Monitor imparte un curso de iniciación a un grupo de niños. Ramón L. Pérez

Ofertas de empleo que dejan frío

Tiendas de alquiler de material, escuelas, hoteles o restaurantes admiten sus dificultades para cubrir vacantes en el arranque de la nueva temporada de las estaciones de esquí

Domingo, 27 de noviembre 2022, 00:35

La oferta figuraba esta semana en uno de los muchos portales de empleo orientados a la temporada de invierno y buscaba mozo de equipajes para un conocido hotel de Baqueira. Entre sus cometidos, repartir la prensa en las áreas comunes; comprobar el registro de alojamiento, ... revisar los automóviles del parking con el listado del día anterior y cargar la factura en la habitación correspondiente; llevar un registro de la consigna; realizar las llamadas despertador a los clientes; y, en general, atenderles y buscar solución a sus peticiones. Requisitos, grado en Turismo o similar y 6 años de experiencia. Imprescindible nivel alto de inglés. Informática nivel usuario. «Se proporcionará alojamiento», precisa el anuncio que, aunque no adelanta la cuantía del sueldo puede rondar los 1.350 euros.

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La temporada de esquí –que ha arrancado este fin de semana en Baqueira y lo hará el que viene en Formigal, Cerler o Sierra Nevada– desata todos los años un alud de ofertas de trabajo, aunque no todos los establecimientos logran cubrir sus vacantes. Monitores de esquí, cocineros, recepcionistas, camareros, mantenimiento de pistas, atención al cliente, taquillas, empleados en tiendas de alquiler, marketing... Las estaciones del Grupo Aramón, por ejemplo, han lanzado para esta próxima temporada un proceso de selección de 230 puestos, la mayoría en Formigal-Panticosa (125 vacantes) y Cerler (50). En Candanchú buscaban 90 trabajadores, mientras que en Astún la oferta era más reducida porque el 90% de la plantilla suele repetir cada temporada.

En Sierra Nevada, otra de las estaciones emblemáticas del circuito nacional, anunciaban 147 vacantes repartidas en 39 bolsas de empleo según los distintos perfiles. En la cordillera granadina, algunos sueldos llegan a rondar los 1.500 euros y en ningún caso la experiencia requerida excede el año (tres meses para un operario de remonte, cuatro para el encargado preparar los entornos seguros esquiables, seis para los encargados de la atención al cliente o gestionar el acceso a las instalaciones).

Lo cierto es que el problema para cubrir las plazas disponibles no lo sufren tanto en las estaciones propiamente dichas –algunas con participación pública, como el Grupo Aramón (Aragón) o Cetursa (Sierra Nevada)–, donde el porcentajes de fijos y oriundo de los valles es mayor, pero sí en las empresas auxiliares que medran al calor de una industria de marcado carácter estacional.

«La demanda de trabajadores está teniendo serias dificultades para verse satisfecha», afirma Ordoño Vázquez Guillamet, presidente de la Asociación de Empresarios de Sierra Nevada. «Las estaciones de esquí tienen las camas que tienen. Con el aumento de los pisos turísticos o la incorporación del Airbnb aumentan las dificultades que tenemos para proporcionar alojamiento a los trabajadores, lo que nos obliga a los empresarios a tener que ser nosotros mismos los que alquilamos ese espacio para cedérselo a quien está arriba y nos da servicio».

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180 kilómetros en un día

Aunque no siempre es así. A veces, como ha averiguado este periódico, alguien que trabaja en una tienda que alquila botas en Formigal puede verse en la necesidad de bajar hasta Huesca (91 kilómetros, una hora y cuarto) para echar una cabezada, lo que en pleno invierno, con las carreteras a menudo cortadas y teniendo que abrir temprano, entraña un riesgo notable. «Por un piso en Sallent de Gallego pueden pedir 1.000 euros en semanas de mayor asistencia, algo que no puedes afrontar si no es con cuatro compañeros, y a veces ni eso porque alguien que va a trabajar hasta abril o mayo le tienes que hacer precio especial y no siempre le compensa al dueño», señalan las mismas fuentes.

José María Ciria, de la Asociación de Empresarios de Benasque, sostiene que el principal problema es «encontrar gente cualificada y que sepa lo que hace». Lo echa en falta sobre todo en hotelería y restauración, y culpa de esa carencia a las escuelas de Formación Profesional. «Hablo de recepcionistas que hablen dos o tres idiomas, de mozos que sepan tratar a la gente, de camareros que no necesiten volver a la cocina para informarse de un plato... La gente tiene una idea equivocada de lo que significa atender las mesas, es mucho más complejo que llevar una bandeja».

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Ciria ofrece alojamiento a sus empleados, aunque es consciente de que hay sitios donde no ocurre así. Calcula que la gente que trabaja el turismo estacional cobra un 25% más que en un sitio normal, «pero nos cuestan hasta un 40% más». Vázquez critica en este sentido el actual sistema de subvenciones, «enfocado a contratos que duren un mínimo de un año y que a los que nos dedicamos al turismo estacional nos deja automáticamente fuera de juego». «Claro que esos chavales merecen un sueldo digno, pero no puedes cargar a las empresas con los costos de un aprendiz que prácticamente te cuesta lo mismo que un profesional y al que encima tienes que formar», abunda Ciria.

