La mujer embarazada estaba en un charco de sangre y el cuerpo del niño en su cama

La Guardia Civil, que trabaja con la hipótesis de que se trata de un homicidio o un asesinato, mantiene abierta una frenética investigación para tratar de identificar y detener al autor o autores del cruel doble crimen.

De momento, los primeros indicios descartan que el móvil de la letal agresión sea el robo, que fue una posibilidad que llegó a manejarse después de que el marido de las infortunadas víctimas, que se encontraba en las Islas Baleares dada su profesión de piloto en una aerolínea, llamase al 112 para alertar de que alguien podía estar desvalijando su casa de Las Gabias. Eso ocurrió alrededor de las nueve de la mañana de este pasado 27 de mayo en la calle Arache de Las Gabias.

El 112 balear transfirió la llamada a sus homólogos de Andalucía y, de inmediato, se puso en marcha un dispositivo de emergencia.

Los primeros en llegar al lugar de los hechos fueron los patrulleros de la Policía Local de Las Gabias, cuya comisaría se encuentra cerca del inmueble en el que se produjo la tragedia. Los agentes examinaron el exterior de la vivienda e, inicialmente, no observaron nada extraño. La puerta de entrada no había sido forzada ni tampoco las ventanas. Los perros de los residentes en la casa trotaban y ladraban en el jardín.

Pero un instante después, uno de los policías vio desde el exterior que en el salón había una macha de sangre. Entonces se pusieron en contacto con el 112 para que, a su vez, alertase al marido y poder hablar con él. Según las fuentes consultadas por Ideal, el hombre reiteró que temía que se estuviera produciendo un robo en su casa y que su familia estaba dentro.

Los agentes de la guardia municipal intentaron derribar la puerta, pero no pudieron. El hecho de que estuviese cerrada indicaría que la víctima abrió al agresor o agresores o que estos tenían llave.

Fue en ese momento cuando entraron en acción los Bomberos de Granada, que, unos minutos más tarde, llegaban a la calle Arache de Las Gabias para franquear la puerta del inmueble y que la Policía Local y la Guardia Civil pudieran examinar el chalé.

Lo primero que vieron fue una nube de humo que procedía de un colchón quemado. Incluso algunos testigos aseguraron haber visto un pequeño incendio en la casa en cuestión. Ese hecho podría avalar la hipótesis de que el agresor o agresores quisieron prender fuego al chalé para borrar sus huellas.

No había llamas y, tras airear la estancia, los equipos de emergencias se toparon con el horror:una mujer embarazada estaba tendida en el suelo rodeada de sangre. Presentaba signos evidentes de violencia, es decir, que no se trataba de una defunción por causas naturales.

Al parecer, el cadáver de su hijo de tres años estaba en la cama de su dormitorio. También había fallecido. Aparentemente, no había señales de que se hubiera producido un robo y la Guardia Civil, que se hizo cargo del caso, encaminó sus pesquisas hacia el homicidio o el asesinato.