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Silvia Osorio
Martes, 20 de agosto 2024, 11:24
Detenido el asesino y confesado el crimen, ahora queda por descubrir los motivos -si es que los hay- que han llevado a un joven de 20 años a arrebatarle la vida, toda la que tenía por delante, a un niño de 11 años mientras jugaba a fútbol con su pandilla. La muerte de Mateo, el pequeño de Toledo que murió tras recibir un total de 11 puñaladas en la localidad de Mocejón, ha provocado una gran conmoción. Nadie entiende qué se le ha podido pasar por la cabeza a un chaval que simplemente veraneaba en el pueblo junto a su padre y sus abuelos.
La Guardia Civil logró este lunes detener al autor del brutal ataque, que se encontraba en la vivienda en la que residen su padre y sus abuelos paternos. Algunos medios señalan, asimismo, que un hermano menor se encontraba estos días con ellos. Los padres del detenido están separados. El chico vive a caballo entre Mocejón y Madrid, donde vive su madre.
Desde que se conoció la muerte del pequeño a manos de un individuo que le atacó a él y a sus amigos sin mediar palabra en el campo de fútbol de la localidad, se mantenían abiertas distintas líneas de investigación sobre los hechos. Las imágenes de varias cámaras privadas y la triangulación de la posición de su teléfono permitieron dar con el paradero del presunto asesino, quien tras las preguntas de la Guardia Civil admitió haber matado al pequeño.
También se desconoce el móvil del crimen, pero sí se ha descartado que se trate de una acción de terrorismo yihadista protagonizada por un actor solitario. Según ha desvelado ABC, el padre del joven ha confesado que su hijo sufre una discapacidad psíquica de hasta el 70%, aunque el instituto armado asegura que aún hay que aportar informes médicos y que todavía está pendiente la revisión del médico forense de los juzgados de Toledo. Fuentes conocedoras del caso señalan que el arrestado, que entró en el campo de fútbol con el rostro tapado, aseguró en su relato a la Policía que vivió el crimen como «si lo hiciera otra persona».
Según señala 'La Vanguaria', los investigadores han incautado sus dispositivos tecnológicos del asesino confeso para rastrear a qué videojuegos jugaba y verificar si ha tratado de imitar alguno. Las primeras pesquisas, por tanto, apuntan a que los problemas mentales del detenido le provocaron ideas delirantes y hacen pensar que Mateo estuvo en el lugar equivocado en el momento menos oportuno. Su estado mental será clase en la resolución del caso. Algunos vecinos del municipio han señalado que el arrestado es un chico «raro» y que no se relacionaba.
Por otro lado, la Guardia Civil no ha encontrado aún el arma del crimen. Se ha registrado la vivienda, pero hasta última hora de este lunes agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas rastrearon una acequia a poco más de cien metros del polideportivo. El detenido aseguró haberla arrojado allí. Los trabajos han consistido en drenar el agua del caudal y después recorriendo la zona indicada por el detenido palmo a palmo, palpando en busca del objeto punzante mencionado desde el inicio. Este martes, a primera hora, se ha retomado la búsqueda.
El detenido, moreno y de complexión delgada, se alojaba en este pequeño pueblo de poco más de 5.000 habitantes por temporadas. A última hora de este lunes, agentes de paisano del instituto armado recorrían las calles de un pueblo medio vacío por las vacaciones de verano y en 'shock'. «No nos podemos creer que Mateo esté muerto», señalaban. En paralelo a este patrullaje, el rastreo se realizaba también desde el aire. El dispositivo de búsqueda del autor de los hechos estuvo compuesto por agentes de la unidad orgánica de policía judicial, de laboratorio y de unidades de investigación de Illescas y del grupo de información de la comandancia de Toledo.
Por un agujero
Otra de las incógnitas que aún quedan por resolver es cómo el autor confeso de los hechos evitó las miradas de los viandantes cuando accedió al campo de fútbol. «Es una zona por la que vamos a pasear mucho y a esa hora seguro que había alguien», recalcaban los vecinos. De momento, fuentes de la investigación ni confirmaban ni desmentían el uso de algún vehículo tras el crimen. Al Ángel Tardío se puede llegar de varias maneras, pero oficialmente se hace a través del paseo de los Molinos y su entrada principal. Ahí se llega al campo de fútbol, a la piscina y al resto de pistas polideportivas.
Fuentes policiales apuntan a que el joven detenido se coló por agujero en una verja. Justo a la espalda de la puerta principal, un boquete en el vallado da acceso a las instalaciones. «Hay que ser de la zona para saber dónde está ese agujero», señalaba este lunes Asell Sánchez, portavoz de la familia. Esta salida da a un camino de tierra que acaba en el canal del Jarama. Es aquí dónde el instituto armado, según confesó el sospechoso, buscaba el arma del crimen. Esta es ahora la principal preocupación, el hallazgo del artefacto que acabó con la vida del joven Mateo. Un aspecto clave para la resolución judicial del caso y confirmar la autoría.
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