Domingo Luciano
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Domingo Luciano
Yenalia Huertas
Lunes, 22 de mayo 2023, 11:56
Domingo Luciano Cano vive en el municipio granadino de Jun, aunque los últimos tres años los ha pasado en una celda del Centro Penitenciario de Albolote. Mató de un disparo en la cabeza a un vecino de Alfacar de 47 años el 10 de marzo ... de 2020 y fue declarado culpable de un delito de homicidio y de otro de tenencia ilícita de armas por un jurado popular.
La Audiencia de Granada le impuso diez años y medio de cárcel. Ocho y medio, por el crimen, tras aceptar, aunque con matices, que actuó en defensa propia. Los años restantes fueron por emplear un arma de fuego para la que no tenía permiso. También lo condenó a indemnizar con unos 350.000 euros a los familiares del fallecido, cuyo cuerpo inerte fue encontrado, junto a un hacha y un palo, tres días después en un lugar próximo a la Acequia de Fardes. Llevaba además un machete en el cinto.
Aquel fallo, en el que se apreció una eximente incompleta de legítima de defensa, llegó a ser confirmado por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía Ceuta y Melilla (TSJA), pero el abogado de Domingo, el prestigioso penalista Pablo Luna, recurrió ante el Tribunal Supremo (TS) y le abrió la puerta a la libertad.
El pasado 18 de abril, una funcionaria de la prisión fue en busca de Domingo y le entregó un papel en el que decía que había sido absuelto, que se podía marchar. Él se pensó que era broma. No le dio un infarto de la impresión; ya le había dado entre rejas en las Navidades pasadas.
-¿Cómo se encuentra tras su salida de la cárcel?
-De momento estoy bien, después de lo que he pasado allí.
-¿Cómo ha sido su paso por prisión?
-Pues imagínese: un infierno. Y más cuando te ves como yo me he visto. Lo único que he hecho es defenderme y huir.
-¿Qué sucedió exactamente el 10 de marzo de 2020? ¿Es que tenía desavenencias con la víctima?
- Yo no había visto a esa persona en mi vida. Iba con un amigo. Teníamos una parcela allí muy cerca y teníamos nuestras habas, nuestros ajos, nuestras cebollas... Íbamos a intentar regar aquello y nos aproximamos al río a poner una goma y coger el agua, porque las tuberías estaban rotas. Y de golpe aparece este señor y empezó a golpes con mi amigo... ¡Pero a porrazos! Entonces yo me retiré porque yo iba armado y cogí el carril abajo. Ya viendo que lo iba a matar le dije «que lo vas a matar, déjalo» y él dijo «a ti te rajo ahora mismo» y salió corriendo, yo río abajo y él detrás. Él iba armado hasta los dientes: llevaba un pedazo de machete, el hacha, un garrote... Y ya viendo que me alcanzaba, paré. Saqué la pistola, cargué, llegó y me dio un 'garbazo'. Este reloj mismo (señala el que lleva puesto) me lo arrancó de la mano. Tira el garrote y echa mano al machete. Lo llevaba en el cinto. No podía permitir que me pinchara y ya le tuve que disparar. O le mataba yo, o me mataba él.
-¿Por qué llevaba la pistola?
-Yo he llevado siempre la pistola, porque estaba amenazado. Hubo con un vecino unos problemas y mataron a mi padre. Ese fue el primer juicio que se celebró en Granada con jurado popular, el de mi padre, por un 'niñato de leches' que fue condenado por asesinato y al final estuvo seis años en la cárcel. ¡Y a mí me meten diez años y medio!
-¿Usted confiaba en que su recurso prosperase en el Supremo?
-Después de lo que pasó aquí en el TSJA, que lo desestimaron, pues ya no tenía mucha fe en el otro. Me quedaban unas pocas de esperanzas porque es gente más especializada y ha habido suerte… Bueno, ha habido justicia. Es la realidad: que yo a esa persona no la conocía de nada ni yo me he metido en nada, nada más que me quieren matar en dos segundos allí.
-En un principio no se apreció la legítima defensa de forma completa porque se concluyó que tuvo otras alternativas a la hora disparar. ¿Le dio tiempo a pensar?
-Eso fueron segundos... ¡segundos!. Aquello no había manera de pararlo ni de pensar ni de nada. Yo lo único que hice, a 40 o 50 metros viendo que ya me cogía y ya cansado de correr, fue pararme, sacar la pistola y cargar, a ver si se paraba. Yo veo a un tío sacarme la pistola y no estoy tonto, no voy a seguir, y encima dando garrotazos y luego tirar del machete. ¿Dónde vas?
-¿Por qué adopto la víctima esa actitud violenta con ustedes?
-No tengo ni idea. Bueno, era violento con todo el mundo allí. Eso es otra de las que tengo en la cabeza. A mí me registró una vez la Guardia Civil el coche y yo tengo mi herramientas de ir al campo a diario: las tijeras, un serrucho… Me quitaron el serrucho y me dijeron «mañana se lo entregamos». Lo pusieron en manos del gobernador y tuve que hacer una pila de alegaciones y encima me costó 300 euros. Este señor va armado por la calle, que tenía amenazado allí a todo el mundo, con un 'machetaco', el hacha y con un señor garrote bien preparadito. Hay cabreros, cazadores, vecinos, de todo por allí... ¿Cómo no actúa la Guardia Civil y quita a esa persona de en medio? Si está mal, pues mira a un psiquiátrico o lo apartas donde sea. Tenía montones de quejas. Por lo visto había quien había comentado que los cazadores le habían tiroteado ya.
