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Carlos Benito
Martes, 14 de mayo 2024, 09:04
La primera vez que Pablo de Rojas apareció en este periódico fue en septiembre de 2008. Y, sin duda, se trata de una de las piezas más singulares que se han publicado en las últimas décadas: una redactora y un fotógrafo le visitaron en su ... piso de casi 300 metros cuadrados en el centro de Bilbao, atestado de antigüedades, y fueron atendidos por una doncella con cofia que cubrió con una mantilla el cabello de la periodista. Tras concluir la misa en latín que estaba celebrando, el religioso se vistió la ropa 'de calle' (sotana negra ribeteada con botones morados romanos, fajín, esclavina, solideo, bonete, cruz pectoral de oro, zapatos negros con hebilla de plata) y respondió a la entrevista, hablando siempre de sí mismo en 'nos' mayestático. Además de explicar su postura doctrinal, Rojas, entonces un joven que aún no había alcanzado la treintena, se declaró monárquico («y de los Austria, que los Borbones son franceses») y partidario de la sociedad estamental y admitió que jamás se había puesto unos vaqueros («esa prenda tiene un origen proletario y no hemos trabajado proletariamente en la vida»).
Pablo de Rojas es un obispo de la corriente thucista, que toma su nombre del vietnamita Pierre Martin Ngo-Dinh-Thuc y se caracteriza por su rechazo radical del Concilio Vaticano II -sus misas siguen siendo en latín y con el oficiante de espaldas a los feligreses- y por negar la validez de todos los papas desde Juan XXIII. Para ellos, la sede de Roma se encuentra vacante desde aquella modernización de la Iglesia. Ngo-Dinh-Thuc fue también quien consagró obispo a Clemente Rodríguez, que después se autoproclamaría papa, aunque Pablo de Rojas siempre se esfuerza en dejar claro que él no tiene nada que ver con esa «secta» del Palmar de Troya. «Si Ratzinger nos quiere excomulgar, que lo haga. No le reconocemos ni validez ni legitimidad», retaba en aquella entrevista. La excomunión tardó unos cuantos años, pero se produjo: en 2019, el entonces titular de la diócesis de Bilbao, Mario Iceta, publicó el decreto que lo declaraba «a todos los efectos, fuera de la comunión con la Santa Iglesia Católica», argumentando que Rojas se había hecho consagrar por obispos cismáticos.
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Según su biografía oficial, «el ilustrísimo y reverendísimo señor doctor don Pablo de Rojas» nació «en la Sierra de Cazorla (Reino de Jaén)» y pertenece a «una familia muy conocida de Linares», dedicada a la orfebrería, la alta joyería y la compra de inmuebles. Su abuelo, que se llamaba como él, fue gobernador civil de Jaén y «jefe provincial del Movimiento Nacional». Rojas estudió en un colegio del Opus Dei y «es Doctor en Derecho y licenciado en Filosofía por la UNED».
Se afincó en Bilbao, donde su figura con atavíos de obispo preconciliar llamaba la atención por las calles. Aquí fundó en 2005 la Pía Unión de San Pablo Apóstol o, si nos mantenemos fieles a su denominación latina, la Pia Unio Sancti Pauli Apostoli, que en sus propios textos se define como «una suerte de milicia guerrera predestinada a sobresalir sobre todo lo existente» y dedicada a promover «obras de culto, caridad y piedad» y a «perseverar en la fidelidad absoluta al depósito de la fe» en lo que consideran un «periodo de desorientación». Siempre según sus propia documentación, Rojas «insiste mucho en la formación intelectual y espiritual de los jóvenes, para que poco a poco se vaya creando ese tejido social católico perdido, en medio de este caótico mundo, y el día de mañana tengamos santos y doctos sacerdotes, religiosos, consagrados, padres de familia numerosa, que tengan tantos hijos como Dios quiera».
Como sucede con esta última cita, y quizá en correspondencia con una ideología que desaprueba la evolución en la Iglesia Católica, las imágenes y los textos que la Pía Unión comparte en sus redes sociales dan la impresión de pertenecer a otra época: desde fotos de Pablo de Rojas «en los verdes parajes del norte de España» hasta la descripción detallada de las banderas que ondean en su Seminario para Vocaciones Adultas, en Palencia. Son cuatro: la cruz de Borgoña («que representa al Imperio español y a la Católica Monarquía Hispánica, única forma de gobierno posible para España»), la del Vaticano en versión de sede vacante, la enseña de la Pía Unión y, en el jardín, «la rojigualda sin el ignominioso escudo de la atea constitución de 1978».
Sor Isabel de la Trinidad, abadesa del monasterio de Belorado, estaba próxima a terminar su mandato en la orden. Según explican en el Obispado de Vitoria, existe un tiempo máximo de doce años en el que se una monja puede ostentar este cargo. Transcurrido ese periodo, «ya no puede continuar como abadesa». La nueva elección se llevaría a cabo «a través de Burgos», por lo que en la Diócesis achacan parte de esta decisión «de no reconocer a la Iglesia Católica, ni al Obispo de Vitoria ni a a nadie ordenado sacerdote» a esta circunstancia de fin de mandato. El Obispado también lamenta que en la orden hay «chicas jóvenes religiosas» a las que la abadesa «podría haber comido la cabeza» para tomar la decisión de manera conjunta.
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