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David González
Miércoles, 22 de febrero 2023, 09:16
Las ganas de fiesta se le fueron de las manos. La Ertzaintza y los servicios sociales municipales investigan a una vecina del barrio de Coronación acusada de haber dejado encerrados en su domicilio a su expareja, su hija en común de tres años y a ... su perro durante alrededor de veinte horas. El tiempo transcurrido desde que ella salió a las calles a disfrutar del Carnaval y su antigua pareja, harto de telefonearla y mensajearla sin respuesta, decidió solicitar ayuda al 112 a eso de las cuatro de la tarde del domingo.
Según pormenorizó este hombre en dependencias policiales, el sábado acudió al bloque de su antigua compañera «a petición de ella» y con la misión encomendada de pasar unas horas con la pequeña, fruto de su relación ya extinguida, mientras esta joven disfrutaba del ambiente festivo.
Por causas que se investigan, la mujer cerró con llave al salir del piso de alquiler, sin que su antiguo novio se percatara de esta acción. El reloj comenzó a correr sin mayores novedades. Siempre según la versión masculina, éste le envió algún mensaje sin respuesta y no fue hasta la mañana siguiente cuando comenzó a impacientarse por la falta de noticias.
La vivienda se ubica en una tercera planta, por lo que, sin otro juego de llaves a su alcance, carecía de manera lógica de salir al rellano. Al parecer se produjeron nuevos intentos de comunicación con su expareja sin que ésta atendiera en ninguna ocasión.
Pasadas las cuatro de la tarde se decidió a pedir ayuda al 112. Acudieron dotaciones de la Ertzaintza y de los bomberos, quienes constataron que, efectivamente, la puerta se hallaba cerrada a cal y canto. ¿Por qué no la echaron abajo? Medios internos de la base de Aguirrelanda deslizan que «en ese momento se estimó que existía riesgo de llevarse el marco y parte de la pared» si hubieran utilizaron alguna maza u objeto similar. Por esa razón pronto se empezaron a buscar otras alternativas.
La escogida fue llevar un camión grúa a la parte trasera del edificio y desplegar la escalera mecánica hasta una de las ventanas de la casa. Por ella bajaron a la pequeña, a su padre y también a la mascota. A la vista de numerosos vecinos de la zona, los bomberos completaron el trabajo de rescate en unos pocos minutos. De hecho, el parte oficial de este cuerpo marca las «16.27 horas» como el momento del aviso y las «17.34 horas» el regreso a base tras completar un episodio catalogado como «personas encerradas en vivienda».
Tanto la niña como su padre y la mascota estaban en perfecto estado, más allá del agobio por no poder abandonar la estancia. Fue este hombre quien decidió denunciar en la Policía autonómica a la que fuera su pareja. Debido a que éste reside de okupa en las afueras de Vitoria y no puede hacerse cargo de la niña, los servicios sociales municipales la acogieron en un primer momento para entregarla después a una familiar mientras se esclarecen los hechos.
La madre apareció poco después. Aunque reconoció su exceso fiestero, según ha sabido este periódico, debió apuntar que había otro juego de llaves a la vista en el piso. Un juzgado de Vitoria convocará a ambas partes para decidir a cuál confiere más veracidad. A su vez, los servicios sociales estudian el caso y si toman medidas respecto a la menor.
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