Laura Baena
Vermú de domingo ·
Lamenta que aún hoy «lo normal es que el hombre haga las tareas visibles, ellos son padres ejecutores que hacen lo que les dice su pareja»Laura Baena
Vermú de domingo ·
Lamenta que aún hoy «lo normal es que el hombre haga las tareas visibles, ellos son padres ejecutores que hacen lo que les dice su pareja»Cuando en 2014 Laura Baena publicó un tuit preguntando «¿Cuál es tu mérito de Malamadre?», no sabía la cantidad de malasmadres que iban a salir del armario. «Ese sentimiento individual conectó con una necesidad social de que alguien dijera la verdad sobre la maternidad», afirma. ... Y tanto conectó que acabó fundando el Club de Malasmadres, una comunidad de más de un millón de mujeres que intentan romper con el mito de la maternidad perfecta compartiendo sus experiencias.
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Además, preside la asociación Yo no renuncio, que lucha por implantar medidas para conseguir la conciliación real, y sigue haciendo gala de sus innatas dotes de comunicación en sus charlas y en 'Malasmadres On Tour', un evento para cuidarse y 'malamadrear'.
-¿Disfrutar del aperitivo del domingo sin niños es de malamadre?
-Ese es el sueño de toda malamadre [risas]. Otra cosa es que se cumpla, pero ya tenemos nuestras estrategias para poder huir cuando no nos ven.
-¿Qué es ser malamadre?
-Es tomarte con humor la maternidad, vivirla con libertad intentando no escuchar demasiado los juicios externos y sin que la M de madre aplaste la M de mujer. También es vivirla con ese sentimiento de lucha y de comunidad, y conciliando como puedes. O sobreviviendo.
-Al ser madres nos damos cuenta de que la igualdad real no existe.
-Es que, cuando llega la maternidad, se espera de nosotras que trabajemos como si no fuéramos madres y que seamos madres como si no trabajáramos. Entonces, si tenemos un sistema que da la espalda a los cuidados en un modelo laboral que expulsa a las madres, ¿dónde estamos nosotras?, ¿quién cuida a las madres? Pues nadie, y la renuncia se alza como la única solución para sobrevivir.
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-De hecho, usted renunció a su carrera profesional tras su primera maternidad.
-Sí. Fue una crisis total, pero me di cuenta de que era un problema social que afectaba a toda la generación y que no iba solo de mí, que la culpa no estaba en mí, porque eso es lo que te hacen sentir hasta que te das cuenta de que no es tu culpa y de que tú no estás eligiendo, sino que estás renunciando: estamos en una sociedad en la que es imposible ser madre profesional porque la relación entre la vida y el trabajo no funciona.
-Luego está lo de la corresponsabilidad de la pareja, que es algo más que ir el sábado al supermercado. Y dándole hecha la lista de la compra.
-¡Claro! En mi caso no se da esto porque somos una pareja corresponsable. Lo hemos trabajado juntos, y él es un hombre que ya venía educado en igualdad y corresponsabilidad por mi buena suegra. Pero esto no es lo normal; lo normal es que el hombre haga las tareas visibles, no las invisibles, y la carga mental recaiga sobre las mujeres madres. Ellos son padres ejecutores que hacen lo que les dice su pareja, y eso no es corresponsabilidad; corresponsabilidad es hacer las tareas de inicio a fin. Solo un 8% de los hombres está en los grupos de WhatsApp del cole, solo un 10% interrumpe su jornada laboral cuando un hijo o una hija enferma. Las mujeres cargan con lo más complicado, que es lo invisible, y eso genera problemas de salud mental a la mayoría de las madres.
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-Han pasado diez años desde que fundó Malasmadres. ¿Ha cambiado algo?
-Al menos, ahora la gente sabe lo que es la conciliación. Me siento orgullosa de haberla puesto no solo en el debate público, sino en la agenda política: hasta que llegamos nosotras no se hablaba de cómo la maternidad nos expulsa del mercado laboral, ni de que sin conciliación no hay igualdad posible, ni de la renuncia que hacemos las mujeres al llegar la maternidad, porque renuncia es una reducción de jornada, es una excedencia. Todo esto ha empoderado a las mujeres y a las madres y las ha llevado a exigir sus derechos. Pero los cambios efectivos han sido pocos y muy lentos: las leyes están ahí, pero no se cumplen. Nosotras tenemos un teléfono amarillo de la conciliación al que nos llegan casos cada día de empresas que deniegan el teletrabajo, que echan a las mujeres cuando están embarazadas o que les cambian funciones. Hay normas que no están suficientemente desarrolladas y hace falta mucha más vigilancia de esas políticas, además de un compromiso gubernamental, empresarial y social.
-Pero, seas madre o no, es muy difícil conciliar la vida personal con la laboral.
-Exacto. Hemos asumido un sistema productivo que es ingestionable. Esto es un problema que sufrimos mayoritariamente las madres, porque ahí es donde ya nos expulsan directamente, pero es que tú has retrasado serlo o has renunciado a ello porque el sistema no te lo permite. Por eso la gente no ve el momento de poder formar una familia, aunque quiera. El deseo de ser madre es una construcción social, y si tú no tienes el entorno favorable para serlo (un trabajo no precario, una vivienda digna y unos recursos), ni siquiera te va a llegar ese deseo.
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-¿Y cómo sobrevivimos a la maternidad?
-Lo más importante es bajar la autoexigencia. No podemos controlarlo todo, tenemos que soltar e ir agarrando minutitos para podernos quedar mirando la pared en silencio y a solas, que es el objetivo. O tomarnos el vermú solas [risas].
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