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Un migrante descansa en una playa canaria tras haber completado su travesía. Reuters
Las llegadas de migrantes irregulares se disparan: radiografía de una bomba a punto de estallar

Las llegadas de migrantes irregulares se disparan: radiografía de una bomba a punto de estallar

La pobreza endémica y la inestabilidad política en el Sahel disparan las llegadas de migrantes irregulares, que colapsan el sistema de acogida canario y provocan tanto una crisis humanitaria como política. Los expertos auguran que la situación empeore

Sábado, 24 de agosto 2024, 13:02

Canarias está al límite. Francisco Candil, viceconsejero de Bienestar Social del gobierno autonómico, explica por qué con números contundentes: «Actualmente, tenemos 5.200 menores extranjeros no acompañados en 81 centros de acogida. Es un número que se ha reducido sensiblemente desde los 5.700 que llegamos a albergar entre marzo y abril, pero en cuatro días han llegado sesenta más. Y vuelve a crecer el número de llegadas. Solo en los primeros 18 días de agosto han arribado 17 embarcaciones con 1.189 personas a bordo, de las que 136 son menores».

Hasta mediados de agosto, el número de migrantes irregulares llegados a las costas del archipiélago ha crecido un 126% anual. Ya son 22.304, una cifra que se acerca a los más de 31.000 registrados en todo 2006 durante lo que se conoció como la 'crisis de los cayucos'. Y las costuras de la infraestructura de acogida amenazan con reventar. «Tenemos gravísimos problemas para encontrar espacio y profesionales para atender a los migrantes», reconoce Candil en una conversación con este diario.

28.806 migrantes

han muerto cruzando el Mediterráneo camino de Europa en la última década. Es casi la mitad de todos los fallecidos en movimientos migratorios en todo el mundo.

«No sé cuánto podremos aguantar. Llevamos un año lanzando un SOS porque esta crisis humanitaria puede provocar otros conflictos. Por ejemplo, en Lanzarote hemos tenido que cerrar un centro por su deterioro y, aunque no queramos, nos vemos obligados a poner carpas en algunos puertos para poder hacer una primera acogida», añade, sin esconder su preocupación.

La situación en Ceuta, otro de los frentes de la migración irregular por mar y tierra, es similar. «Estamos desbordados. Los recursos ordinarios de la ciudad son de 88 plazas y estamos albergando en torno a 430 menores. O sea, cinco veces la capacidad de una ciudad de 18 kilómetros cuadrados con la mayor densidad de población de España», se lamenta Alberto Gaitán, consejero de Presidencia y Gobernación.

En todo 2023 llegaron a la ciudad autónoma 266 menas. En lo que llevamos de 2024 suman ya 635. Y siguen lanzándose al mar cada día, sobre todo en noches con niebla. «Hemos hecho un llamamiento de auxilio al presidente del Gobierno. Ahora no son conflictivos, pero eso puede cambiar en cualquier momento», explica Gaitán, que plantea una cuestión política relevante. «Tenemos que decidir si queremos que toda Ceuta sea una cárcel de inmigrantes. Como la justicia ya ha dejado claro que a Marruecos no se pueden devolver, si no lo queremos hay que sacar a los menores de alguna forma».

Uno de los cayucos llegados al puerto de La Restinga, en la isla de El Hierro, en 2023. EP

Los adultos, como son competencia del Estado, son enviados desde el Centro de Estancia Temporal (CETI) a la península. En su totalidad, las llegadas a Ceuta han aumentado un 143% entre enero y agosto en comparación con los datos de 2023, año en el que se registró la cifra más alta -56.852- en el conjunto de España desde el récord de 2018, cuando fueron 64.298. «No es descartable que continúen subiendo», avanza Mar García Navarro, responsable de Accem en Extremadura. «Por eso, conviene revisar las políticas para la gestión de la inmigración», reclama.

El conflicto político

El reparto de los migrantes es una patata caliente de dimensiones continentales. A nivel europeo, hay una clara división entre los países de la frontera sur que los reciben y el resto, especialmente los del norte y el este de la Unión. Pero no menos agitado es el conflicto dentro de España, sobre todo por la acogida de los menas. «Es un asunto que se afronta desde la política partidista. Y eso, evidentemente, ha emponzoñado la situación», sentencia Candil.

1,26 millones de personas

residen ilegalmente en la Unión Europea, segúnEurostat. El grupo más numeroso es el de los sirios -252.000- seguidos de los afganos -112.000-.

