«El humor es mi defensa ante la vida»

7.20 horas. Yo ya no sé si es la edad, pero muchas veces no es que quiera madrugar, es que al llegar las 7:20 se abre el ojo y ya no hay nada que hacer. Estos días de vacaciones me despierto muy pronto, pero me quedo leyendo en la cama. Mientras desayuno hago un sudoku, un spider y un holograma para despejar la cabeza. Luego me pongo a mirar las noticias, consulto Twitter... Es una red social que me divierte mucho. Hay gente con un ingenio espectacular.

9.00 horas. Está lloviendo en Mundaka y no me extraña, esta madrugada se han oído unos truenos de aúpa. Me encanta la lluvia en verano, sobre todo por el olor que deja después, a tierra mojada. Me vuelve loca. Hombre, tampoco me importaría que hiciera un poco de sol para poder ir a la playa a darme un baño, pero estoy a gusto. Así aprovecho y curro. Ahora mismo estoy trabajando en un guion. En la agenda también tengo varias funciones, como la del Palacio Euskalduna a finales de agosto. Son pocas, pero después del año que hemos tenido la verdad que no nos podemos quejar.

17.00 horas. Me gusta mucho ver comedia antigua para documentarme para mi trabajo. Gracias a internet lo tienes todo a golpe de click: desde los Hermanos Marx hasta Chaplin. Es un humor que sigue vigente hoy en día. También el show de Lucille Ball, de Caroll Barnett... Bajo mi punto de vista hay grandes referentes femeninos del humor. ¿Y la polémica de 'La chocita del loro', cuyos gestores dijeron que las mujeres tienen menos gracia que los hombres? Me parece absurda. Llevo toda mi vida escuchando humor machista y nos seguimos riendo de esos chistes porque lo tenemos imbuido en nuestra sociedad. Decir que las mujeres solo hacemos comedia del drama o del feminismo me parece ridículo. Se puede hacer humor de todo. De hecho es mi defensa ante la vida: contra el sistema, contra todo lo establecido. En mi infancia eran mujeres las que nos hacían reír. Ahora, en el siglo XXI, tener que escuchar que las mujeres tenemos menos gracia... Ya no sé si mirar a otro lado o reírme.

10.00 horas. En las mañanas me encanta dar paseos largos. No hay nada como ponerse música y salir a andar. En Bilbao es una pasada caminar por la ría y respirar: huele a tierra, a salitre y a lodo. Es un olor muy característico que me conecta directamente con mi infancia. Me ocurre lo mismo cuando veo el programa Estudio 1. Gracias a él conocí desde muy pequeñita los grandes clásicos de teatro y de la literatura como 'El conde de Montecristo' y 'Los tres mosqueteros'. Se retransmitían en blanco y negro, pero para mí era otro mundo, una maravilla.

14:00 horas. Espero a mi hermana y comemos juntas mientras vemos las noticias. El menú contiene mucha verdura, proteína y fruta o yogur. Ahora estamos de vacaciones así que la dieta es sana, pero es un poco más de gordeo.

19.00 horas. Este año es el segundo en el que no tenemos fiestas. Es lo que hay y no queda otra, pero nunca pensé que llegaría a echar tanto de menos bailar con las amigas en una verbena. Cuando todo esto acabe también tengo muchas ganas de irme de viaje. Todos los años organizamos uno con la cuadrilla. El último fue al sur de Turquía y descubrimos nuevos lugares, gentes, olores... El olor es algo que me une mucho a las personas y a los recuerdos. Tengo un olfato muy sensible y no me puedo echar perfume, solo algunas fragancias frescas de limón o jazmín. Alguna vez me he llegado a marear al compartir ascensor con alguien que se había echado demasiada colonia.

9.00 horas. Es día de ensayo, lo que supone seis horas o más de trabajo en preparar las funciones. Cuando llego a casa vuelvo a repasar lo marcado para llevarlo perfecto al día siguiente. Ahora lo importante es repasar los textos porque hay funciones que llevo mes y pico sin hacer. El monólogo que tengo me cuesta menos porque lo he escrito yo y la función que hago con Gorka Aguinagalde podría hacerla con los ojos cerrados. ¡Llevamos haciéndola 14 años! También hay que hacer las cosas de casa, que lleva su tiempo. Menos mal que tengo el robot Conga, Rumba o Samba ese pasándome las habitaciones...

20.00 horas. Como actriz me siento una privilegiada. Claro que hemos tenido épocas de poco trabajo, pero no hay nada que se compare a la satisfacción de subir a escena y que el público vibre contigo. Comparto escenario con grandes amigos como Maribel Salas, Txemi Parra, Susana Soleto... Estoy muy bien acompañada y me siento muy querida. En invierno, cuando hace un día horrible y tienes que ir a actuar a un pueblo remoto, es una gozada subirte al coche y pasar el viaje a carcajada limpia. El público también tiene muchas ganas de reírse. Las noticias son bastante agobiantes y la risa ayuda a desconectar. Es sanadora. A veces yo también necesito vaciar la mente, concentrándome en un buen libro, en una serie o haciendo trabajos manuales. Es como el momento de descompresión cuando sales de un submarino. En la mesilla de noche tengo el libro 'Con los ojos cerrados' de Edurne Portela y una de las series que más me ha gustado últimamente es 'Kingdom', una coreana de zombies. Está muy bien hecha y muy bien contada, que es lo importante.

23.30 horas. Antes era muy de noche, pero con el tiempo te cambian los biorritmos. Es cierto que los días que actúo me duermo más tarde porque demoras un rato entre que sales del teatro con toda la adrenalina y te tomas algo. Si no, como a las 23.30 ya estoy en la cama. Me quedo un rato leyendo, pero eso que hacíamos antes de dormir 14 horas seguidas sin levantarte a hacer pis... ¡Ahora es impensable!

12.00 horas. Desde que salí en 'Acacias 38' y en el programa '¿Y si sí?' de José Mota me reconoce mucha más gente a nivel nacional. Me hace mucha gracia cada vez que alguien me para por la calle y me pide una foto. Tengo una pequeña fama que es muy bonita de vivir. Es una popularidad con la que te sientes muy querida y que también te permite aportar tu granito de arena a causas solidarias. Aprendes mucho y te da mucha satisfacción.