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Marruecos es un país de tránsito y España el muro de Europa, así como México es la pared que se alza frente a Estados Unidos. En el sur español y el norte mexicano hay flujos migratorios con notables parecidos. El primero, la vulnerabilidad de las ... personas que traspasan los territorios. «Las mujeres embarazadas, junto con las niñas, niños y adolescentes, acompañados o no, son los dos subgrupos de población en movilidad que poseen un perfil más vulnerable», señala el informe Redodem, de la organización Entreculturas, sobre la situación de los migrantes que se dirigen al norte de América. Presentado ayer en Madrid, el reporte tiene enormes similitudes con la situación que se vive en Melilla y Ceuta, por donde casi 30.000 personas han cruzado la línea limítrofe en 2019 por puestos no habilitados. Es decir, por mar (en pateras, vía elegida unos 24.000 individuos) o por tierra.
«Al igual que ocurre en México, por Marruecos y la frontera sur de España pasa un corredor migratorio. En uno provienen de Centroamérica y en otro, de Oriente Medio, región subsahariana y Magreb», explica María Vieyra, abogada del Servicio Jesuita de Migrantes, cuya organización atendió en Melilla a 325 personas en el primer semestre del año. «En ambos, los flujos de movilidad son mixtos, en los que los migrantes presentan características diferentes, así como motivos de salida distintos».
Con perfiles distintos, como mujeres que son potenciales víctimas de trata para la explotación sexual, gente que solicita protección internacional o en irregularidad administrativa, menores de edad no acompañados o niños que estuvieron tutelados por el Estado hasta cumplir 18 años, se encuentran en una situación de «vulnerabilidad importante», dice Vieyra, ya sea que hayan sido rescatadas por Salvamento Marítimo o hayan saltado la valla. «Presentan características socio demográficas muy heterogéneas y los motivos de salida de sus países de origen varían mucho: desde la violencia hasta la imposibilidad de vivir debido al contexto económico», ratifica el documento.
Dos semejanzas más: la primera es la variedad de razones que motivan el viaje. En ambos lugares «son multicausales». Pobreza, desigualdad, elevados índices de violencia y desastres naturales son algunos de los señalados. El segundo es la juventud, única característica que da un aspecto homogéneo a los grupos que se trasladan, con una mayoría con menos de los 30 años y casi la totalidad menor de los 45.
«Otro paralelismo es que tanto la frontera sur de España y la norte de México son corredores migratorios, países de tránsito y de destino», señala Vieyra. «Cuando los países ponen el foco en el control de las fronteras, cuando la prioridad de los gobiernos es reducir el número de entradas, la consecuencia es el aumento de vulnerabilidad de las personas migrantes y refugiadas. Por cuanto la violencia y riesgos a los que se exponen también se incrementan».
La última equivalencia se construye en Estados Unidos. El muro de Trump es un alargamiento de la triple valla de Melilla. «La contención de los flujos migratorios no puede suponer el olvido de los derechos humanos».
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