No se muerde la lengua: «La política no está a la altura de esta situación, que se ha asumido como un asunto más para empezar a arrojarse todo tipo de improperios, obviando que es una crisis humanitaria y que como tal se tiene que solucionar». Candil recuerda que, si bien se ha llegado a un acuerdo para redistribuir a unos 350 menas al año por las diferentes comunides autónomas, que tacha de «parche», hasta ahora solo se han repartido 65. «Si contamos con los nacionales, en Canarias tenemos más de 7.000 menores tutelados», apostilla. En Ceuta sucede lo mismo. «En el plan de respuesta de julio se acordó distribuir a 87, pero eso ya no soluciona nada. Como mucho podemos aceptar una sobreocupación del 50%», explica Gaitán.

Cambian los perfiles

En el mar, el rifirrafe político adquiere tintes trágicos y se traduce en víctimas mortales. Lo sabe bien Òscar Camps, fundador y actual responsable de la ONG de rescate marítimo Open Arms, que opera en el Mediterráneo central. «Con el buen tiempo se reactivan las salidas desde Libia o Túnez. Sucede todos los años. Lo que sí ha cambiado es el tipo de embarcación en la que viajan. Ahora son de metal, de planchas de chapa mal soldadas, inconsistentes e incapaces de llegar a destino. Hemos visto dos naufragios delante de nosotros», relata.

Un policía nacional atiende a un bebé llegado a la playa de Las Burras, en Gran Canaria, el pasado mes de julio. Reuters

El año pasado, según estadísticas de la Organización Internacional para las Migraciones, 3.997 personas murieron cruzando el Mediterráneo y el Atlántico para llegar a Europa. Cada día, cuatro fallecieron tratando de pisar territorio español. Y Candil está convencido de que muchos otros no son contabilizados en la ruta hacia Canarias, que se ha convertido en una de las más peligrosas. «Mueren miles de personas y ni siquiera somos conscientes. De vez en cuando hay alguna noticia sobre un barco que encuentra en medio del océano un cayuco extraviado que ha pasado de largo Canarias y en el que están todos muertos», comenta.

El viceconsejero tiene varias historias grabadas a fuego. «Por ejemplo, la de una niña de 8 o 9 años que vio cómo su madre moría en la travesía y cómo tuvieron que tirarla por la borda. O la de otro niño que llegó a El Hierro. Nadie se percató de que en el fondo de la embarcación, debajo de mantas, botellas y todo tipo de desperdicios, se encontraba el cuerpo de su padre muerto. Cada vez vemos más niños que salen acompañados y llegan convertidos en menas».

64.260 órdenes de expulsión

emitió España en 2023, una cifra récord. Sin embargo, solo ejecutó 5.995 repatriaciones, la mitad que Francia y un número casi idéntico al de un país mucho menos poblado como es Grecia.

Para llegar a Canarias, la mayoría de las barcazas salen de Mauritania y Senegal -preocupante porque era uno de los países norteafricanos más estables- y ponen rumbo a El Hierro. A bordo, la mayoría de los migrantes son malienses. «Entre el 10% y el 20% son menores, el porcentaje más elevado de cualquier zona del mundo. Y está aumentando el número de niñas y de mujeres que viajan solas. Solo en lo que llevamos de mes han llegado 52», informa Candil. Eso añade un relevante punto de vulnerabilidad, porque, como apunta Camps, «además de sufrir lo mismo que los hombres, pueden ser víctima de violencia sexual y de mafias que las explotan para la prostitución».

La bomba del Sahel

En opinión del fundador de Open Arms, hay varias razones que explican este auge en la migración irregular. Por un lado están la política migratoria Europea, «que no funciona», y la externalización de sus fronteras, pagando a países como Marruecos o Túnez para que detengan las salidas y que acaban chantajeando a los gobiernos con la migración. 'Si no me concedes lo que quiero, abro las puertas'.

Mali, el país del que sale el mayor número de migrantes ahora, lleva en guerra más de una década. AFP

Por otro lado, afecta la creciente inestabilidad política en el Sahel, donde se han producido varios golpes de Estado y de donde las tropas europeas -sobre todo las francesas- han decidido marcharse. «Un buen ejemplo es Mali, que lleva en guerra civil desde 2012, y donde es difícil sobrevivir. Nadie se sube a una patera por gusto. Lo hacen para lograr una vida digna», comenta García Navarro, cuya ONG gestiona unas 5.000 plazas de acogida de emergencia, y que el año pasado ofreció asistencia a más de 77.000 migrantes. «Llevamos migrando desde hace decenas de miles de años, y ninguna frontera o valla nos lo ha impedido», recuerda Camps.

