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No son vanos el maltrato habitual, las amenazas y el hostigamiento. El trío de agresiones anteceden al asesinato machista. Queda demostrado, hora tras hora, en la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid que condenó esta semana a Said K. a 31 años de prisión ... por matar a la mujer con la que había tenido una relación sentimental y dos hijos, tras dos meses de acoso según los hechos probados. La víctima se llamaba Eliana G., tenía 27 años y sus hijos estaban en el domicilio cuando ocurrió el último acto de la violencia de género. El definitivo, el que se cierra con la muerte de la mujer.
La fatalidad comienza en el hogar, poco a poco, con un estricto control de las relaciones que tenía Eliana. «Humillaciones y menosprecios que culminaron en golpes», dice la sentencia. Improperios como «gorda», «mierda», «sinvergüenza», «embustera», «adúltera». Desde el año 2009, Eliana llega a interponer cinco denuncias. Vive en permanente estado de angustia, ansiedad, desasosiego, depresión y temor, enumera el tribunal. Esa vigilancia se completaba con amenazas de muerte. En 2016, cuando ya tienen diez años de convivencia, ella habla de divorcio. Él le responde que se queda con los niños por «criar demonios», continúa las amenazas en presencia de los niños. «Te entierro en Marruecos de pie, y no te encuentran en la puta vida».
La ruptura se produce en febrero de 2017, cuando Eliana abandona el domicilio conyugal. En ese momento no se puede ir con sus hijos: Said lo impide pero la deja ir cada mañana a desayunar con ellos. Él comienza la presión para que ella regrese, incluso hace que el mayor de los niños, J., de ocho años, le escriba para convencerla. Al mismo tiempo la llama hasta cien veces seguidas y se presenta en los lugares donde sabe que estará. En mayo los niños, J. y Y., de tres años, ya viven en la casa alquilada por la madre.
Los celos y la ira van en ascenso, tal como se reflejan en los mensajes de texto y voz que él le deja. «¿Le guardaste el resto de condones?» (10/03), «¡Follando a todo el mundo! ¡Me cago en tu raza!» (10/03) o «Tu abuela y tu madre son demonios (…) y lo mismo con que matan van a morir» (13/03). Combina la amenaza y el insulto con la autocompasión. Le pide reiteradamente que lo deje dormir con ella. En todo momento ella le reitera que la relación ha terminado.
Hacía un mes que Eliana había abandonado el domicilio conyugal con sus dos hijos. Sin embargo, los niños mantenían el contacto con el padre, como ese día 21 de marzo, que salieron con él mientras ella estaba en el gimnasio. A las 20:30 Said K. la llamó al móvil, le pidió que saliera a recibir a los niños, la siguió en el autobús. Comenzó a insultarla: puta, zorra. Se bajó del transporte con los niños, ella lo siguió. «Te voy a matar, a ti y a tu madre», la amenazó él. Eliana llamó a la policía, cuya presencia acabó el episodio.
Los mensajes continuaron, cada vez más procaces, con él siempre victimizándose. «Chateando todos los días con capullos que quieren meterla gratis... ni respetas a tus hijos, bonita» (20/04), «Dile a ese maricón que se prepare para los cuernos (…) ¿Te lo comió? ¿Te hizo las cosas nuevas?» (05/05), «No vas a estar con nadie» (07/05), «Me quedo aquí, en la esquina hasta que me voy a trabajar» (11/05), «Me rompes la puta vida me jodes la vida con mis hijos» (11/05), «Qué has montado, ¿un picadero ahí?».
Llegaron los minutos fatales, el 12 de mayo, en casa de una amiga de Eliana. Empiezan a discutir en la cocina. Siempre a partir de las acusaciones de él hasta que le anuncia: «Te voy a matar». Entonces, hace que los niños entren en una de las habitaciones. Vuelve, le cierra el paso. Empuña un cuchillo con una hoja de 21 centímetros. La arrincona en esos nueve metros cuadrados, y la apuñala. Ella intenta defenderse con las manos. Pero ya en las primeras embestidas sucede la mortal. El filo penetra cuatro centímetros en pleno corazón. Él sigue enterrando el arma hasta siete veces.
Después de asesinarla la cubrió con una sábana y se marchó de casa con los niños. Además de sus dos hijos estaba otra niña que Eliana cuidaba. Subieron al coche y se dirigió a la comisaría de Usera. Ni siquiera se bajó del vehículo para decirles a los policías que había asesinado a Eliana. Les indicó dónde, cómo. Los niños, en el asiento de atrás. La Audiencia Provincial de Madrid le ha condenado esta semana a 31 años de prisión por el asesinato con alevosía de Eliana, las amenazas previas y el maltrato habitual. Estos dos delitos trazaron un puente hasta el homicidio.
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