Deborah Feldman con su marido Eli y su hijo Yitzy. R.C.

La identidad de Devoireh

'Unorthodox' ·

Deborah Feldman se convirtió en «el diablo» para los ultraortodoxos judíos, al contar en un libro el sometimiento que viven las mujeres en estas comunidades

Miércoles, 15 de julio 2020, 00:26

Vivir en Nueva York y hablar en inglés no está bien visto. Solo sirve el yidis, la lengua de los judíos askenazies de Europa Central. Que una mujer lea, piense o tenga una opinión está mal visto. Su objetivo es la casa, el matrimonio y ... procrear. Ocho hijos de media. Si no había resultados pronto, la comunidad comenzaba a sospechar. De ella, de una chica de tan solo 17 años. Ese es el mundo que Devoireh conoce desde que nació.

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Son los satmar, una comunidad jasídica ultraortodoxa que surgió tras la Segunda Guerra Mundial. Son unos 127.000 miembros en todo el mundo, de los cuales 57.000 viven en Williamsburg, un barrio de Brooklyn. Consideran que el Holocausto fue una causa del sionismo y de la asimilación de otras culturas, y que la única manera de evitarlo es mantener una forma de vida estricta.

Pero Devoireh, después Deborah Feldman, no estaba dispuesta a seguir viviendo de esta manera. Comienza a cometer pequeños actos de 'sabotaje'. Se adentra en libros prohibidos. De Roald Dahl o Louisa May Alcott, por ejemplo. «Necesitaba comer intelectualmente», recuerda Feldman, casada a los 17 años y madre a los 19. El matrimonio, curiosamente, le permitió ampliar sus estudios -en la Universidad Sarah Lawrence- y que todas las piezas que bullían en su interior encajasen.

Con 22 años rompe con todo. Se lleva a su hijo y gana la pelea de la custodia, donde se enfrento más que al padre, «a su familia y a la comunidad». Y en 2012 publicó su vida, 'Unorthodox', que sacudió a esa sociedad ultraconservadora y que Netflix estrenó como miniserie la pasada temporada. Lumen publica estas memorias mañana. «Conseguí mi libertad gracias al libro», explica desde su casa de Berlín. 'Unorthodox' fue una revolución sobre todo porque lo escribía una mujer, insólito para los ultraortodoxos.

Deborah Feldman durante un campamento de verano. R.C.

Cuando abandonó la comunidad solo lo habían hecho unas cuarenta mujeres. «Para los hombres es más fácil. Se van y ya está. Las mujeres nos vamos porque no hay seguridad», apunta. Eso es lo que hizo su exmarido Eli. Perdió la fe y se marchó. «La diferencia es que yo necesité escribir el libro».

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Feldman traspasó una línea roja. Aireó las costumbres de una comunidad hermética y que somete tanto a las mujeres, fundamentales para la «supervivencia» de esta comunidad. «Todos los aspectos prácticos de la comunidad los llevan las mujeres. Ellos ni hacen la cena o planchan. Los hombres se dedican solo a realizar un trabajo espiritual», añade Feldman, que recuerda que muchas de ellas sufren depresión e incluso llegan al suicidio. Ella fue tratada como «el diablo» cuando se publicó el libro hace ocho años, comparada incluso con Goebbles porque hacía «propaganda antisemita».

Un revuelo que aumentó el impacto de 'Unorthodox'. «Creía que iba a ser para un nicho pequeño en Nueva York. No estaba preparada para ese éxito», razona Feldman sobre un libro que no es de memorias porque no ha pasado «el tiempo suficiente» y en el que hay mucho «dolor». Tuvo que conocerse, buscar una identidad. «No tienes. Es colectiva. La mujer no tiene nada». Aprendió a desenvolverse por el mundo, abrir una cuenta bancaria, buscar sustento para su hijo de tres años... Salió adelante. Ahora, más de una década después, esta escritora ayuda a una red internacional de personas que han roto sus mismas cadenas.

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