-¿Cuando uno actúa en legítima defensa y mata a una persona hay lugar para el arrepentimiento?
-Hombre, yo no he querido matar nunca a nadie. Imagínese: yo sé dónde está ese niñato que mató a mi padre y lo tengo localizado en cada momento. Y a ese sí tendría motivos para haberlo quitado de en medio. Sin embargo no le he hecho nada. ¿Por qué voy a meterme con una persona que no he visto en mi vida? ¿Me entiende?
-¿Qué pasó después del disparo? ¿Qué hicieron usted y su amigo?
-Pues que nos fuimos. Se quedó el otro allí… roncando. ¡¿Pues qué íbamos a hacer?! Le dije al otro «vámonos de aquí».
-A lo largo de esos tres años y pico de prisión ¿qué ha pasado por su cabeza?
-Por mi cabeza ha pasado de todo. Eran diez años y medio de prisión, ya llevaba tres y pensaba coger el permiso y largarme. Ya lo tenía todo organizado: largarme del país. Y dejar aquí a toda la Justicia del país. Que me buscaran, a ver si me iban a encontrar. Estaba todo planeado, todo organizado.
-¿Puede reclamar ahora por su estancia en prisión?
-Según don Pablo (su abogado), creo que sí. Voy a reclamar no solo eso. He estado dos años esperando el dentista, allí nada de nada. Allí no eres nada. Puedes echar todas las instancias que quieras, que las tiran o no sé qué hacen con las instancias.
-Usted no tenía usted licencia de armas (de ese delito no le han absuelto, pero se ha dado por cumplida la pena).
-Bueno, tenía de las escopetas. De la pistola, no. Pero esa la he tenido yo toda la vida de herencia. Y por eso estoy aquí, si no no estaría aquí, seguro.
-¿Cree en la Justicia después de lo que ha sucedido en su caso?
-Hombre, ahora ha cambiado, porque el Supremo es el que ha venido a poner las cosas en su sitio.
-Aparte de la condena a prisión, también fue condenado a pagar una elevada suma como indemnización a la familia de la víctima de la que asimismo se ha librado. ¿Podía hacer frente a esa cantidad?
-Sí, podía. Por la casa. Eran trescientos y pico mil euros. Ahí pedían por todos sitios. Menos mal que no había 20 hermanos, porque si no ahí cobraba hasta el gato. No sé cómo ponen ese valor por una muerte.
-¿Usted ha llegado a hablar con la familia del fallecido?
-Yo no he hablado con nadie. No he tenido opción.
-¿Y si pudiera hablar con ellos qué les diría?
-Hombre… pedirles perdón… Pero que yo no tuve la culpa, que yo es que me tuve que defender. En ningún momento mi objetivo era matar a ese ni a nadie. Usted pisa una hormiga y se revuelve, se defiende. Todo el mundo intenta defenderse. ¿Y qué hice yo? Pues defenderme porque me estaban atacando. Eso es lo único que hice, defenderme. Y si no haga usted la prueba un día: pise una hormiga y verá como la hormiga intenta morder.
- ¿Cabe el arrepentimiento?
-¿Qué se ha encontrado dentro de prisión?
-Allí, en la prisión hay dos clases (de reclusos). Unos que vamos como yo y por errores, y otros que son carne de allí. Y hay gente que no debe salir. Hay quien sale y al mes están allí otra vez. Tres días tardan en volver algunos.
-¿Usted no se considera un asesino?
-Si me considerase un asesino, entonces hubiera empezado hace ya tiempo. Lo único que hice fue defenderme cuando ya tiró el garrote... ¡que no era un garrotillo! Yo pedí una reconstrucción de los hechos y se me negó. No apareció el machete y con la Guardia Civil estoy muy molesto, muy molesto.
-¿Su pistola apareció?
-La pistola que la busquen en el río.
El abogado que ha llevado la defensa de Domingo Cano, Pablo Luna, que cuenta con una dilatada trayectoria profesional, da fe de que «la apreciación de la legítima defensa completa es muy excepcional». Por eso esta sentencia ha tenido la repercusión mediática que ha tenido. Incluso, como agrega el letrado, ha sido objeto de comentario en las revistas jurídicas. «El sistema jurisdiccional español es muy reticente a apreciar la legítima defensa completa porque significa una delegación sobre la capacidad del castigo del Estado hacia una persona en concreto, cosa que no ocurre en otros sistemas jurídicos, incluso europeos», aclara. En este punto, agrega que el problema con el jurado se acrecienta mucho más cuando se trata de un caso como el de su cliente, al ser muy difícil transmitir en el objeto del veredicto a los miembros del jurado la distinción entre lo que es una mera desproporción material (una pistola frente a un garrote, un hacha y un machete) «con la desproporcionalidad jurídica que obliga a tener que estudiar todas las circunstancias antecedentes y coetáneas del momento en que ocurre». Para Luna, el TS ha dictado una sentencia «valiente». «No sé si va a significar un cambio en la sala Segunda del TS el poder interpretar la desproporcionalidad jurídica, no material, que es importante que se tenga en cuenta». Junto a ello, subraya que «esto no es abrir la mano a la ciudadanía para que pueda defenderse por sí misma, pero sí es cierto que tenemos casos muy llamativos, como el caso Tous, por ejemplo, donde apreciar la legítima defensa completa es como si el Estado fracasara por sus propios medios y tuviera que entregar a los ciudadanos»
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