Si los mataderos tuvieran paredes de cristal, todos seríamos vegetarianos». Para dar aún más fuerza a esta frase, atribuida al ex Beatle Paul McCartney, hay una creciente actividad entre los grupos animalistas para hacer visible lo que ocurre dentro de los muros de las factorías ... cárnicas. Si comemos con la mirada, también nuestros ojos son el camino más directo hacia nuestra conciencia. En 2010, un grupo de defensores de los animales de Toronto (Canadá) solía ver pasar cada día ocho o diez camiones llenos de cerdos apiñados y asustados camino del sacrificio. A partir de 2011, decidieron iniciar vigilias casi diarias. Se concentraban ante los camiones y se despedían de los animales. Les hacían fotos y vídeos y los colgaban en las redes. Era su forma de cristalizar, de hacer transparente lo que vendría después. Una especie de duelo horas antes del duelo real. Nacía así Toronto Pig Save (Salvar a los Cerdos de Toronto).
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El pasado jueves se presentó el Santander Animal Save. Es el último de los 33 grupos que se han organizado en España desde que este movimiento arrancó en el país, hace menos de año y medio. Se suman a los más de 600 de todo el mundo. Y la cifra no deja de aumentar. Las redes sociales, el creciente peso del activismo en defensa de los animales y un esquema de funcionamiento que se repite en todas sus sedes han permitido una fácil multiplicación. «Nuestro fin es tener un grupo enfrente de cada matadero en el mundo», arenga Christina Plantiful, una de sus líderes mundiales, que estos días recorre España para apoyar a nuevos colectivos.
Barcelona fue uno de los pioneros. En el otoño de 2017, jóvenes mayoritariamente veganos (contrarios a los alimentos derivados de los animales) comienzan a reunirse un día a la semana ante los mataderos de la ciudad condal, Hospitalet y Sabadell. Móviles en mano, fotografían y graban a los animales enjaulados en los camiones. Algunos introducen botellas para darles agua. Muchas reses son conducidas sedientas para que su carne se mantenga magra. «Queremos que la gente reflexione sobre lo que come y lo que es en realidad. Dicen que si los mataderos estuvieran en Plaza de Cataluña nadie tomaría carne», explica, parafraseando a Paul McCartney, Marc Ramoneda. En las imágenes del Facebook de Barcelona Animal Save se distingue una pancarta: 'Sin prejuicios. Solo amor a los animales'.
Desde Badajoz, el creador del grupo Animal Save local, Federico Gallo, expresa opiniones similares: «Tratamos de que la gente se dé cuenta de que detrás de una bandeja de carne del supermercado hay algo más que una cosa». En la ciudad extremeña, arrancaron sus actividades el pasado mes de diciembre.
La génesis en España de la defensa de los derechos de los animales criados en cautividad para consumo se remonta una década, con la labor de colectivos como Igualdad Animal, los primeros en mirar hacia los corredores del sacrificio de las fábricas. El fotógrafo Aitor Garmendia dedicó años a documentar su compromiso por la liberación animal en el proyecto Tras los Muros. Con la complicidad de gente de dentro y de activistas de fuera, logró visitar ochenta mataderos. Las imágenes del sistema industrial de producción pueden verse en su documental 'Matadero' y en sus reportajes gráficos (www.traslosmuros.com). «Pretendo aportar información y poner luz allí donde la industria de la explotación animal levanta muros y alambradas», denuncia Garmendia.
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Tienen enfrente a un sector que mueve 24.000 millones de euros en España, genera miles de empleos y se esfuerza en contrarrestar las críticas con campañas sobre el trato digno en sus cadenas de producción. «Pero todo esto no es más que propaganda, no hay bienestar animal posible en un matadero», insiste Garmendia, que ha difundido sus reportajes por otros países.
