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Izaskun Errazti
Sábado, 12 de octubre 2024, 13:01
Ara Iturgaiz cuenta los minutos para que llegue febrero. Ese mes, esta jubilada vizcaína de 63 años y Javier, su marido, de 68, viajarán a La Manga. Puede que no sea «el destino ideal para visitar en esa fecha»; seguro que hubiera sido mejor «mayo ... o junio», pero no van a perder la oportunidad de conocerlo, «aunque sea de otra manera», sin hacer de la playa el único plan. La pareja tardó en subirse al carro del Imserso, al programa de viajes marca de la casa que desde la década de los ochenta -salvo durante la pandemia- lleva de vacaciones a cientos de miles de jubilados españoles, pero desde que lo hizo la pasada campaña y, gracias a un golpe de suerte, por partida doble, se declara fan incondicional. «Estuvimos encantadísimos, primero en Palma de Mallorca, y luego nos tocó Ibiza. Igual nos habría gustado más Canarias, pero ir donde quieres y en las fechas que quieres es imposible. Somos muchos», indica Ara. Y así es, porque esta próxima temporada de nuevo cerca de 900.000 mayores podrán disfrutar lejos de casa con la ayuda del Gobierno.
Nadie parece cuestionar el valor de un programa que nació con el doble objetivo de, por un lado, mantener el empleo y la actividad económica en los sectores turísticos en temporada baja y, por otro, favorecer a generaciones que no tenían la oportunidad de viajar y que, en muchos casos, no conocían el mar. Sin embargo, son muchas las voces que reclaman una renovación urgente del modelo. ¿Hay que jubilar el Imserso? Desde la Confederación española de hoteles y alojamientos turísticos (CEHAT) tienen claro que no, que es un programa «fantástico. Para la gente mayor, para el hotelero, para el transportista... incluso para el Gobierno, que por cada euro que invierte recupera 1,66». Pero, advierten, «en cuanto a precio, se ha quedado desfasado». «A día de hoy y en las actuales condiciones, es muy difícil mantenerlo y, si no se hace nada, posiblemente morirá», augura Eduard Farriol, presidente de la Comisión del programa de mayores de CEHAT.
318,73 millones de euros
es el presupuesto del programa para la temporada 2024-2025.
«Cuando nosotros, como hoteleros, empezamos a analizar los costes de producción que implica trabajar con el Imserso y los precios de contratación vimos que se quedaban muy, muy por debajo para preparar una oferta de elevada calidad que permita a nuestros mayores viajar en las mejores condiciones. Fue entonces cuando pusimos el grito en el cielo», apunta Mayte García, secretaria general de Hosbec, la Asociación empresarial hotelera y turística de la Comunidad Valenciana, una de las más críticas con el actual modelo de viajes para la tercera edad. «Se están ofreciendo habitaciones por 23, 24 euros. Este año, por algo más, hasta llegar a los 26, pero nadie se ha dado cuenta de que con estos precios resulta inviable». Para evitarlo, y según los cálculos de la patronal, el precio mínimo debería situarse en torno a los 33 euros.
Eduard Farriol
Vicepresidente de CEHAT
Las agencias de viajes tampoco cuadran sus cuentas. «La rentabilidad que recibimos está por debajo del coste operativo en este tipo de servicios que, en muchos casos, las agencias siguen prestando por su alto nivel de implicación con un mercado de la tercera edad que es de máximo interés para el sector», afirma José Manuel Lastra, vicepresidente ejecutivo de CEAV, la Confederación española de agencias de viaje. Por eso insiste en la necesidad de elevar dicha retribución para que este programa del Imserso «pueda cumplir su objetivo de mantener fuera de temporada los puestos de trabajo ligados a la industria turística».
El descontento en estos sectores ya ha tenido algunas consecuencias. Según subrayan desde Hosbec, en varios de los destinos más populares entre nuestros mayores, como Peñíscola y Benidorm, algunos hoteles han causado baja en el programa del Imserso por su baja rentabilidad. «En Benidorm, por ejemplo, esta temporada sólo participan 17 hoteles, cuando en campañas anteriores han sido unos 25. Y muchos de los establecimientos que han contratado este año lo han hecho con muchas menos plazas», destaca Mayte García.