Las instituciones, al margen

Para José Ricardo Abad, presidente de la Federación Aragonesa, a la necesidad de una mayor preparación hay que sumar consideraciones de índole político. «Seguro que hay gente que necesita, y mucho, ayudas para salir adelante. Pero hemos entrado en un juego peligroso. ¿Cuánta gente que percibe una ayuda de 1.000 euros está dispuesta a deslomarse por 1.200?». A su juicio, si queremos que los jóvenes encuentren atractiva esta opción debería ser posible que puedan alojarse por 300 euros. «Por ejemplo, poner VPO de alquiler a su disposición» y cita la candidatura olímpica malograda en el Pirineo y su promesa de villas olímpicas como una oportunidad perdida. «Ahí es donde tendrían que intervenir las instituciones, aunque a día de hoy no lo hayan hecho».

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Según Javier Garrido, vicepresidente de la Asociación Aragonesa de Empresas de Turismo Deportivo –desde trekking hasta travesías con raquetas de nieve– el problema, que él hace extensivo a las escuelas de esquí, está ahí y existe desde hace tiempo. Coincide con que la falta de especialización es una dificultad añadida, «pero también lo es la estacionalidad de los empleos y los picos de actividad. El puente de la Inmaculada, la semana de Reyes, carnavales, Pascua... son momentos muy complicados de gestionar, porque tú no puedes tener amarrado a un profesional de diciembre a abril por cuatro o cinco momentos con mucha carga de trabajo».

A Garrido le preocupa además la exigencia técnica que plantean algunas normativas, «Echo en falta cierta flexibilidad. No tiene sentido que para actividades de iniciación o toma de contacto, como pueden ser un curso de esquí alpino o con raquetas de nieve, hagan falta formaciones exigentes como la de un guía de escalada». Él, propietario de tiendas donde se alquilan equipaciones, admite que también sufre la falta de personal. Y eso que entre las solicitudes de empleo que le llegan no faltan las que llegan del otro lado del Atlántico.

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«Es desesperante tener la oportunidad, por ejemplo, de contratar a un argentino muy preparado, que habla inglés, francés o alemán, y es además culturalmente muy cercano a nosotros, y no poder incorporarle a la plantilla por un tema burocrático de homologación de titulaciones». Y no hablo sólo de él: «hay compañeros con negocios de esquí de montaña o senderismo, elementos tractores de la economía local, con el mismo problema».

Al detalle

  • 2.826 trabajadores fueron contratados la anterior campaña. 667 ocupaban puestos fijos (el doble que hace 6 años) y el resto eran empleados de temporada.

  • 230 puestos debía cubrir el Grupo Aramón (4 estaciones). Candanchú tenía 90 vacantes y Sierra Nevada 147. En Astún eran pocas plazas (el 90% repiten).

Negocio de alquiler de esquís en Sierra Nevada, uno de los destinos preferidos por los amantes de los deportes de invierno. Alfredo Aguilar
  1. 67 millones de inversión para remontes, máquinas o pistas

La temporada pasada se vendieron en España cinco millones y medio de forfaits y más de 300.000 pases turistas, lo que sumado representa un aumento de visitantes del 284% respecto a la campaña anterior. Por supuesto que la incidencia del covid fue determinante en ese comportamiento, pero no es menos cierto que los resultados –ingresos por valor de 160 millones de euros, un 330% más de facturación– son los segundos mejores de la última década, a sólo 15.000 usuarios de las cifras alcanzadas en 2017-2018, cuando el sector cuajó su mejor registro.

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Ante este panorama, las estaciones de esquí han echado cuentas y van a arrancar la temporada con cifras récord de inversión. Según datos de Atudem, el organismo que agrupa a las 35 instalaciones repartidas por España, este año se han invertido un total de 67,3 millones de euros, superando en un 56% los 43 millones destinados el pasado ejercicio, cuando se aprovecharon los cierres perimetrales y las restricciones por la pandemia para llevar acabo importantes trabajos de mejora, especialmente en lo relativo al acondicionamiento de las pistas.

El esfuerzo realizado este año es más destacado en el apartado destinado a remontes, a los que se han destinado 41,3 millones (frente a los 18 invertidos en 2021), mientras que el acondicionamiento de pistas se ha llevado del orden de 13,6 millones. Según datos del organismo nacional, el dinero destinado a este sector ha permitido hasta ahora mantener 607 puestos de trabajo fijo y crear otros 2.219 estacionales, «consolidando las estaciones de esquí y de montaña como un importante motor económico de los pueblos y valles donde están asentadas».

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Nieve artificial más cara

La entidad que preside Jesús Ibáñez, enmarca estas inversiones –medios mecánicos, nieve producida y maquinaria pisapistas– en la necesidad de hacer frente a nuevos desafíos derivados del cambio climático. Un ejemplo: si no nieva lo suficiente, habrá que hacer un mayor uso de los cañones de nieve, con el consiguiente incremento de la factura de la luz en un momento muy desfavorable.

Ibáñez es asimismo consejero delegado de Cetursa, la empresa que gestiona la estación de Sierra Nevada, donde las inversiones son más elevadas –25,6 millones, dos quintas partes del total gastado en España–, de los que el capítulo de remontes absorbe más de 22 millones. Le siguen Baqueira (17,6), La Molina (5,6), Boí Taüll (4,3) y Formigal-Panticosa (3,1).

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