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CRISTIAN REINO
Domingo, 20 de noviembre 2022, 00:19
Morad ya no se deja ver por La Florida montado en su 4x4 de gama alta. Una jueza le ha prohibido «entrar y permanecer» en el populoso barrio de L'Hospitalet de Llobregat, muy cerca de Barcelona, donde graba sus videoclips, que luego ven millones de personas en todo el mundo, y donde ha protagonizado algunos altercados con la Policía. Morad es una estrella de la música urbana. Rapero de éxito. Tiene 23 años, de origen marroquí. Llena estadios. En Youtube y en Spotify le escuchan millones de personas. En sus canciones denuncia abusos policiales y se presenta como un referente de los chicos de la calle, de los nadie, los olvidados de los barrios, hasta el punto de convertir el lema 'mec de la rue' (MDLR) (Chico de la calle) en una marca comercial.
El mes pasado fue detenido. No era la primera vez que tenía problemas con las autoridades. Se le acusa de haber pagado dinero a chavales para que prendieran fuego a coches y contenedores, como atrezo de lo que luego son sus puestas en escena en los vídeos. Tiene abierta una investigación penal por desórdenes públicos y daños. En la causa judicial, que le impide el acceso a la zona de los Bloques de la Florida, la Policía mantiene que el cantante busca «delimitar un espacio de impunidad», una suerte de pulso por el control de la calle. Tanto el Ayuntamiento como la Consejería del Interior niegan esta pugna. «El barrio no está fuera de control, la autoridad la tenemos nosotros», afirman desde la Generalitat. Casualidad o no, el Consistorio barcelonés e Interior celebraron la semana pasada una reunión extraordinaria de la junta de seguridad de la ciudad, con el radar puesto en La Florida. Eso sí, recalcando que no focalizaban los problemas solo en Morad. «No me preocupa una persona, me preocupan los vecinos», afirmó la alcaldesa, la socialista Nuria Marín. De momento, han decidido que haya más presencia policial en las calles. Los vecinos así lo corroboran.
La realidad es complicada en los Bloques de la Florida. Periferia de la periferia de Barcelona. Aunque las distancias son relativas, pues apenas hay diez paradas de metro (sin transbordo) hasta la plaza Catalunya de la ciudad condal. La zona en la que Morad andaba como Pedro por su casa, que ya no es su barrio porque ha migrado a zonas más pudientes de L'Hospitalet, son 900 viviendas, de unos 40 metros cuadrados, en unos bloques de 3-4 pisos, donde viven 2.300 personas. Todos los edificios son iguales. Cuelga la ropa tendida de las ventanas. El olor de los que cocinan se derrama por la calle.
En algunos inmuebles vive gente mayor y en otros residen varias familias en una misma casa. Datan de los años 50 del siglo pasado. Sirvieron para acoger a la gente que vivía en las chabolas que había en lo que hoy es la arena de la playa de la Barceloneta. Los bloques se han decorado con grandes murales. Dos referentes: Carmen Amaya y Camarón. También hay pintadas contra los fondos buitre (los pisos ya no son VPO) y hay un recuerdo a quienes vivían en el Somorrostro (barracas en la playa) y se instalaron en la zona. Desarrollismo franquista, que convierte al barrio en el más denso de Europa. El 45% de los vecinos son de origen extranjero, sobre todo latinoamericanos y magrebíes. El que puede, se va.
Según una encuesta elaborada por el instituto Can Vilumara de L'Hospitalet, junto a la entidad Foment de la Informació Crítica (FIC), solo el 17% de los jóvenes (entre 14 y 16 años) tienen intención de quedarse a vivir en el barrio en el futuro. Otro dato. El 55% de las chicas contestaron en el sondeo que ven acciones delictivas todos los días o a menudo. El 45% de las personas encuestadas manifestó tener dificultades económicas en casa. La desigualdad es la gran asignatura pendiente en Cataluña y estas zonas son un ejemplo. Pues no muy lejos de allí, en la Fira de Barcelona, en la sede de L'Hospitalet, se celebran dos de los eventos más punteros de la agenda catalana: el Mobile World Congress y el Sónar.
Los vecinos señalan que el problema del barrio trasciende a Morad, pero el cantante lo ha situado en el foco mediático. Hablan de problemas de convivencia, con bandas, tráfico de drogas, robos, amenazas y agresiones diarias. Se han organizado para publicar en redes sociales peleas y persecuciones. Las ocupaciones ilegales son el pan de cada día. Prefieren guardar el anonimato. «Hay un sector del barrio que se cree que puede hacer lo que le dé la gana», afirma una residente. Hacen botellón por la noche, ponen la música a tope y no hay quien duerma, señala.
Según cifras del Ayuntamiento, en lo que llevamos de año, los hechos delictivos han aumentado un 15% en La Florida respecto al año anterior a la pandemia, cuando en el conjunto de la ciudad de L'Hospitalet el alza ha sido del 8%. Las detenciones han crecido el 21%. En este caso, la percepción de inseguridad que tiene la gente y las cifras van de la mano.
Lluís Esteve, director del plan integral de reforma del barrio puesto en marcha por el Ayuntamiento, afirma que hay un «colectivo» en la zona que «necesita mejorar en el respeto a la autoridad». «Hace falta avanzar mucho en convivencia y transformación urbanística», señala. A su juicio, en este caso en concreto no se puede hablar de bandas organizadas ni de delincuencia extrema. No más que en otros distritos de la ciudad o del área metropolitana de Barcelona. Y afirma que el pulso que libra el Consistorio no es contra los alborotadores, sino contra la pobreza y la desigualdad. Para que los jóvenes no se vean abocados al supuesto dinero fácil o al ocio permanente, afirma.
