En libertad con medidas el detenido en Bilbao por quemar a su expareja

Las primeras informaciones e indicios recabados en el lugar de los hechos condujeron a la detención del sospechoso. No obstante, las posteriores pesquisas realizadas han llevado a que, en este momento, la Ertzaintza abra otra línea de trabajo sobre lo sucedido. Este giro ya lo había avanzado el viceconsejero de Seguridad, Rodrigo Gartzia, que ha aprovechado una comparecencia pública para confirmar que el detenido estaba puesto a disposición judicial. «Estamos a la espera de la toma de declaración. La Ertzaintza abrió ayer la investigación y sigue su curso. Sí les puedo anticipar que estamos trabajando en nuevas líneas de investigación y que en este momento no se descarta ninguna hipótesis. Vamos a dejar a la policía trabajar y vamos a esperar a la decisión de la jueza», ha declarado el representante del Gobierno vasco. «En este momento lo único que es cierto que estamos ante un drama humano», ha dicho en referencia a la víctima.

No era la primera vez que se oían gritos en esa vivienda del número 24 de la calle Botica Vieja, en Deusto. Los vecinos que comparten paredes con este piso habían escuchado antes discusiones, portazos, música a todo volumen a altas horas de la madrugada e incluso habían visto alguna vez a Pilar llorando y pidiendo ayuda en el descansillo. Tal vez por eso, ayer no se sorprendieron tanto cuando en un primer momento volvieron a escuchar gritos.

Al principio pensaron que probablemente era una nueva discusión entre ella y su expareja, Carlos, con la que convivía ocasionalmente. Tienen una hija adolescente en común, pero mantienen desde hace años una relación «muy turbulenta, de idas y venidas», con continuas rupturas y reconciliaciones. Llevaban un tiempo en el que, en principio, no estaban juntos. Según las fuentes consultadas por EL CORREO, la Policía había detenido a Carlos hace unos 15 años por un episodio de violencia de género y los policías habían acudido a la calle Botica Vieja en diversas ocasiones por «discusiones» en ese piso. Varios vecinos se habían quejado por los ruidos y por otro tipo de pequeños incidentes de convivencia, como fumar en el ascensor.

Lo que llamó la atención de los que llevan más tiempo allí fue que los gritos provenían del pasillo y estaban subiendo de intensidad. Jesús estaba con su mujer en casa. Se levantó del sofá y se acercó a la puerta. Miró por la mirilla y lo que vio le impresionó: Pilar gritaba mientras trataba de apagarse las llamas que salían de su vestido, a la altura de la cintura. El fuego le había quemado parte del pelo y una zona importante del vestido. Tenía también la nariz ensangrentada, con claros signos de haber sido golpeada. Su hija no estaba en ese momento en la casa.

Jesús volvió rápidamente a su domicilio y cogió una toalla. La cubrió con ella para apagar el fuego. En ese momento salió también la vecina del piso de enfrente, que no lleva mucho tiempo viviendo en el edificio con su familia. Esta mujer sacó ropa para cubrirla. Miraron dentro del piso para ver si lo que había ocurrido es que se había incendiado la vivienda, pero no había nada. Poco después subió las escalares un residente que vive justo debajo y que había llamado a los servicios de emergencias (112) cuando escuchó los gritos de Pilar pidiendo auxilio. Poco después, apareció Carlos, la expareja de Pilar, que aseguró que estaba en el baño y negó tener relación con lo ocurrido. De hecho, acusó a la víctima de haberse prendido fuego a ella misma.

Sólo las personas que habitan los pisos más próximos escucharon los gritos y se percataron de lo ocurrido. Se trata de un edificio de cinco plantas y cinco pisos en cada rellano, de vecinos discretos, en los que sólo los más veteranos conocen a Pilar. De hecho, esta mujer ya vivía en esa vivienda con su madre antes de empezar a compartir piso con la que ahora es su expareja.

Rebeca es la vecina del primero que abrió la puerta a las patrullas de la Ertzaintza. Apenas lleva un año en el edificio con su familia. No se percató de nada de lo que estaba pasando. Pero de pronto su portero automático -como el de otros muchos residentes- empezó a sonar de forma insistente. Miró por la cámara del portal y vio a «muchos policías». También acudió una ambulancia. Uno de los policías llevaba un escudo antidisturbios. La puerta estaba atascada y no podían acceder. Insistían en que les abriesen.

Rebeca giró la manilla de su casa y le llegó un fuerte olor a quemado que venía de escaleras arriba. Bajó al portal y abrió la puerta metálica a los agentes y a los sanitarios, que subieron rápidamente hasta la vivienda.

Pilar estaba siendo atendida por sus vecinos. Además de las quemaduras, los agentes vieron que sufría contusiones por distintas partes del cuerpo. El felpudo también presentaba algunas quemaduras. Fue conducida por una ambulancia a la Unidad de Grandes Quemados del Hospital de Cruces, donde fue ingresada en estado grave. Carlos fue detenido por la Ertzaintza. Según la nota difundida por el Departamento vasco de Seguridad, el individuo fue arrestado ya que «la primera información obtenida en el lugar de los hechos» le señala como causante de las lesiones de su expareja.

Esta mañana, el viceconsejero de Seguridad, Rodrigo Gartzia, ha aprovechado una comparecencia pública para confirmar que el detenido está puesto a disposición judicial. «Estamos a la espera de la toma de declaración. La Ertzaintza abrió ayer la investigación y sigue su curso. Sí les puedo anticipar que estamos trabajando en nuevas líneas de investigación y que en este momento no se descarta ninguna hipótesis. Vamos a dejar a la policía trabajar y vamos a esperar a la decisión de la jueza», ha declarado el representante del Gobierno vasco. «En este momento lo único que es cierto que estamos ante un drama humano», ha dicho en referencia a la víctima.