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javier martínez
Valencia
Viernes, 20 de mayo 2022, 10:02
Una de las dos niñas que denunciaron una violación grupal en Burjassot intentó grabar a los agresores con su teléfono móvil, pero se asustó y huyó tras saltar una verja mientras el grupo de jóvenes forzaba, presuntamente, a la otra menor. La versión de la ... víctima figura en las diligencias que han realizado la Policía Nacional y la Fiscalía de Menores tras tomar declaración a las dos niñas, de 12 y 13 años de edad, poco después de los hechos ocurridos en un palacete en ruinas en Burjassot.
La Fiscalía de Menores ha pedido este jueves el internamiento en régimen cerrado para cuatro de los cinco detenidos, pero la jueza que instruye la causa ha decretado la libertad vigilada para todos ellos con una orden de alejamiento de 200 metros con respecto a las víctimas.
Una de las menores declaró a la Policía que se escondió para grabar un vídeo, pero se puso nerviosa y decidió escapar cuando vio cómo llegaban seis o siete chicos, quienes se turnaron para bajar por las escaleras al sótano, la parte del palacete donde su amiga estaba manteniendo relaciones sexuales con un joven.
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Poco antes, la primera niña había sido violada en la casa, presuntamente, por uno de los dos chicos con los que habían quedado a través de Instagram. Según su testimonio, las dos menores entraron en el palacete de manera voluntaria y consintieron besos y tocamientos de sendos jóvenes.
En un momento dado, la niña dijo que no quería continuar y el agresor la forzó, según el testimonio de la víctima. Mientras tanto, su amiga mantenía relaciones sexuales consentidas con el segundo chico, aunque la víctima denunció que este la violó y luego se marchó cuando llegaron los otros miembros de la pandilla.
En el vídeo que grabó la niña antes de escapar se escucha un grito y sólo dura dos segundos, por lo que no ha servido a los investigadores para identificar a los agresores ni para probar la violación en grupo. Además, una de las víctimas y una amiga realizaron comentarios jocosos en Instagram sobre el juicio que deberá celebrarse y las imágenes que se emitirían de ellas en televisión.
En dependencias policiales, las menores reconocieron plenamente a los dos chicos con los que habían quedado tras ver otra vez las fotos de sus perfiles de Instagram, y también identificaron a los otros tres jóvenes detenidos por la agresión sexual.
Aunque las niñas incurrieron en contradicciones sobre el posible consentimiento que una de ellas habría dado para mantener relaciones sexuales con uno de los detenidos, los investigadores consideran que hay pruebas para acusar a cuatro menores de la violación en grupo y para atribuir a otro la agresión sexual que denunció la segunda niña.
Cuatro de las detenciones se produjeron a última hora de la tarde del miércoles en una conflictiva barriada, muy cerca del palacete en ruinas, tras una rápida investigación de agentes de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional de Burjassot.
Poco después, los agentes detuvieron en la misma zona a un quinto menor, acusado de la violación en grupo, e identificaron a un joven mayor de edad que las víctimas también sitúan en la casa en ruinas cuando sucedieron los hechos.
Los cinco detenidos tienen entre 15 y 17 años de edad. Cuatro de ellos no cuentan con antecedentes policiales y uno fue detenido una vez por un robo con violencia. Un grupo numeroso de agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) participaron en el operativo para prevenir incidentes mientras los investigadores arrestaban a los presuntos violadores.
Los dos menores que quedaron con las niñas han reconocido que mantuvieron relaciones sexuales con ellas, pero afirman que fueron consentidas, y uno de ellos asegura que se asustó y se marchó cuando vio llegar en manada a sus amigos de pandilla. Los otros tres jóvenes arrestados niegan haber estado el lunes por la tarde en el palacete cuando sucedieron los hechos.
La Policía Científica recogió restos de sangre, colillas, huellas y otros vestigios tras inspeccionar de forma minuciosa el sótano. Estas pruebas y las prendas de ropa que llevaban las víctimas en el momento de las agresiones sexuales fueron trasladadas al laboratorio para analizarlas.
La casa abandonada donde fueron violadas las dos menores tiene dos plantas y se encuentra en un estado ruinoso con riesgo de derrumbe. Aunque la parcela se encuentra vallada, pandillas de jóvenes saltan la verja del parque del Mirador para hacer botellón en las habitaciones del palacete en ruinas.
El suelo está lleno de botes, colillas, plásticos, colchones viejos y también hay material escolar, como un libro de Primaria y una mochila, así como un mugriento sillón de oficina, mantas y escombros. En las paredes hay grafitis y pintadas con mensajes y nombres de las decenas de jóvenes que han pasado por la casa.
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