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Anónimo #1

Mujer. 62 años
«Cuando llegaba a un sitio veía con qué hombre me podía acostar»

«Yo me preguntaba: por qué me tengo que acostar con éste, y lo hacía porque lo dejaba entrar a mi casa y quería que se fuera rápido. Tuve la fantasía del empotrador»

Sábado, 8 de febrero 2025, 13:07

«Ésta es una adicción muy solitaria. La pintan como '50 sombras de Grey' con lencería, pero es súper cutre. Acostarme con tipos que no conocía de nada y luego me quedaba yo sola ahí, cambiando las sábanas, diciéndome que voy a buscar a otro ... porque éste no me había servido de nada. Y si se había roto el preservativo me tenía que tomar la pastilla del día después. Los que consumimos con personas no buscamos el amor ni el cariño. Todo el rato te quieres quedar solo. Te molesta la gente. Te queda un vacío muy grande.

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«Mi vida siempre ha sido la búsqueda constante de con quién me voy a acostar. De repente en un día me acostaba con cuatro hombres, porque iba a uno y no me satisfacía. Iba a un bar y miraba a un hombre y me iba al lavabo con él. Ese tipo de cosas es propiamente la promiscuidad.

«He tenido patrones con mujeres durante años, y luego un patrón de menores de edad, de 17 años, para jugar con fuego y dejarlos de cualquier manera porque no me servían, porque les doblaba la edad y no quería asumir la responsabilidad de tratar bien a una persona vulnerable.

«Cuando llegaba a un sitio veía con qué hombre me podía acostar. Si había un chico nuevo, me acostaba con él. Además lo conseguía siempre. Si no era uno, era otro. Yo era una depredadora sexual y me cuesta aceptarlo. Me siento horrible.

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«A los 22 años me fui a vivir fuera y entré en la prostitución de lujo, como si fuera lo más normal del mundo. Me decía: si lo hago gratis, pues pagando»

«Yo sufrí un abuso sexual cuando tenía doce años y me marcó. No tuve relaciones ni con chicos ni con chicas, hasta los 17 años, cuando tuve sexo completo sin haberme dado un beso antes, con la primera persona que me lo propuso en un veraneo. Un chico del grupo, sin amor y sin nada.

«A partir de entonces fui teniendo novios, amantes, sin darle ningún valor. Me acostaba con unos y otros. Lo sentimental me daba un poco igual. Empecé a tener relaciones más fijas luego. Me duraban un año, no mucho más. Después entré en el mundo de las drogas y el alcohol. Ahí los patrones sexuales se amplían porque haces cosas que no harías sobrio.

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«A los 22 años me fui a vivir fuera y entré en la prostitución de lujo, como si fuera lo más normal del mundo. Me decía: si lo hago gratis, pues pagando. No encontraba placer en ello. Era una cosa fácil para conseguir dinero.

Fantasía

«A los cincuentialgo, empecé a navegar en aplicaciones, y me acosté con quien me dio la gana. Yo me preguntaba: por qué me tengo que acostar con éste, y lo hacía porque lo dejaba entrar a mi casa y quería que se fuera rápido. Tuve la fantasía del empotrador. Me gustaba el malo malote. Al final encontré a uno que se quedó unos meses en mi casa. Me han maltratado muchas veces y yo he maltratado muchas veces.

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«El punto de inflexión fue cuando imaginé mi futuro. Yo quería estar con una mujer, tranquilita, en el sofá con una manta. Y me pregunté qué estaba haciendo. Hace siete años entré en recuperación. La única manera de cambiar el sexo malo por uno bueno es la espiritualidad, el amor. Ahora no me apetece nada el sexo. No he tenido recaídas porque paré a los 55 y estaba muy cansada».

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