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Los expertos de FAD Juventud han realizado un estudio en profundidad sobre la relación de los jóvenes y adolescentes españoles con la pornografía. Las conclusiones demuestran que el problema es incluso más grave de lo que se parecía. La mayoría de los chicos y chicas ... son conscientes de que estas imágenes y películas fomentan la cultura de la violación, el machismo y la violencia de género, pero aún así su consumo, posible a un solo clic del móvil, es algo generalizado desde el inicio de la pubertad y en muchos casos desde la infancia.
El trabajo desvela que el acceso a la pornografía en la era de internet está extendidísimo entre los jóvenes, sobre todo entre ellos. Se puede decir que es masivo. Dos tercios de los españoles de 16 a 29 años visionaron este tipo de imágenes en el último año, una proporción que roza el 75% entre los varones de cualquier edad. La mitad, más en el caso de los adolescentes, se conectan a escondidas de la familia y en muchos casos también de los amigos o la pareja.
Los chicos son los grandes usuarios. Uno de cada cinco visiona sexo explícito a diario y la mitad al menos lo hace una vez por semana. La chicas están menos enganchadas. La mitad se conecta, pero de forma más esporádica, con una frecuencia entre cuatro y diez veces menor que la de ellos.
Cuando está más vivo que nunca el debate sobre adolescentes y control de los móviles, se confirma que el inicio en el porno es precoz. Se produce de media a los 13 años, pero una cuarta parte de menores ya comienza a acceder antes de los 11 y hasta un 6,5% conoce la industria del sexo con 8 años o menos. Si solo se cuenta con los varones se llega al extremo. El 27% ha visto porno antes de los 11 y el 8,5% antes de los 8.
Cuando se habla de visionado de pornografía no son simples imágenes sugerentes. Lo más consumido es porno duro con sexo explícito. Es lo que ve el 45% y más de la mitad en el caso de los chicos. Pero solo es el primer escalón. Un 25% a estas imágenes explícitas les añade violencia física y verbal y un 17% se entretiene con películas de alta violencia, violaciones o abusos y vejaciones constantes a las mujeres.
El consumo es masivo pese a que son conscientes, en una buena parte de los casos, de los daños, incluso muy graves, que causa este hábito en su vida, sus relaciones sociales o su sexualidad. Eso sí, las más conscientes de los efectos perversos son ellas y los más mayores, los de más de 24 años. Los chicos, sobre todo los adolescentes, son menos críticos e incluso destacan ciertos puntos positivos, como el aumento de conocimientos sexuales o de placer en sus relaciones.
En cualquier caso, cuatro de cada diez, la mayoría de los que expresan una opinión, aseguran que la pornografía está plagada de machismo y de discriminación a las mujeres y admiten que fomenta las agresiones sexuales y la cultura de la violación. Este convencimiento lo tiene la mitad de las jóvenes consumidoras.
Pero no son los únicos efectos perversos que aprecian en el visionado habitual de porno. Un tercio de los jóvenes, más en el caso de ellas, piensa que incentiva a no usar preservativo, que falsea la imagen de cómo es el sexo, que aumenta las presiones sobre la pareja o desconocidas para tener sexo o realizar prácticas concretas y, lo que es más peligro, que fomenta el uso de violencia en las relaciones sexuales.
El trabajo también constata que, como ocurre con los videojuegos o el juego, es capaz de crear adicciones sin sustancia. La mitad de los adolescentes y jóvenes españoles admiten ver demasiado porno -muchos han intentado reducir los accesos son lograrlo-, entre el 30% y el 40% confiesa que el hábito afecta negativamente en sus estudios, trabajo o sueño y a sus relaciones familiares, sociales o de pareja, y hasta un 30% confiesa que cuando no consigue tener su dosis de imágenes se siente ansioso o irritable.
Una de las razones del masivo acceso al porno es que hasta la mitad de los jóvenes españoles indican que no ha recibido una educación sexual de calidad ni en la escuela ni en la familia, por lo que el 60% busca información por su cuenta. Sin embargo, cuando se miran las razones con que justifican el alto consumo, esta motivación la citan en séptimo lugar, salvo en el caso de las chicas, que sí que la colocan entre las primeras. Para ellos, las motivaciones mayoritarias son la masturbación y la diversión.
No obstante, sí que están convencidos de que una buena y temprana educación sexual minimizaría el consumo de porno y parte de los riesgos. Seis de cada diez creen que sería fundamental para evitar los efectos negativos, más de la mitad piensa que el visionado de estas imágenes es perjudicial a edades tempranas y el 40%, sobre todo en el caso de ellas, indica que este hábito genera desinformación sexual.
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