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Izaskun Errazti
Sábado, 23 de diciembre 2023
Los niños ya no juegan. O juegan poco, menos que ninguna generación anterior. Lo dicen los expertos, y lo sufren las empresas jugueteras. La crisis, que empezó a fraguarse durante la pandemia, se ha instalado en el sector. Tanto que Playmobil, uno de los buques ... insignia del negocio, con más de medio siglo de historia, ya ha anunciado despidos, 700 hasta 2025. Y al fabricante danés Lego Group tampoco le salían las cuentas al cierre del primer semestre del año, con un beneficio neto de 684 millones de euros, un 17,7% menos que en el ejercicio anterior.
Menos horas de juego y nuevos hábitos en la infancia, que a los siete años empieza a cambiar coches, muñecas y otros artículos tradicionales por dispositivos electrónicos. Así, el 69% de los niños y niñas españoles supera el límite de tiempo máximo de exposición a las pantallas recomendado por los expertos, según los datos recogidos en el estudio 'La falta de juego en la infancia' realizado por la Fundación Crecer Jugando junto a AIJU, el Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio.
Es un hecho. Los más pequeños «dedican más tiempo a las pantallas y a las extraescolares que a jugar», un hábito peligroso que conviene cambiar, «porque puede llegar a afectar a su correcto desarrollo tanto cognitivo como emocional», advierte la psicóloga infantil Silvia Álava. «Cuando los niños juegan no sólo se divierten, sino que se consolidan muchísimos procesos de aprendizaje: la memoria, la capacidad de atención, el vocabulario, el razonamiento...», explica la especialista. Con el juego, dice Álava, los críos «también pueden ir procesando todas aquellas situaciones que les están ocurriendo en el día a día».
Sin embargo, el tiempo que dedican a ello es «cada vez menor». ¿Los motivos? «En primer lugar, los niños de hoy en día están híper estimulados, ocupados con muchísimas actividades. Y no podemos decir que eso sea malo. El problema es cuando estamos recortando su tiempo de juego, porque esas actividades les vienen bien o porque suponen la única manera que tenemos de conciliar», expone. Y luego está «el desplazamiento digital», el uso de las pantallas en detrimento de los juegos tradicionales, que también tiene consecuencias. «La pantalla guía totalmente el juego, lo que reduce las posibilidades de que el niño madure su función ejecutiva, su capacidad de planificar y de perseguir una meta. Y los procesos de atención tampoco maduran del mismo modo, porque en un dispositivo electrónico los estímulos pasan tan rápido a nivel auditivo y visual que no es necesario realizar ningún esfuerzo», lamenta.
Ante esta situación, los psicólogos infantiles apelan a «crear conciencia». «Vamos con el piloto automático –afirma Silvia Álava –. No estamos siendo conscientes del tipo de sociedad que estamos haciendo, tratando a los niños como si fueran pequeños adultos, intentando que hagan las cosas que nos vienen bien a los mayores». Y mientras, las empresas jugueteras acusan el golpe y los efectos de una situación económica y geopolítica adversa que limita la capacidad de gasto de las familias. «Conscientes de esa menor renta, hemos reducido al máximo nuestro margen para mantener unos precios más asequibles», asegura Marta Salmón, presidenta de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ).
En un año de «ajustes» como ha sido 2023, el sector se conforma con repetir los resultados del ejercicio anterior. «Nuestra previsión para el cierre del año del mercado español es de un crecimiento muy moderado, por debajo del 1%, con el consumidor demorando las compras hasta el último momento», apunta Fernando Pérez, director de Circana, firma especializada en el análisis de los hábitos de consumo. Y advierte: «Si al descenso de la natalidad le unimos unos consumidores que dejan de ser niños cada vez a edades más tempranas, el negocio en torno al juguete sólo puede crecer aumentando el gasto por niño, actualmente de 211 euros al año en nuestro país, muy lejos, por ejemplo, de los 331 euros de Francia o los 389 euros de Alemania».
Para cuadrar sus cuentas, el sector juguetero se encomienda, como es habitual, a la campaña de Navidad, teniendo en cuenta que el período de octubre a diciembre representa el 60% de las ventas de todo el año, siendo España el país europeo con mayor estacionalidad. Un problema para la AEFJ, que pretende que el 26 de abril sea declarado el Día del Niño como medida para impulsar el consumo fuera del período de compras por excelencia. Además, teniendo en cuenta que las nuevas tecnologías están presentes en todos los hogares y ocupan parte del tiempo libre de los niños, las empresas trabajan para lanzar «productos que no sólo entretienen y divierten sino que también enseñan y educan en valores para que siempre estén dispuestos a jugar», indica Salmón.
euros es el gasto medio en juguetes que se realiza por niño al año en España.
Las firmas integradas en la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) facturan 1.108 millones de euros, y generan 3.000 empleos directos y 20.000 indirectos.
Es el porcentaje de la facturación del sector que suponen los 'kidults' en España.
Son algunas de las marcas favoritas de los adultos, de entre 20 y 45 años, con un poder adquisitivo medio-alto, que mantienen comportamientos infantiles.
Pero no son estas las únicas vías que los fabricantes exploran para mantener el negocio. «Si nuestros mercados –los europeos, fundamentalmente– tienen cada vez menos niños debemos buscar nuevos mercados a los que dirigirnos, por lo que de nuevo la internacionalización será clave para esta industria», razona la portavoz de los fabricantes españoles. Pero no parece suficiente. «También habrá que incorporar nuevos consumidores, en este caso adultos», añade, por su parte, Fernando Pérez.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el caladero en el que el sector puede pescar está compuesto por más de 15 millones de individuos en España. Personas con edades comprendidas entre 20 y 45 años, adultos que en muchos casos mantienen comportamientos infantiles –sin caer en el que se conoce como Síndrome de Peter Pan–, por su temor a envejecer, lo que les lleva a concentrar su atención en distintos juegos y diversiones. Son los llamados 'kidults', un segmento de población al que cada vez tienen más en cuenta las grandes compañías jugueteras y que en la actualidad representa el 25% de sus ventas. De ahí que dirijan gran parte de sus «novedades y desarrollos a productos adaptados a los adultos», señala la presidenta de la AEFJ.
Star Wars, Lego, Marvel, Funko Pop, Mattel y Playmobil figuran entre las marcas favoritas de esta clientela, miembros de la llamada Generación X –hijos de los Baby Boomers y padres de los Millennials–, que gozan de un poder adquisitivo medio-alto y que se decantan por juegos de mesa y de rol, puzzles, cómics, figuras de acción, cochecitos, videojuegos y juguetes de edición especial.
Los 'kidults' representan, sin duda, un interesante mercado potencial para los fabricantes que, sin embargo, reconocen que «todavía no estamos en un momento en el que el producto dirigido a este comprador pueda compensar la reducción de la infancia y la edad del juego». Y eso, pese a que las ventas entre el segmento de los mayores de 18 años está creciendo por encima del 7,1%.
Mientras, si se cumplen las previsiones, estas navidades triunfarán en España los juegos de construcción, los vehículos, las muñecas maniquí o las mascotas electrónicas, una de las categorías que mejor ha funcionado a lo largo del año. «En la carta a los Reyes Magos de los más pequeños encontraremos, sin duda, a la Patrulla Canina, Gabby's Dollhouse, Maileg o Bluey». Eso auguran, al menos, los profesionales del gremio.
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