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Josu García
Lunes, 23 de octubre 2023, 09:36
Sucedió el pasado 13 de febrero. Las puertas de una unidad de Metro Bilbao atraparon el brazo de un joven en la estación de Peñota. El tren se vio obligado a parar «unos segundos» hasta que el pasajero pudo liberar su extremidad. No sufrió heridas ... de consideración. Tampoco el convoy presentó daños, pero, con el tiempo, aquel hecho ha derivado en una «sorprendente» multa de 150 euros. Una sanción que el viajero acaba de recibir en su domicilio y que considera «injusta».
Asier tiene 23 años. Reside en Portugalete. Es monitor scout y está terminando un grado superior de Electromedicina Clínica. El «fatídico» 13 de febrero, el joven se dirigía a un examen. Eran las ocho menos diez de la mañana. Iba con el tiempo justo porque había estado estudiando hasta el último momento. Así que salió de casa a la carrera para coger el metro. «Bajé rápido las escaleras... Si lo perdía, iba a llegar tarde y posiblemente tiraría por la borda todo el trabajo que había hecho en preparar la asignatura», cuenta. En un acto inconsciente, Asier intentó entrar en el vagón como fuera. Ya había sonado el aviso acústico. «Salté pensando que llegaba y las puertas se cerraron y me atraparon», cuenta.
El momento se vivió con cierta tensión. El joven asegura que nadie de Metro Bilbao le ayudó a liberarse. «Estaría más de un minuto (el suburbano sostiene que fueron solo unos segundos) y ni el conductor ni el personal de seguridad se presentaron por allí para echarme una mano».
- ¿Sintió miedo?
- En principio, no. Porque yo había leído que el metro tiene un sistema especial que no arranca si las puertas no están herméticamente cerradas. Pero tampoco es agradable estar ahí con el brazo metido. Te lo puedo asegurar. Hace más daño de lo que parece. Hay que hacer mucha fuerza para removerlas.
Tras liberarse, Asier entró al vagón y el tren siguió su marcha sin mayores problemas ni sobresaltos. El joven de Portugalete llegó a su examen. Lo hizo y lo aprobó. Fin de la historia. ¿O quizás no? Dos semanas después, el chico fue abordado en la misma estación y a la misma hora por personal de la compañía. «Me pidieron que me identificara, que les mostrara el DNI y la Barik», cuenta. «Yo no entendía nada. Pensé que se habían equivocado de persona. Tampoco me dejaron claro qué querían».
Le tomaron los datos. En meses no tuvo noticia de un episodio que prácticamente había borrado de su memoria. Sin embargo, ya a finales del verano, este monitor scout recibió una carta certificada del Gobierno vasco en la que se le imponía una multa de 150 euros. ¿El motivo? El incumplimiento del artículo 108.1.1 del reglamento general ferroviario.
El precepto reza así: 'Será falta leve la obstaculización o el uso indebido de los mecanismos de apertura o cierre de las puertas de los coches del tren'. El joven de Portugalete admite que, de forma instintiva y por no querer llegar tarde al examen, quizás «no actué del todo bien al intentar introducirme en el vagón cuando ya era tarde, pero, de verdad, no lo hice con ninguna mala intención y pensé que me iba a dar tiempo». Asier recuerda, además, que no provocó un retraso notorio ni ninguna otra alteración (el propio metro ha reconocido a este diario que el incidente se saldó en cuestión de «segundos»). «Me parece que la multa está fuera de lugar. Es desproporcionada».
¿Qué dice la compañía de transportes? El suburbano se remite al citado reglamento estatal. Asegura que se produce «un uso indebido u obstaculización, con independencia de la voluntariedad del sujeto infractor». A juicio de sus asesores jurídicos, «la voluntad de retener las puerta es clara». «Tras el pitido de aviso y el cierre casi completo, el sujeto introduce el brazo a última hora, manteniendo el tren detenido varios segundos, afectando al resto de usuarios y al conjunto de la circulación».
Respecto a la identificación, que se produjo dos semanas después, el metro dice que se intentó realizar en el momento pero que la seguridad no llegó a tiempo, pero la toma de los datos se hizo «dentro del plazo legal». Asier estudia ahora qué camino seguir para intentar que la sanción no se haga efectiva.
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