Rafael Yuste (Madrid, 1963) es uno de los principales investigadores mundiales en el ámbito de la neurociencia. Catedrático en la Universidad de Columbia, en Nueva York, se convirtió en el ideólogo del proyecto Brain ('cerebro' en inglés, aunque se trata de siglas que significan 'Investigación ... del Cerebro a través del Avance de Neurotecnologías Innovadoras'), que fue una de las iniciativas científicas más importantes de las apoyadas por Obama durante sus ocho años de presidencia. Yuste, admirador de Ramón y Cajal, a quien debe además su vocación, se formó en Cambridge con el Nobel Sydney Brenner y más tarde se doctoró ya en EE UU bajo la dirección de otro Nobel, Torsten Wieser. Periódicamente viaja a España porque colabora con el Instituto Cajal, de la Politécnica de Madrid, y asesora a centros tecnológicos en el País Vasco, Andalucía y Cataluña.
- Inteligencia artificial, capacidad para leer la mente y escribir en ella, conexión cerebro-ordenador... ¿Tenemos que redifinir el concepto 'humano'?
- Sí, y por eso es tan importante este tema. Estamos abriendo la lata del cerebro, que genera la mente humana y ahí está todo lo que somos, lo que incluye el arte las sensaciones, los sentimientos... En el momento en que entramos ahí cambiamos el concepto de ser humano. Esto no es ciencia ficción. De hecho, ya hay empresas como la de Elon Musk que hacen tecnología de interfaz cerebro-computador para conectar los cerebros a la red y construir así un ser humano híbrido.
- Abre posibilidades insospechadas pero también genera temores.
- Por eso queremos definir las reglas. Un grupo de 25 especialistas, del que formo parte, publicó un artículo en 'Nature' en 2017 planteando la necesidad de normas. Queremos poner los guardarraíles para la tecnología del futuro, para marcar una ruta segura de forma que la evolución de esa tecnología no sea una amenaza para la Humanidad. La Declaración Universal de los Derechos Humanos es donde hoy mejor se determina la esencia humana, pero hay que ponerla al día, incorporar nuevas protecciones con visión de futuro y precisar más la misma definición.
«Las enfermedades mentales, cada vez más frecuentes, se pueden llevar por delante la economía»
El papel de la ciencia
- Llegados a este punto de la entrevista puede que no pocos lectores estén pensando que hay muchos investigadores diseñando ese futuro pero ha llegado una pandemia y el mejor remedio para luchar contra ella ya se aplicó hace un siglo: quedarse en casa.
- Esta pandemia ha demostrado que la Humanidad no está organizada de la mejor forma posible, dado que se ha hecho evidente la incapacidad para resolver un problema médico y científico de una forma inteligente. Hay una desconexión entre el conocimiento científico y la gobernanza del mundo. Por eso, mi compañero Darío Gil, jefe de investigación de la IBM, y yo hemos propuesto la incorporación de la ciencia a todos los gobiernos del mundo y a todos los poderes: legislativo, ejecutivo, judicial e incluso los medios de comunicación.
«Debemos poner los guardarraíles para la tecnología del futuro, para marcar una ruta segura»
- ¿A qué nivel?
- Si miramos el lado bueno de las cosas, sin ignorar por supuesto los costes terribles de todo tipo que la pandemia ha supuesto y todavía supondrá, podemos llegar a la conclusión de que lo sucedido puede hacernos reexaminar las bases de lo que queremos hacer. Como le decía, tenemos la oportunidad de incorporar la ciencia a la gobernanza, con órganos asesores en todos los poderes, incluso con una vicepresidencia, igual que antes se hizo con el Derecho y la Economía. Permitiría crear una sociedad mejor porque daría ventajas en todos los aspectos de la vida, dado que el cerebro está involucrado en todo lo que hacemos. Muchos problemas, no digo todos pero sí muchos, podrían resolverse.
- Volvamos a los avances que se abren ante la Humanidad, a esa propuesta que han hecho ustedes de fijar nuevos derechos. Porque hablamos de que alguien puede llegar a determinar nuestra ideas.
- Lo propusimos porque esto es algo tan gordo que termina siendo un problema de derechos humanos. Tenemos que proteger la mente y por eso hablamos de la necesidad de defender la individualidad, el yo, porque si interfieres en el cerebro de alguien cambia su mente. Y proteger también el libre albedrío; que nuestras decisiones sean nuestras, sin interferencias externas en nuestro cerebro, porque eso es algo que ya hemos visto en animales.
«Nos van a mandar disparados al futuro y sin perder la esencia de lo que somos»
tecnologías en neurociencia
- ¿Ya es factible interferir en ellas?
- En ratones se ha conseguido introducir en su cerebro imágenes y que crean que las han visto con sus ojos. Si eso nos lo hicieran a nosotros y pensáramos que hemos visto algo que en realidad nos han introducido en la mente, tomaríamos decisiones guiados por lo que otros nos han metido en la cabeza. Algo de eso ya lo vemos en casos de los esquizofrénicos: no distinguen las voces que suenan de verdad de las que oyen en su cabeza.