Candil concuerda, y avanza tiempos duros por la combinación de «una situación de eterna pobreza en África y una generación joven que no la quiere soportar más». Lo mismo aprecia Gaitán en Ceuta: «Ahora los menas que llegan son más mayores que antes. Vienen rozando la mayoría de edad».

119.000 personas

tuvieron que dar media vuelta en una frontera de la Unión Europea porque se les prohibió la entrada. El grupo más numeroso fue el de los ucranianos, y Polonia fue el país que más gente deportó.

Teniendo en cuenta que se trata del continente con la media de edad más baja del planeta, es una bomba de relojería que estalla a cámara lenta. «Si no cambiamos el paso en África y logramos que se desarrolle, la raíz del problema no se solucionará», concluye el político canario.

Camps añade que la guerra en Gaza añadirá aún más presión a los flujos migratorios, y es muy crítico: «Nos dedicamos a desestabilizar países para expoliar sus recursos y luego hacemos negocio con gobiernos como los de Marruecos, Libia o Túnez para que detengan la migración. Lo que hace falta es regular bien estos flujos, que pueden ayudar a solucionar el problema demográfico y de envejecimiento de nuestra sociedad».

29.512 migrantes

entraron ilegalmente en España por mar y tierra hasta el pasado 15 de agosto. Es un 63% más que en 2023, cuando la cifra total se acercó al récord de 64.298 registrado en 2018. Los expertos avanzan que se superará pronto.

Es una opinión que comparten muchos expertos. En abril, el Banco de España avanzó que España necesitará nada menos que 24 millones -la mitad de la población actual- para 2053 si quiere que la pensiones se mantengan tal y como las conocemos. Sin embargo, la institución también alertó de que «no parece probable que la inmigración pueda evitar el proceso de envejecimiento en el que se encuentra inmerso nuestro país», y subrayó que, además, tienen difícil paliar la falta de mano de obra porque, en su mayoría, los migrantes adolecen de la formación requerida.

En cualquier caso, España ha sumado más de dos millones de habitantes nacidos en el extranjero en la última década, casi un 5% de la población total, en un proceso que requiere de un importante esfuerzo de integración. «Podemos absorber estos flujos migratorios, pero es importante combatir la falta de conocimiento que lleva a discursos de odio», sentencia García Navarro. «Tenemos que buscar soluciones centradas en la apertura de vías para la migración legales y seguras, con visados humanitarios y una gestión de solicitudes de asilo fuera de España, para lograr así desincentivar las mafias que se lucran con la situación», apostilla la cooperante de Accem.

Corrupción, mafias y un coladero aéreo

Corrupción, mafias y un coladero aéreo

En muchas ocasiones, las ONG dedicadas al rescate de migrantes en alta mar son acusadas de facilitar el trabajo de las mafias que facilitan el viaje. Incluso hay quienes sostienen que son el último eslabón de esa cadena. Òscar Camps, fundador de Open Arms, cuenta una historia muy diferente. «Todos nuestros rescates están coordinados con las Autoridades y son estas las que deciden en qué puerto podemos desembarcar. Frontex nos pasa los 'mayday' -la señal de socorro- y nosotros vamos a por ellos», relata.

El Open Arms también ha tratado de abrir un corredor humanitario en Gaza. EFE

Recuerda, además, que «el derecho marítimo internacional obliga a rescatar a las personas en riesgo» y que mientras ellos no tienen ningún proceso judicial abierto, los tribunales sí que han arremetido contra administraciones como la de Matteo Salvini en Italia. Lo que sí hay a lo largo del tortuoso camino que muchos toman para llegar a Europa es «la connivencia entre muchos estamentos». Camps señala el ejemplo de Libia, donde «las milicias hacen de guardia costera y, a la vez, gestionan campos de detención ilegales a cuyos ocupantes extorsionan». Lo mismo sucede en países como Túnez, donde solo la corrupción explica que miles de personas puedan salir de sus puertos.

En cualquier caso, Camps denuncia el discurso xenófobo que prima en el panorama político europeo. «Hemos acogido a cinco millones de ucranianos sin despeinarnos porque son blancos», señala. E incide también en un dato más que relevante: «Las llegadas por mar suponen menos del 40% de toda la migración irregular en España. El coladero está en los aeropuertos».

Un policía nacional de Madrid-Barajas lo corrobora bajo condición de anonimato. «No hay más que ver lo que muchos latinoamericanos publican en TikTok para darse cuenta de que miles de personas que llegan como turistas, con visado o gracias a la exención de esa obligación, lo hacen con el objetivo de quedarse. Y resulta muy difícil detectar estos comportamientos», relata. «Pero eso no nos preocupa tanto, y se debe al racismo», concluye Camps.

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