Iba al colegio. Vestía como su padre lo ordenaba, según la tradición de su país de origen, Pakistán. Vivía bajo el «control férreo de sus movimientos y vestimenta», describe la Policía Nacional, sobre esta niña que logró liberar en una operación internacional, bautizada Nora. «Tenía ... prohibido cualquier contacto con sus amistades». En 2022 comenzó a empeorar su situación, según relata luego. Su padre decidió que tenía que contraer matrimonio y comenzó a controlarla más aún. Para cerrar e círculo de la incomunicación, su madrastra le quitó su documentación.
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En junio de este año la llevaron de viaje a Pakistán, donde el padre ya había concertado un matrimonio forzado con alguien a que ella no había visto nunca. Una boda que el padre había negociado sólo un mes después de llegar a su país de origen. La niña se negó. Entonces, como castigo y para doblegar su voluntad, le impidieron volver a España. Sin documentos y ni forma alguna de ingresos económicos para huir y comprar un billete de avión de regreso.
En ese periodo, tanto el padre como la madrastra volvieron a España y ella estuvo bajo la vigilancia de su madre. Permaneció «contra su voluntad», con solo una salida diaria de una hora máximo, «siempre acompañada por su madre», confirma la policía española, que pidió ayuda a la diplomacia pakistaní para liberar y repatriar a esta persona secuestrada.
Gracias a una denuncia del entorno español de la chica, la policía logró localizarla en Pakistán, contactarla y organizar una declaración por videoconferencia. «La joven manifestó que vivían en España junto a su padre y su madrastra», que no le permitían tomar ni siquiera «decisiones básicas», resumen los agentes en un comunicado. «Tras conseguir que la permitieran estudiar, a la misma no se le permitía relacionarse con nadie, debiendo ir de casa al colegio y viceversa. Además era obligaba a vestir de cierta manera, no pudiendo elegir siquiera su propia ropa y su madrastra le tenía retenida la documentación».
Con la colaboración de las instituciones de Pakistán, las autoridades españolas lograron «liberar a la víctima» y retornarla al país. Pero no podía volver a su antiguo hogar, y una ONG la acogió. El siguiente paso se resolvió con la detención del padre y la madrastra, acusados de trata de seres humanos con fines de matrimonio forzado. Están a disposición judicial y se dictó órdenes de protección para que no se acerquen ni contacten con la víctima.
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