Las imágenes de 'Matadero' corroboran sus palabras. Vacas encajonadas y de mirada desencajada esperando el tiro de gracia con una pistola de perno cautivo paralizante. Gallinas que no son aturdidas antes del desolle, cerdos que todavía sufren espasmos mientras les aplican un soplete o empieza su despiece... «La industria nos bombardea con imágenes de animales felices, prados verdes y cielos azules –advierte el fotógrafo–. Por eso es importante mantener la tensión informativa y seguir trayendo al debate público la explotación animal».
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Acciones desde el respeto
Las vigilias ante los mataderos mantienen un protocolo estricto:ser testigos sin altercados. Sus activistas se imponen calma, ausencia de gritos y ruido, no tocar ni subir a los camiones y trata con respeto a los trabajadores del sector. El efecto viral lo logran con sus vídeos y fotos.
David frente a Goliat
A pesar del auge de centenares de grupos y el creciente 'lobby' animalista, la industria cárnica es un gigante que genera 24.000 millones de euros al año en España, la cuarta parte de todo el sector alimentario. Además, da trabajo a decenas de miles de empleados en las más de 3.000 empresas de producción, tratamiento y distribución de derivados cárnicos.
3.500 kilogramos
3.500 millones de kilogramos factura en España la 'alternativa vegetal' (salchichas y hamburguesas 'verdes') de la industria cárnica, que trata de responder a la incipiente demanda de productos que sustituyan a los fabricados a partir de carne real. Las ventas anuales superaron los 40 millones de euros en 2018.
En los últimos meses, la bandera de estas campañas la capitaliza Animal Save, que tiene promotores del movimiento global que recorren las ciudades en busca de personas sensibilizadas con la causa. Los universitarios son uno de los colectivos más sensibles a este discurso. Y los documentales, una de las vías más directas de concienciar. Federico Gallo invitó a un grupo de compañeros de Badajoz a ver 'Cowspiracy'. Bajo el juego de palabras entre 'cow' (vaca, en inglés) y conspiración se revela uno de los documentales que más ha impactado en la opinión mundial. Producido por el actor Leonardo di Caprio, describe no solo el trato que reciben los animales en los mataderos, sino el enorme coste que para el medio ambiente supone toda la cadena de producción cárnica.
A las vigilias frente a las salas de los matarifes se están añadiendo nuevas líneas de activismo y protesta. Todas con el sello 'Save', como Climate Save (Salvar el Clima) o Health Save (Salvar la Salud). «Climate Save ya cuenta con casi cien grupos informando sobre el efecto destructivo que tiene la agricultura animal en nuestro planeta. Ahora nos estamos expandiendo mucho por Asia y el mundo árabe», avanza Christina Plantiful.
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En sus campañas destacan la importancia del respeto, evitar cualquier altercado y la no violencia. En cada vigilia hay un decálogo estricto para evitar incidentes y accidentes. «No somos enemigos de nadie. Tampoco de los trabajadores de los mataderos. Es algo que sale del amor y el respeto a la naturaleza», explica Federico Gallo. En sus giras por el mundo, Plantiful asegura que «los operarios de los mataderos suelen ver tanto sufrimiento que muchos se deprimen y nos cuentan que no quieren trabajar allí, pero que no tienen otra opción».
C. Plantiful, Save Movement
Aitor Garmendia, Tras los Muros
F. Gallo Badajoz Animal Save
Todos los activistas y colectivos animalistas reconocen la utopía que supondrían sus logros: una sociedad libre del consumo de derivados animales. Algo que está en el 'ADN' del origen y la supervivencia humanas. Desde Save Movement, Plantiful insiste en que ya «no es necesario consumir productos de origen animal para vivir, como demuestran los mejores dietistas». Otros se conforman con ir dando pasos. «Crear conciencia y lograr que, al menos, cambien algo las condiciones», destaca Gallo. Y recuerda cómo el activismo logró en 2017 que Francia impusiera cámaras de vigilancia para controlar el trato a los animales en las cadenas de sacrificio. De momento, lo más cercano a los muros de cristal que pedía Paul McCartney.
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