«No es muy alentadora» la paridad de hombres y mujeres en la composición de los «equipos y comités que se han formado para la toma de decisiones en investigación frente al Covid-19», señala el Ministerio de Ciencia, en el informe 'Género y ciencia ... frente al coronavirus', que indica que, por ejemplo, en el Instituto de Salud Carlos III hay menos del 30% de proyectos liderados o codirigidos por mujeres tanto en los que ya tienen financiación como en los que están solicitándolo. La desigualdad de género es denunciada como un «hecho evidente» en este periodo por la Unidad de Mujeres y Ciencia (UmyC) del gabinete ministerial.
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«El teletrabajo en investigación, sobre todo en hogares con menores u otras personas dependientes cuyo cuidado, en promedio, no es igualitario, ha supuesto el solapamiento de tareas en un mismo espacio de tiempo y lugar. Todo apunta a la consecuente brecha de género», sostiene el documento, que advierte que «tendrá consecuencias en la progresión de las carreras de las investigadoras en los próximos años».
La desigualdad se traslada también a la publicación de artículos científicos. «Declaraciones de editoras y editores de revistas académicas advierten de diferencias significativas en el número de artículos recibidos durante el confinamiento firmados por hombres y mujeres. Ellos han tenido más tiempo para publicar», dice el informe. «En un modelo de carrera competitiva donde el número de publicaciones es uno de los mayores activos, el confinamiento ha permitido acumular puntos en la carrera por la productividad a quien no tiene que conciliar, a quien ha tenido tiempo disponible y de calidad para escribir, lo cual supone un agravio comparativo evidente y una forma de discriminación indirecta hacia las científicas».
Para evitar este fenómeno, el grupo de trabajo propone aplicar cuotas, que llaman «representación equilibrada» y «composición equilibrada», tanto para «líderes de proyecto en las propuestas de las universidades y centros de investigación», como en los equipos investigadores. Se especifica la inclusión de «investigadoras jóvenes cuya posición en la academia no es aún estable». Este tipo de medidas «compensatorias de la desigualdad» pueden mejorar los efectos adversos.
No obstante, la pandemia ha tenido también un aspecto a favor de la igualdad de género. Al paralizar la movilidad pero no la actividad científica se ha demostrado que no son necesarios los tan usuales «viajes estancias, visitas, charlas invitadas, congresos, reuniones», pilares para la «proyección internacional» del investigador pero con un «impacto de género negativo, especialmente en la etapa postdoctoral, que coincide con la edad en que muchas personas comienzan a tener proyectos diversos de familias».
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