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Los ingresos del hogar familiar en que transcurre la infancia determinan en gran parte los que se obtendrán en el futuro. Esta es una de las conclusiones que figura en el proyecto Atlas de Oportunidades, una iniciativa conjunta de las fundaciones Felipe González y ... Cotec, que han alumbrado el primer mapa interactivo de movilidad social en España.
El proyecto, que se inspira en el Opportunity Atlas de la Universidad de Harvard, analiza la trayectoria vital de los jóvenes, la cual se compara con la renta de sus padres. Para este empeño se ha contado con la colaboración de la Agencia Estatal de Administración Tributaria, lo que ha permitido localizar cada uno de esos hogares por provincia ciudad y hasta código postal.
A la luz de los datos, se comprueba que la desigualdad se hereda. El linaje pesa más que el esfuerzo a la hora de prosperar, todo un desmentido a la metáfora del sueño americano. Las cartas están dadas al nacer. Criarse en una familia rica de España casi triplica la probabilidad de disfrutar de rentas altas durante la edad adulta, según los datos recogidos en el atlas, que recaba información de 1,6 millones de españoles nacidos entre los años 1984 y 1990.
No en balde, los hijos criados en hogares pobres de 1998 obtienen rentas más bajas que la media de 2016. En cambio, los hijos de hogares ricos tienen más posibilidades de estar entre los que más ganan a su edad. Así, cuanto mayor es la renta de un hogar, más elevada es la de los hijos cuando alcanzan la adultez.
El ascensor social, ese conjunto los mecanismos económicos y sociales que permiten a las nuevas generaciones progresar, se atasca. La renta mediana de los jóvenes entre 26 y 32 años era de 19.000 euros en 2016. Lógicamente se registran variaciones inmensas dependiendo de la extracción social de los padres. Lo cierto es que los hijos de los hogares pobres de 1998 tienen ahora unos ingresos de 16.000 o 17.000 euros de mediana, mientras que los hijos de rentas medias-altas se acercan a los 21.000 euros y los hijos del 1% más rico superan los 33.000 euros.
Pese a lo prolijo de los datos, el mapa adolece de una carencia, pues se han analizado los datos de los hogares que hacen la declaración de la renta, por lo que es muy posible que las familias más pobres no queden reflejadas en la muestra.
Si se atiende a los ingresos, las rentas de los hijos de hogares pobres se situarían en los 14.000 euros, los de hogares en la media rondan los 16.000 y los de familias de renta media-alta se sitúan en unos 18.000. Los del 10 % más rico rondan los 20.000 y los hijos del 1 % rico ingresan una media de 32.000 euros a los 31 años. Se aprecia además que la brecha de género no se sella. Los descendientes varones presentan rentas individuales más altas que las hijas (al menos en la franja de edad de entre 26 y 32 años). Los hijos de una familia de renta mediana están en el percentil 56 mientras que las hijas se hallan en el 44.
Los datos señalan que a los 26 años las diferencias de ingresos no son tan grandes entre los hijos de familias pobres y ricas. La desigualdad heredada va surgiendo de forma progresiva y es mucho más acentuada cuando los vástagos alcanzan los 32 años.
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