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J. González
Viernes, 28 de junio 2024, 16:41
La popularidad de las bebidas de soja, de almendras, de avena o de avellanas está en auge. Cada vez más consumidores las usan como alternativas vegetales a fuentes claves de yodo, como la leche u otros productos lácteos. «Esto está provocando que la ingesta de ... yodo sea insuficiente», alertó este viernes la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe publicado por su delegación europea en conjunto con la Red Mundial de Yodo (IGN, por sus siglas en inglés).
El consumo productos ricos en yodo está -según la OMS- está cayendo en adolescentes y adultos. «Esto aumenta el riesgo de deficiencia de yodo», advierte el organismo internacional. «Hay falta de conocimiento sobre sus efectos sobre la salud», destacó el director ejecutivo del IGN, Werner Schultink.
La deficiencia de este mineral presente en algunos alimentos aumenta la frecuencia de trastornos tiroideos prevenibles, entre ellos el hipertiroidismo, que a su vez incrementa el riesgo de sufrir arritmias cardíacas, osteoporosis y deterioro cognitivo. Además, en el caso de los fetos, es vital para su desarrollo cerebral antes y durante el embarazo.
«El cambio hacia alternativas lácteas de origen vegetal, en particular entre las mujeres, que ya tienen un mayor riesgo de deficiencia de yodo y enfermedades tiroideas que los hombres, es preocupante para su nutrición en yodo, especialmente en los países que dependen de la leche como fuente de yodo, ya que la mayoría de las alternativas lácteas no lo contienen«, señaló el director regional de la OMS para Europa, Henri P. Kluge.
Para paliar los efectos negativos y combatir el descenso del consumo de yodo, la OMS tiene en marcha la campaña 'Race To the Finish ', que promueve prácticas basadas en evidencia que ayudan a los países a cumplir sus compromisos de salud global, incluidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Tanto la Organización Mundial de la Salud como la Red Mundial de Yodo han pedido que se fortifique urgentemente con yodo la sal y las alternativas lácteas de origen vegetal. De hecho, la yodación de la sal sigue siendo la principal estrategia para garantizar una ingesta adecuada de yodo en el continente, pero también se ve afectada por los cambios en la dieta y el estilo de vida.
En la actualidad, los alimentos producidos o cocinados fuera del hogar, como el pan, las carnes procesadas o las comidas listas para comer, son hoy en día las principales fuentes de sal en la dieta occidental, representando entre el 70% y el 80% del total de consumo. Sin embargo, varios estudios han revelado que solo el 9% de la sal de los productos alimenticios procesados en Alemania y el 34% en Suiza estaba yodada. En 24 países con yodación voluntaria o sin yodación, los alimentos de consumo habitual suelen producirse con sal no yodada. «Se necesitan estrategias políticas más flexibles para proteger a las personas de la deficiencia de yodo», señaló Gauden Galea, dirigente de la Iniciativa Especial sobre Enfermedades No Transmisibles (ENT) e Innovación.
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