Las mujeres se animan a ser pastoras

«Estamos haciendo un gran esfuerzo para que se incorporen jóvenes al campo y damos mucha importancia a que las mujeres accedan, tanto por titularidad compartida como de forma individual, a la agricultura y a la ganadería», explica Agapito Portillo, viceconsejero de Agricultura de Castilla-La Mancha. «El ovino manchego, que da leche para producir queso manchego, que es el más prestigioso del mundo, necesita una mano de obra especializada, con ganaderos que sepan de alimentación, de manejo y de ordeño», añade el viceconsejero.

De hecho, en los cursos que organiza la Escuela Regional de Pastores se realizan prácticas de ordeño y se ofrece formación en materias tales como pastoreo y manejo de pequeños rumiantes de leche; capacitación para la explotación de ganado caprino de raza murciano-granadina o nociones básicas de producción en explotaciones de ovino y caprino.

La Escuela Regional de Pastores, que tiene su sede central en Las Pedroñeras (Cuenca), también dispone de laboratorio y sala de ordeño y ha nacido a petición del sector del ovino de leche compuesto, en su mayoría, por las queserías acogidas a la Denominación de Origen Queso Manchego y a la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Ovino Selecto de Raza Manchega (AGRAMA).

Cuando los alumnos y alumnas de la Escuela Regional de Pastores finalicen su formación tendrán dos opciones: incorporarse a su propia explotación o hacerlo como trabajadores a una ya existente. Según uno de sus profesores, Alejandro Maroto, «se trata de que el alumnado consiga una formación básica para poder desarrollar la ganadería y por eso tocamos temas teóricos que van desde el manejo del ordeño o la reproducción hasta una parte práctica con las herramientas que se utilizan a diario».

Dos de los alumnos de esta escuela son Juan Antonio y Laura, de Albacete. Juan Antonio lleva trabajando nueve años como pastor «pero quiero mejorar mis conocimientos y aprender cosas nuevas». «Como pastor siento satisfacción al ver todos los días a los animales y al vivir en un sitio donde no hay contaminación», añade.

En el caso de Laura, ser pastora «es una forma de vida que he vivido en mi familia porque mis dos abuelos tenían ovejas. El mundo del ganado y la empresa agraria puede hacerte vivir feliz», sostiene. Los dos tienen claro que su futuro está en el campo, algo fundamental para frenar la despoblación que sufre Castilla-La Mancha donde el 55 por ciento de sus municipios tiene menos de 500 habitantes.

Un primer paso ha sido la concesión de ayudas públicas que desde 2015 han recibido 4.000 jóvenes de esta comunidad para ser agricultores o ganaderos y asegurar así el relevo generacional en el medio rural. Otro paso es esta Escuela Regional de Pastores que hasta el momento ha organizado cuatro cursos con 55 alumnos, casi la mitad de ellos mujeres.