«No nos gusta la palabra pero es cierto que estamos en el camino de un aumento cognitivo»
- Cambiar la forma de pensar de alguien... eso es un objetivo desde la Edad Media. Entonces había filtros de amor de los que se decía que hacían que quien los tomaba cayera enamorado de quien se lo proporcionaba.
- No se me había ocurrido, pero es esa misma idea, solo que ahora no se refiere solo al amor. Se podría cambiar su actitud ante el amor y ante todo. Todo puede cambiarse. Ya se han implantado memorias falsas a ratones, que creen haber vivido algo que no han vivido. Tenemos la obligación de hacer esto para avanzar en la cura de muchas enfermedades neurológicas.
- Eso llama la atención. Estamos pensando en un futuro inimaginable para la mayoría pero ahí siguen enfermedades neurológicas que no tienen tratamiento. ¿No es una paradoja?
- No, porque como le decía esa es la razón de que estemos haciendo todo esto. Un artículo reciente en una revista advierte de que las enfermedades mentales se pueden llevar por delante la economía.
Leer y escribir en el cerebro
- Porque cada vez hay más gente que sufre alzheimer, parkinson, demencia senil, esquizofrenia...
- Ninguna de esas enfermedades, y otras, afecta a demasiada gente, pero todas sumadas son un porcentaje muy alto y además creciente y no tenemos cura de ninguna porque no entendemos cómo funciona la máquina y si no lo sabemos no podemos arreglarla, ni tenemos la tecnología para hacerlo. El programa Brain recibió un gran impulso porque Obama, a partir de un informe del portavoz republicano en el Congreso, destacó que la demencia supone un coste tal que, si no se hace nada, en veinte años será una gran amenaza para la economía.
- Dejemos a un lado la lucha contra enfermedades del cerebro y nos quedamos en las posibilidad de ampliar capacidades intelectuales. ¿Estamos ante la posibilidad cierta de crear superhombres?
- Nosotros no usamos ese término porque puede ser excesivo y está muy cargado de otros significados, pero es cierto que estamos en el camino de un aumento cognitivo de la Humanidad. Llevamos toda la historia creando herramientas cada vez más sofisticadas para aumentar nuestras habilidades e inteligencia y seguimos en ello. Cuando la inteligencia artificial se instale en nuestro cerebro tendremos una capacidad cognitiva aún mayor.
«La empresa de Musk ya tiene muy avanzadas técnicas para dotar al cerebro de un GPS»
- ¿Qué nos ayudaría a hacer?
- Un ejemplo muy claro. Pensemos en un GPS que va instalado ya en todos los móviles. Gracias a él te mueves por ciudades y lugares en los que no has estado nunca. Ese dispositivo es externo pero no estamos lejos de poder tenerlo en nuestro cerebro. No solo eso: hablamos de acceso a bases de datos y comunicación mental con otros, por ejemplo. Son avances que nos convertirán en personas con muchas más habilidades que nuestros antepasados.
- ¿En qué plazos podrían estar disponibles esos avances?
- Leer la actividad cerebral va por delante de escribir en ella. Hoy ya se puede escanear la cabeza de alguien y más o menos definir las imágenes que hay allí. Facebook está trabajando en un dispositivo que puede ser un casco o diadema para poder escribir en el ordenador sin utilizar los dedos, una herramienta para pasar directamente del pensamiento al texto. Esto está ya en marcha.
- Parece que va todo muy rápido.
- Leer en el cerebro se conseguirá en muy poco tiempo: de seis meses a tres años para un desciframiento del cerebro, que inicialmente será muy básico y a partir de ahí se avanzará hasta cosas más complejas. Lo de escribir en él es más complejo pero confío en que será en cinco años o quizá algo más. La empresa de Musk ya tiene muy avanzadas técnicas para dotar al cerebro de un GPS y cosas aún simples, pero será el primer paso.
«Saldrán reforzadas»
- ¿Qué será del arte, de la literatura, la música, la filosofía? ¿Qué sucederá cuando nuestros cerebros tengan tantas capacidades?
- Esta es una revolución para bien y todas esas actividades creativas típicas de los humanos saldrán reforzadas. Entraremos en un nuevo humanismo y sus consecuencias serán comparables a las que en su momento tuvo la introducción de la escritura o la de la imprenta. Nos va a mandar disparados al futuro y sin perder la esencia de lo que somos. Como sucedió con esas revoluciones anteriores dedicaremos menos tiempo a buscar comida, a la tiranía de problemas atávicos... Entraremos en un nuevo Renacimiento con una sociedad cada vez más inteligente.
- Usted no tiene miedo.
- No tengo miedo al futuro. Es más, estoy deseando que ocurra. El futuro pasa por la ciencia, que ha hecho tanto por la Humanidad.
- Toda la ciencia ficción que hemos conocido se va a quedar vieja en diez años.
- Algunas cosas que apuntan las obras de ciencia ficción no me las creo pero hay otras que sí me parecen acertadas. Muchas veces, la ciencia ficción mete miedo y hace daño. El tema se ha ensuciado con mitos distópicos sin base científico y que asustan a la gente. Por eso no me gustan esas novelas y películas. Ya tenemos bastante con los prejuicios atávicos que hemos heredado.