El joven de 25 años que sufrió la agresión, este martes, ingresado en el Clínico. José Carlos Castillo

«Me gritó moro de mierda y fue directo a la cabeza, no recuerdo nada más»

El joven turco, de 25 años y estudiante de Filosofía, está ingresado en el hospital por segunda vez por la brutal agresión sufrida el 26 de noviembre en Valladolid

Sofía Fernández

Valladolid

Miércoles, 11 de diciembre 2024, 12:34

«Yo creo que tenía la intención de matarme porque me daba con fuerza golpes y patadas sabiendo dónde lo hacía», explica el joven turco de 25 años M. K., un estudiante de postgrado de Filosofía de la Universidad de Valladolid que fue víctima de ... una brutal agresión registrada en la madrugada del 26 de noviembre en la calle Ruiz Hernandez, por parte de un hombre que aún no ha sido detenido por los investigadores. Ahora M.K. ha vuelto a ingresar el hospital -desde allí recuerda ahora lo ocurrido- al serle detectado «un pequeño coágulo en el cerebro». No quiere dar su nombre, teme que haya consecuencias si le encuentran. «Tengo mucho miedo desde entonces», reconoce.

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Recuerda que esa noche, después de tomar algo con un amigo y poco después de las dos y media de la madrugada, quiso volver a casa. «Dejé a mi amigo en el bar y llamé a una amiga para ir hablando por el camino», relata. Piensa que uno de los motivos que desencadenó la brutal agresión fue que el atacante le escuchara hablar en un idioma extranjero: «Iba hablando en turco cuando pasé por delante de dos personas, pero nada me hizo sospechar».

Según explica el estudiante de Filosofía, afincado en la capital, avanzó apenas un par de metros cuando sintió un golpe en la espalda. «Pensé que sería algún amigo, que se trataba de un broma porque me quería asustar, pero al segundo me di cuenta de que no, porque me estaba golpeando cada vez con más fuerza», relata antes de añadir que, además de empujones, puñetazos y patadas, escuchó insultos homófobos como «maricón de mierda» y frases racistas como «por qué estás aquí moro de mierda».

«No he vuelto a salir por la noche y no creo que vuelva a hacerlo en mucho tiempo»

Parte de la agresión fue grabada por un testigo y en el vídeo difundido a través de las redes sociales (que ya ha sido analizado por la Policía Nacional) se ve claramente cómo el atacante, con la excusa de pedirle un cigarrillo, le propina un primer puñetazo y varias patadas hasta que logra tirarle al suelo. «Incluso pensé que me está pegando para atracarme, porque el móvil salió despedido. De verdad que en ese momento no entendía lo que estaba pasando«, lamenta ahora un joven que en todo momento mostraba una actitud tranquila y que se vio sorprendido por la sucesión de golpes. «Luego ya no recuerdo nada más que a la Policía y que me desperté en la ambulancia», concreta.

A tener de las imágenes, el joven fue pateado de forma brutal en la cabeza y como consecuencia de la paliza tuvo que ser operado en el hospital al día siguiente por una fractura en la nariz. Pero sus secuelas no terminaron en el quirófano. M. K. volvió a ingresar el pasado lunes (9 de diciembre) en el Clínico al detectarle los sanitarios «un pequeño coágulo en el cerebro», lo que le ha provocado intensos dolores de cabeza durante varios días. Pronto le darán el alta, aclara, aunque sigue pendiente de una prueba médica más, «la que valore el estado de la retina del ojo izquierdo que preocupa a los médicos».

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Los moretones se han ido borrando de su rostro, pero aún le quedan las heridas psicológicas. «No he salido por la noche desde que pasó aquello y no creo que lo haga en mucho tiempo. Sí que he dado paseos acompañado por algunos amigos, pero tengo miedo y ando mirando todo el tiempo a izquierda y derecha. Es una sensación muy rara», lamenta.

La víctima de la agresión denunció los hechos al día siguiente de producirse y la investigación por parte de la Policía Nacional permanece abierta, ya que el autor de la brutal paliza no ha podido ser aún detenido. Tanto el joven agredido como los testigos que grabaron la secuencia, en la que se ve en todo momento la actitud intimidatoria y de fuerza respecto a M. K., ofrecieron a los agentes la descripción física de un hombre de mediana edad que se autodenominó como «boxeador» durante la agresión. «Lo que recuerdo es que era bastante fuerte y no muy alto, de 1,65 más o menos», detalla la víctima.

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El universitario lleva un año y medio viviendo en Valladolid, ciudad a la que llegó como parte de un programa Erasmus, y compagina sus estudios de máster en el campo de la Filosofía con varios cursos de programación online. «Sé que gente mala hay en todas partes y que he tenido suerte de que no me haya pasado nada más, pero aún me queda tiempo para perder el estado de nervios que tengo ahora».

Confía, aclara, en los investigadores. «Se están portando muy bien y se está preocupando por cómo me encuentro... Puede que pronto tenga noticias de quién me hizo esto y se haga justicia. Lo importante es que no se vuelva a repetir», apostilla el joven antes de anticipar que quiere ponerse en manos de un psicólogo y de reconocer que por el momento ha decidido no contárselo a su familia (sus padres y sus hermanos viven en Turquía). «Lo hago para no generar preocupación y evito las videollamadas con pequeñas excusas hasta que tenga bien del todo la cara», finaliza.

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