Hogares para tener a raya el envejecimiento
Vecinos con intereses afines ·
El 'cohousing' se abre camino en España como herramienta para cumplir años de manera activa y como alternativa a las residenciasSecciones
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Vecinos con intereses afines ·
El 'cohousing' se abre camino en España como herramienta para cumplir años de manera activa y como alternativa a las residenciasLourdes Beas y su hermana Estrella tienen 82 y 80 años, respectivamente. Ambas solteras, habitan desde 2007 en el Residencial Santa Clara, en Málaga, un modelo de vivienda colaborativo y autogestionado, en el que los usuarios deciden dónde y con quién vivir. El suyo es ... uno de los más de 60 'cohousings' repartidos por España, junto a otro de Gerona los más antiguos. Son 76 apartamentos -la mayoría de un dormitorio- a los que se añaden siete habitaciones centralizadas en una planta del edificio con gerocultoras las 24 horas del día que funciona como un pequeño centro de cuidados intensivos y donde las personas con alguna afección pueden estar vigiladas, explica su director Pablo Montosa.
Las hermanas llegaron allí después de jubilarse -ambas habían trabajado para el entonces Ministerio de Fomento- accedieron a través de una amiga, también funcionaria, atraídas por la posibilidad de continuar sus vidas rodeadas de conocidas y de gente con intereses afines. «Esto no tiene nada que ver con las residencias al uso -señalan-, tenemos más autonomía. ¿Que queremos bajar a la ciudad, que está a poco más de dos kilómetros? Pues tomamos 'la Blanquita' -la furgoneta que sale cada mañana y regresa para comer- o un taxi, y tan a gusto».
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A esa satisfacción contribuyen las hectáreas plantadas de olivos, encinas y aguacates que salpican la finca original y por donde ellas pasean a su aire; el cine que les han puesto, el taller de castañuelas y una capilla donde rezan juntas. También las visitas a la psicóloga que pasa consulta hora y media a la semana. «Te lavan la ropa el jueves, te la planchan, vas a comer en grupo cuando te apetece... Al principio, los sobrinos nos decían 'por qué vais a un sitio así, si todavía sois jóvenes'. Pero no queríamos ser una carga para nadie, ya les vemos en navidades. La verdad es que no echamos nada en falta: la convivencia aquí es muy buena; muchas nos conocíamos ya antes de venir y con otras hicimos amistad después, aunque cada uno tenga sus opiniones».
Según el Cluster de Salut Mental de Catalunya, «España necesitará crear más de 200.000 nuevas plazas para afrontar el envejecimiento de la población». La fuerte demanda demográfica y la oferta limitada de producto para los futuros clientes son las dos claves del impulso inversor en un sector que va más allá de las residencias. Entre las nuevas fórmulas que se abren camino destaca el 'cohousing', que echó a andar en los países escandinavos.
Hablamos de complejos que cuentan con todas las comodidades y a menudo surgidos de un espíritu cooperativista por gente con intereses comunes o una relación de amistad. En España son ya más de 60 las iniciativas que cuentan con ficha arquitectónica, según un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid, y dos de cada tres están orientadas a 'seniors', personas mayores. Brisas del Cantábrico (Cantabria), Cohousing Granada, Trabensol (Madrid), Servi mayor (Cáceres), Allegra Magna (Valladolid), La Seronda (Asturias)... Los precios oscilan entre los 50.000 euros y el medio millón, según los servicios, las calidades y el emplazamiento, lo que evidencia el carácter elitista de algunas de estas propuestas. En Santa Clara, de rango medio, la vivienda cuesta unos 77.000 euros, incluidos los 10.400 de entrada a fondo perdido.
Según Paz Martín, arquitecta experta en edad, el eje vertebrador del 'cohousing' es el envejecimiento activo. «Asociamos vejez a decrepitud, a discapacidad... y no es así. Estadísticamente sólo el 5% de las personas mayores van a desarrollar una discapacidad. Ahora, los mayores de 65 años tiene otro nivel de estudios, de salud y vida». Gente con habilidades profesionales, a menudo con un nivel económico alto, con posibilidades de contribuir al desarrollo de su entorno y, como recuerda Cristina Arranz en su estudio de la Politécnica, sin patologías graves, con un grado de dependencia cero o reducido».
63% de los 'cohousing'
de España responden a un modelo de autogestión a cargo de personas mayores, aunque hay una ligera tendencia a que surjan más proyectos intergenacionales, un «dato positivo», según remarca un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid.
¿Hay una arquitectura para mayores y, si es así, en qué dirección va? El 'cohousing' no es más que una asociación de personas con una comunidad de intereses y hay tantos tipos como grupos humanos se junten, de ahí que surjan iniciativas promovidas lo mismo por docentes que por sindicalistas o colectivos LGTBI. «Son trajes hechos a medida. ¿Que la mayoría somos músicos? Pues en el proyecto incluimos un auditorio. ¿Que nos gusta trabajar la tierra? Pues un huerto. ¿Que hacemos deporte? Levantamos un gimnasio. Y sin renunciar a tu vivienda individual, donde descansar, prepararte la comida o ver la tele.
