Naomi Campbell, una modelo de exposición

Del próximo 22 de junio al 6 de abril de 2025, la sala londinense recordará los 40 años de carrera de la 'diosa de ébano' abriendo su armario para disfrutar de un centenar de sus prendas más icónicas. Desde los zapatos azules de plataformas imposibles diseñados por Vivienne Westwood con los que besó literalmente el suelo durante un desfile en 1993, hasta el vestido de Dolce & Gabbana que la modelo británica, condenada en 2007 a fregar el suelo de un edificio público de Nueva York por agredir a su asistenta con un teléfono móvil, eligió para cumplir su última jornada de servicios comunitarios.

Aquel día Campbell dio mucho que hablar, aunque en realidad nunca ha dejado de hacerlo. La última vez, hace escasas semanas, cuando se presentó en el Festival de Cannes enfundada en un vestido joya de Chanel con el que había desfilado hace 28 años, en una suerte de homenaje a sí misma y a la Maison, y con el que demostró que sus medidas-86-61-86- y las interminables piernas que le hicieron famosa se mantienen intactas.

La historia de la top empezó a escribirse cuando un cazatalentos de la moda la descubrió con solo 15 años mientras paseaba por Covent Garden, aunque siete años antes ya había aparecido en un vídeo de Bob Marley. Y, pese a que ya ha pasado más de una década desde su último desfile en Milán, seguro que todavía dará juego para nuevos capítulos: como activista por la lucha racial de su gremio y con la presión de las nuevas generaciones de modelos salidas de Instagram que han cambiado las reglas del juego; como madre de dos hijos por vientre de alquiler; o por la nueva faceta en la que se acaba de estrenar, la del diseño, de la mano de Hugo Boss con una colección para el día a día inspirada en sus viajes y el amor a sus vástagos, «lo primero para mí», afirma.

Pero hasta llegar aquí no han sido pocos los titulares con el sello de la Campbell, muchos de ellos a cuenta de su amplio historial amoroso, en el que figuran desde el empresario italiano Flavio Briatore y el bajista del grupo irlandés U2, Adam Clayton, hasta el bailarín español Joaquín Cortes y el millonario ruso Vladislav Doroni, que le regaló una mansión en las afueras de Moscú diseñada por la arquitecta Zaha Hadid.

Naomi acaparaba todos los flashes en los desfiles de París y Milán y protagonizaba portadas en las revistas mejor valoradas -hasta 25 internacionales en ELLE-. Y eso sin que la top, a la que Nelson Mandela llamaba cariñosamente «mi 'nietecita'», dejara de mostrar su cara más solidaria batallando contra el racismo que ha acompañado a la moda durante siglos, como activista en la lucha contra el sida y como fundadora de Fashion for Relief, una organización benéfica que ha recaudado millones de dólares para ayudar a víctimas de desastres naturales y otros problemas humanitarios.

No han sido estos los únicos frentes en los que ha tenido que combatir la modelo londinense. Lo más duro para ella ha sido plantar cara a sus propios demonios, a los excesos con las drogas y el alcohol -nunca ha admitido sus adicciones pero fue fotografiada al salir de una reunión de Narcóticos Anónimos-, y a su fuerte temperamento, fruto, se excusa, del «resentimiento» que siente hacia su padre que la abandonó cuando era niña, y que a menudo le ha hecho perder los estribos a lo largo de su carrera.

Tras la lista de escándalos se esconden motivos de todo tipo. Por amor protagonizó uno de los últimos con el magnate ruso Vladislav Doroni, su pareja durante cinco años, que tras la ruptura se dejó ver en actitud cariñosa con Luo Zilin. Despechada, Naomi la emprendió contra la joven y no paró hasta arruinar su carrera como modelo. Antes, en 2011, la afrobritánica había sido citada a declarar por el tribunal de La Haya en la causa contra el exdictador de Liberia Charles Taylor. Fue la actriz Mia Farrow la que la implicó en el proceso, al afirmar que la top había recibido 'diamantes de sangre' del cruel criminal de guerra. No lo negó, aunque precisó que aquellas joyas habían sido donadas a la Fundación NelsonMandela.

Lo que no pasó por alto un tribunal de Toronto fue la agresión que Georgina Galanis sufrió cuando la también empresaria y actriz le lanzó un teléfono a la cabeza y a punto estuvo de arrojarla de un coche en movimiento, Poco le importó pagar la indemnización que le impuso el juez, porque la supermodelo volvió a liarla con otra asistente, Amanda Brack, a la que abofeteó y estrelló una Blackberry.

En 2008, por montar en cólera durante un vuelo de British Airways, Naomi fue esposada y expulsada del avión por la Policía, y ya no puede volar con la compañía. ¿La razón? Los insultos que la modelo descargó contra un agente en el aeropuerto londinense de Heathrow porque le habían perdido la maleta. Otras corrieron peor suerte, como la actriz italiana Yvonne Sciò, a la que propinó un puñetazo y dejó sangrado sólo por coincidir con el mismo vestido. Figura, sí, y demasiado genio.