886.269 plazas
Cerca del 76% están destinadas al turismo de costa peninsular e insular.
Como usuaria, Ara Iturgaiz se muestra crítica con los profesionales que defienden que adherirse al programa impulsado por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales no les sale a cuenta. «¿Qué pierden dinero? No me lo creo. Lo que pasa que no ganan tanto como en verano», defiende.
A la propia directora del Imserso, Mayte Sancho, también le resulta difícil pensar que «haya empresas que trabajen siempre a pérdidas con nosotros». Entre otras cosas, «porque en cuanto el programa sale a concurso hay una competitividad muy alta. ¿Por qué tienen tanto interés en estar ahí? No tiene mucho sentido», plantea. Lo que no quita para que desde la entidad también compartan la necesidad de revisar unos precios que, admite, «no son altos». «Lo haremos el año que viene, porque no tenemos ningún interés en explotar a nadie. Los precios se subirán, pero tampoco de una manera muy grande. Para eso ya está el turismo con ánimo de lucro. Nosotros estamos a mantener el empleo y a que los mayores se sientan bien unos días al año», advierte.
Mayte Sancho
Directora del Imserso
No será el único cambio previsto para la temporada 2025/26. A una nueva licitación le seguirá una «revisión general de todo el programa, participada con representantes del mundo asociativo de las personas mayores, para intentar adaptarlo a los nuevos intereses seniors». Así, avanzó Sancho, se estudiará la posibilidad de introducir «destinos más interesantes», y de mejorar el acceso a las personas con menor poder adquisitivo. «Siempre reservamos un cupo de plazas -el 1%- para gente con pocos ingresos, fundamentalmente pensiones no contributivas, que aún así tiene que pagar el 50% del precio. Vamos a intentar cambiar ese criterio», adelanta.
203 hoteles
repartidos por toda la geografía española esperan a los jubilados.
Otro de los aspectos a mejorar es el sistema de comunicación con los beneficiarios del programa. «Ahora se mandan más de tres millones de cartas en papel para que se inscriban, pero resulta de una complejidad enorme. Teniendo en cuenta que cada vez más personas tienen móvil quizá podamos informarles por otras vías», expone. ¿Y las críticas por que las plazas se agotan en los primeros días de venta? Es cierto, reconoce la directora del Imserso, que al ser mucho mayor la demanda que la oferta las plazas se liquidan rápido, «puede que hasta el 80% se venda en una primera tacada». Pero, ¡que no cunda el pánico!. «Las personas acreditadas suelen elegir varios destinos y, al final, se quedan con uno. El programa tiene un nivel altísimo de cancelaciones, que se sitúa en torno al 40-45%. Por eso recomiendo a los interesados en viajar que sigan consultando la disponibilidad, porque las plazas que se anulan vuelven a ponerse a la venta de inmediato. Y siempre sobran».
Los responsables del Imserso se han propuesto aprovechar la oportunidad que brindan los viajes para trabajar un aspecto que cada vez inquieta más a la ciudadanía: la soledad. Por eso en la próxima licitación tendrán en cuenta la puesta en marcha de acciones que permitan minorar esa percepción entre los mayores. «Todo lo que sea promover la generación de redes entre las personas lo vamos a hacer, aunque cuando la gente está una semana conviviendo se van haciendo grupillos que luego incluso intentan volver a coincidir», explica Mayte Sancho. Con este objetivo, compartirán reflexiones con el Observatorio de Soledades, «que tiene una mirada transversal, porque la soledad no es un asunto de vejez, es un asunto de itinerario de vida y tiene momentos mucho más importantes en cuanto a la percepción de abandono fuera de la vejez». Mientras, el Imserso mantiene los llamados viajes especializados, dirigidos a grupos de personas con diferentes discapacidades. Entre ellos, los organizados en colaboración con la ONCE para personas con problemas de accesibilidad visual.
El Imserso no tiene cuantificado el impacto de su plan de viajes. «A ver si el próximo año tenemos fondos para hacerlo», dice Sancho. Lo que sí tiene claro es que su función social «es enorme. El nivel de satisfacción supera el 90%», presume.
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