Pero el 'cohousing' no está hecho para todos, menos aún en un país donde el 95% de los mayores de 65 años residen en su propia casa (y quieren seguir haciéndolo) y en puertas de la revolución que van a significar los cuidados de larga duración.
Aunque hay otras consideraciones. «No basta con ser un grupo de amiguetes que un buen día deciden envejecer juntos en plan 'yo me lo guiso, yo me lo como'», desliza Paz Martín que aconseja emprender «la aventura» con amigos «que sean casi familia», lo que no les exime de hacer antes una prueba de convivencia. También hablar «de los diferentes escenarios que se puedan dar en el futuro -declive físico o mental- y de los límites que se ponen a la ayuda que cada uno está dispuesto a prestar cuando las fuerzas fallen, de si estamos de acuerdo con las visitas de los amigos o de los todavía más ruidosos nietos...».
Esta fórmula es un proceso largo, trufado de obstáculos donde la burocracia es sólo la punta del iceberg. «Buscar un terreno con lo caro que está el suelo, cambiar el uso, encontrar alguien que te financie -los cooperativistas son los propios promotores, lo que explica que algunos proyectos no lleguen a prosperar-, redactar los estatutos, encontrar quien diseñe el proyecto, levantar la edificación... Lleva diez años por término medio y eso significa que tienes que empezar muy pronto, porque si no das el paso con suficiente margen de maniobra puede que cuando el tema prospere sea demasiado tarde».
Bien lo sabe Teresa Dacorta, miembro de Egunsentia (Amanecer), asociación vasca que agrupa una veintena de personas que lleva bregando desde que ella tenía 64 años por un 'cohousing' en Bilbao. «Ahora tengo 72 y no sólo no han comenzado las obras, ni siquiera tenemos suelo». Su apuesta es un órdago que pasa por que la Administración se implique en el proyecto. No quieren malentendidos. «Nosotros ya tenemos un piso, no queremos que nadie nos regale nada. Ofrecemos al Gobierno vasco que lidere el proyecto y que a cambio de una cesión de uso ponga nuestros pisos en alquiler ahora que tantos jóvenes necesitan vivienda».
El grupo lo forman docentes, peluqueras... «Yo ahora estoy jubilada, pero antes era administrativa», explica Teresa que de momento sólo ha recibido «buenas palabras». En el camino, largo, han forjado amistades, hacen salidas al monte, organizan actividades en línea con esa filosofía de cooperación, de colaborar y de ecocuidados» que comparten todos sus miembros, para quienes la esperanza es lo último que se pierde.
- El tiempo juega en su contra.
- Lo sé muy bien. La gente se cansa, nos hacemos mayores, durante la pandemia todo se estancó... Pero voy a disfrutar del camino plantando una semilla de algo que, tarde o temprano, estoy segura, cristalizará.
En Jubilar Villar Rosita, un 'cohousing' de Torrelodones (Madrid) que inició su andadura hace siete años, ya se frotan las manos. Las obras comenzaron en julio, señala Ismael Martínez, fundador y socio de ZeroCity, gestor de la iniciativa vertebrada a través de contratos colaborativos (IPD) que firman todos los agentes implicados, desde los cooperativistas hasta la constructora (ACR), el equipo de arquitectos (MMN), el aparejador (Morar Arquitectura). «No te dejes ninguno -subraya Martínez-. Todos los acuerdos se toman de modo consensuado en un entorno jurídico de confianza, compartiendo riesgos, responsabilidades y beneficios.
19,6% de la población
actual española supera los 65 años. En 2050 ese porcentaje se elevará al 31,4%, llegando los mayores de 80 años a rebasar los cuatro millones de ciudadanos.
«Los cooperativistas tienen de media 60-65 años y se ponen una fecha mínima de entrada, porque luego envejecen y hay sustituciones. El precio tope que se han marcado son 300.000 euros y el derecho de uso es vitalicio: cuando surge una vacante se busca otro socio y el anterior recupera la inversión. «El secreto es diseñar para un objetivo de coste -sostiene Martínez-, conforme a criterios de sostenibilidad, que van desde estudios de vida útil de la edificación hasta completar la construcción en el menor tiempo posible con el montaje de paneles de acero galvanizado ligero, lo que reduce la huella de carbono».
El vacío normativo que rodea el modelo a menudo entorpece el desarrollo de estas iniciativas, que en cada comunidad autónoma han tenido que sortear obstáculos distintos. No faltan voces que reclaman la cesión de espacio público por parte de los ayuntamientos como forma de dar alas a muchos de estos proyectos, aunque la duración de las concesiones pendería sobre ellos como una espada de Damocles. «La propia ausencia de una normativa dejaría la puerta abierta a abusos, haciendo pasar por 'cohousing' proyectos que se denominan como tales cuando realmente no lo son», alertan expertos.
El 'cohousing' no es la única opción en el mercado, Paz Martín enumera otras: viviendas con servicios -«en las que no te tienes que asamblearte con nadie»-, o una vivienda tutelada, o un coliving (cada uno con su habitación y todos comparten cocina y salón) o apartamentos medicalizados con servicios básicos incluidos. Existen también los 'cohousing' intergeneracionales, «como el de la Borda, en Cataluña, con resultados muy enriquecedores y que ponen de manifiesto que, con independencia de la edad que tengamos, todos podemos aportar algo».
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