«Se considera 'Ola de calor' un episodio de al menos tres días consecutivos, en que como mínimo el 10% de las estaciones consideradas registran máximas por encima del percentil del 95% de su serie de temperaturas máximas diarias de los meses de julio y ... agosto del periodo 1971-2000». Esta es la definición que, actualmente, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) da para los episodios de altas temperaturas. Jornadas que, cada vez más, son habituales en España, al menos en 2022, cuando se contabilizaron 41 días. Ahora, los expertos piden incorporar nuevos parámetros para precisar el impacto de estos eventos meteorológicos.
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«Comunicar solo las temperaturas máximas esperadas puede que no siempre refleje el verdadero peligro de las olas de calor en curso», explica Malcolm Mistry, investigadora de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM) y la Universidad Ca' Foscari de Venecia, y coautor del estudio. La investigación publicada en el portal científico npj 'Climate and Atmospheric Science' y realizada por científicos del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro apoyado por la Fundación »la Caixa» y la London School of Hygiene and Tropical Medicine (LSHTM), advierte que «confiar únicamente en las temperaturas esperadas para comunicar condiciones peligrosas de olas de calor puede ser insuficiente para informar a las personas sobre los verdaderos riesgos para la salud».
Malcolm Mistry
investigadora de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM)
Su propuesta pasa por añadir el concepto: «Índice de estrés térmico WBGT» (Wet bulb globe temperature en inglés cuya traducción sería índice de temperatura del globo negro y termómetro húmedo». Este indicador, además de tener en cuenta la temperatura, también pone el foco en la humedad. «Dependiendo de ésta, 36ºC en un lugar determinado puede ser incómodo, pero en otro puede ser peligroso», advierten los investigadores en el texto.
La temperatura óptima corporal para el ser humano está en los 36,7ºC, un alza de esta pone en 'alerta' un mecanismo de alerta situado en el hipotálamo que hace que el cuerpo pierda décimas o grados.
Sin embargo, esta maquinaria no es efectiva en ambientes muy húmedos de ahí la sensación de que es más soportable el calor seco que el húmedo. Esto sucede, porque al evaporarse el sudor, uno de los mecanismos de defensa del cuerpo para bajar la temperatura, absorbe el calor de nuestro cuerpo, a través de la piel, y lo «transfiere» al ambiente, como parte del vapor de agua.
Así se produce el enfriamiento por evaporación, pero para que esto ocurra el agua debe evaporarse y si la humedad relativa es alta no se produce ese proceso. Es entonces cuando el hipotálamo sigue 'ordenando' continuar con la sudoración, pero la temperatura corporal no se regula. No obstante, la investigación apunta a que «el umbral de resistencia al calor varía según cada persona».
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El equipo de ISGlobal y la LSHTM analizó las recientes olas de calor récord en Europa, América del Norte y Asia y comparó los mapas de temperaturas máximas diarias con los índices máximos de estrés por calor diario: «Las áreas geográficas donde los índices de calor revelaron el mayor riesgo de estrés por calor no coincidieron necesariamente con las regiones donde se registraron las temperaturas más altas», concluyen.
En esos episodios de junio y julio de 2019, los registros señalanque el centro y el noreste de España experimentaron las temperaturas más altas. Sin embargo, al calcular los índices de estrés por calor, los investigadores encontraron que las áreas con las condiciones más críticas estaban en Francia, Bélgica y Holanda, «países que reportaron un exceso de mortalidad de 2.500 muertes», destaca el informe.
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Otro de los casos mencionados fue el episodio de calor extremo que se presentó en el oeste de Canadá y el noroeste de Estados Unidos en junio de 2021. Si bien las temperaturas máximas se registraron en los estados de Washington y Oregón, los índices de estrés por calor revelaron que provincias canadienses como Alberta, los Territorios del Noroeste y la Columbia Británica también experimentaron condiciones peligrosas, y esta última registró 600 muertes relacionadas con el calor. «Las lecciones aprendidas de las recientes grandes olas de calor sugieren que se necesitan mejores protocolos de acción durante las olas de calor», detalla Ivana Cvijanovic, autora principal del texto.
Sin embargo, «todavía falta que los índices de calor se comuniquen a la población de manera regular, como se hace tradicionalmente con las temperaturas», añade la experta.
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