened in the fracture zone @ES_UCL @UOBFlightLab @unipa_it pic.twitter.com/q65T157fUg
INVOLCAN (@involcan) October 2, 2021
Con este panorama, el Pevolca tuvo que ordenar la noche del viernes el confinamiento de 3.500 vecinos de varias barriadas de Los Llanos de Aridane y El Paso. El motivo fue que la colada quemó algunos invernaderos y, con ellos, los fertilizantes que los agricultores guardaban en los cuartos de aperos para abonar las plataneras. «Eso produjo un humo que evidentemente es contaminante y que no encuentra la posibilidad de difundirse porque se topa con esa tapadera de la capa de inversión térmica», detalló Morcuende.
Aunque advirtió de que la situación del viernes podría volver a repetirse, el responsable del plan de emergencias anunció ayer el cese de los confinamientos, que afectaban a 8.000 vecinos del Valle de Aridane. «Este nivel de contaminación no es excesivo. Puede provocar picor de ojos o pequeñas molestias bronquiales, pero se exacerba en personas con sistemas inmunitarios debilitados, mayores, embarazadas o niños. No vamos a confinar, sino a avisar por megafonía. Si se vuelve a repetir, pediremos que entren en sus casas y cierren puertas y ventanas», añadió Morcuende, que aprovechó para agradecer a la población el «grado de civismo» en esta crisis ocasionada por el volcán.
No obstante, las emisiones de dióxido de azufre desde el delta formado por la lava en el mar se mantienen en valores relativamente altos. El penacho emite hacia la atmósfera 2.330 toneladas diarias de este gas. Aunque los índices bajaron considerablemente respecto al jueves en todas las estaciones de medición del valle, los valores en el conjunto de la isla continúan elevados. «A las partículas de la erupción se suma ahora la intrusión de polvo subsahariano», destacó la responsable nacional de vigilancia volcánica del Instituto Geográfico Nacional, Carmen López.
El depósito de lava en el mar, que es constante, continúa produciendo nubes de vapor de agua y de ácido clorhídrico que se concentran en una zona pequeña. López, que actuó ayer de portavoz del comité científico del Pevolca, precisó que el penacho marino «no debe subestimarse, pero tampoco causar alarma». A juicio de los expertos, «hay que prestar atención al pronóstico del viento y actuar en consecuencia».
La fajana, que es la plataforma creada por la llegada de lava al mar, se adentra ya 540 metros en el Atlántico y ha alcanzado una profundidad de 35 metros. Su avance ya es más lento, dado que cada vez tiene que llenar un vaso de agua mayor (la pendiente ronda el 5%), aunque se aproxima al talud, que está situado a un kilómetro de la costa. Ahí alcanzará la cota de los 100 metros y se encontrará con un desnivel del 12%. El delta mide ya 27,7 hectáreas y se está ensanchando en la base.
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En cuanto al volcán, la erupción fisural continúa activa, con fases explosivas y efusivas o con actividad simultánea. La responsable nacional de vigilancia volcánica explicó que la nueva colada ha discurrido hacia el oeste, paralela a la primigenia, que es la que desembocó en el mar. Aunque han establecido contacto en algún punto, no han llegado a fusionarse, sino que discurren paralelas hacia la costa.
López detalló que en estos momentos hay varios centros activos en el cráter principal y dos más en el lateral noroeste del cono. «No se descarta la aparición de más bocas», apuntó. De hecho, sobre las 9.00 horas de ayer se detectó un nuevo centro emisor, un «aliviadero» que por ahora únicamente expulsa humo y ceniza. La columna de gases del volcán alcanzó ayer una altura de 4.500 metros.
La actividad sísmica se localiza, según la experta, en las mismas áreas que los días anteriores. En las últimas 24 horas se han registrado «algunas decenas» de terremotos -el más importante, de magnitud 3,6 en la Escala de Richter- a una profundidad de entre 10 y 15 kilómetros, aunque puntualmente superan los 20 kilómetros. López advirtió de que estos temblores pueden provocar pequeños derrumbes en zonas de pendiente.
El último balance de construcciones afectadas por la erupción es de 1.005, según el sistema europeo Copernicus. De ellas, 880 han sido arrasadas completamente por la lava y otras 125 están dañadas o en riesgo de ser destruidas. También hay ya 28,3 kilómetros de la red de carreteras inutilizados.
Además, este sábado la colada destrozó la última conexión de riego, que está en El Remo, lo que provocado una columna de humo de color blanco por la entrada en contacto de la lava con el agua. Esto impedirá a los agricultores de la zona regar sus plantaciones para mantener las plataneras, lo que se une a la pérdida de la cosecha por la lluvia de ceniza caída sobre los frutos, que ha estropeado su aspecto e impide sacarlos al mercado.
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