El problema, según señala, suele darse en verano con la ocupación del espacio público por parte de gente que hace de las plazas su casa. «Intentamos dialogar con el colectivo, pero es reacio a hablar con las instituciones», admite. Cree que Morad ha irrumpido en los dos últimos años en la convivencia del barrio y considera que es un elemento que se ha de trabajar.
La figura del rapero es controvertida. Algunos vecinos creen que es «tóxico» para el barrio. «Da la imagen de que somos la purria, como si fuéramos un gueto sin posibilidad de redención», afirman los vecinos críticos con el cantante. Su actitud destruye la autoestima de la población, la gente se avergüenza del barrio, señalan. Los más críticos le acusan de haberse hecho millonario provocando a los chavales para que la líen y así poder grabar vídeos y presentarse como un líder antisistema que combate a la Policía.
Ana M. Rodríguez, psicóloga y miembro de la junta de Foment de la Informació Crítica (FIC) de L'Hospitalet, cree en cambio que le da «orgullo» a la gente de la zona. «Es un ídolo», afirma. Y lo compara a una vieja comunista, Pura Fernández, con la que compartió lucha antifranquista desde los movimientos vecinales en los años 70. «Siempre nos decía: hay que crear problemas de orden público, de lo contrario, no nos harán caso», relata. Rodríguez niega los problemas de convivencia. Lo que hay es hacinamiento, dice; la situación del barrio no es responsabilidad de sus gentes, que son muy solidarias, amables y de buen trato, señala. «Hay un sentimiento de clase, de vivir en La Florida, que habla bien de la gente de aquí: viven en la miseria pero no son miserables», remata. El futbolista Jordi Alba es el otro ilustre de la zona.
Quienes más defienden a Morad destacan de él que ayuda a los chicos, a los que paga los gastos del club de fútbol, les hace regalos o les lleva a sus conciertos. También les da protagonismo en sus videoclips. Días después de su destierro, un centenar de personas se manifestaron por las calles del distrito contra la decisión judicial de no dejarle entrar el barrio. Están recogiendo firmas para que pueda volver. Le consideran un chivo expiatorio.
Los hechos ocurrieron el 20 de octubre. La Policía recibió quejas vecinales porque se estaban produciendo incidentes en la calle, mientras Morad grababa un videoclip. Estaban unas 20 personas armando jaleo. El rapero se encaró a la Policía y amenazó con que esa noche habría fuego en la ciudad. Y lo hubo. Ardieron coches y contenedores. La Policía sospecha que el propio cantante pagó mil euros a un grupo de jóvenes para que provocaran los disturbios.
El rapero tiene antecedentes de problemas judiciales. A principios de año, fue juzgado por un intento de robo en un domicilio. Fue absuelto. En junio le arrestaron por los delitos de conducción temeraria, conducir sin carnet y desobediencia a la autoridad. Él acusa de racismo a la Policía y a las instituciones. En su cuenta de Instagram, calificó su exilio forzado como un «abuso». «Me habéis quitado medio corazón», afirmó. «Me habéis hecho daño a mí y a todos mis niños», aseguró. «Espero volver pronto», se despidió. En 'El Periódico' dio por hecho que no se saltará las medidas cautelares: «No les daré el gusto a los que quieren verme preso». Este periódico intentó sin éxito contactar con su entorno.
La vida no ha sido nada fácil para Morad. Los vecinos dicen que ya no vive en La Florida, que se ha ido a la plaza Europa, la zona noble de L'Hospitalet, cerca de la Fira de Barcelona, donde los pisos en edificios de rascacielos rondan los 500.000 euros. Muy lejos de los 500-600 euros al mes que pagan algunos de los inquilinos de los Bloques de la Florida. Cuando apenas tenía 12 años, ingresó en centros de acogida. A los 16, le metieron en la cárcel de menores por delinquir.
La música le salvó de un futuro complicado. Su biografía ha marcado sus versos. Empezó a subirlos a Youtube y ahora es un referente de la música urbana. Apenas concede entrevistas. Sus canciones hablan de una realidad dura, la de la calle en barrios marginales, como los hay en cualquier ciudad de España. Se ha erigido en el chico de la calle que da voz a los que no la tienen, siempre con los Bloques de La Florida como telón de fondo en sus videoclips. Canta 'Aguantando', en la que carga contra los «abusos policiales» y del sistema judicial. Tiene una canción dedicada a Mbappé y su mayor éxito es 'Pelele'.
«Cuidadito no vayas a entrar; a un mundo donde puedes ver; lo que nunca podrías imaginar», advierte en 'Un cuento'. «Él quería ser Messi y acabó en comisaría. Para él nunca fue muy fácil. Y tampoco una tontería. Investigan solo por las pintas, pero él nunca las pinta, y tiene a la Policía corriendo como en una cinta», rapea en MDLR. «La calle no es cualquiera. Y tú ya vas de fiera. Espera. Que aquí un niño rápido quita cartera», remata en 'Yo no voy'.
Morad fue una de las estrellas del pasado Sónar. Arrancó el concierto con un vídeo que recordaba sus encontronazos con la Policía y lo cerró con el que ya se está convirtiendo en su grito de guerra en sus actuaciones: «Fuck Mossos».
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