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Los milenarios enfrentamientos de dos clanes de la Edad de Piedra, entre el territorio comprendido entre los ríos Rin y Escalda, hizo que comenzara una escalada bélica que perfeccionó el proyectil. Pugnaban por las mejores tierras en una época en que las mareas inundaban ... el litoral, había intensos periodos de enfriamiento y se multiplicaban los incendios, según un reciente estudio del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana.
En un entorno en el que también comenzaban a extinguirse algunas especies e imperaba la sequía, la supervivencia de los humanos, dedicados por entonces a la caza y la recolección, dependía de su adaptación como especie pero también de ganar los nuevos territorios. El humano ya conocía las flechas de cuerpo de madera y extremo de pequeñas piedras, de dos o tres centímetros, que evolucionaron a saltos, siempre dependiendo del cambio climático, cuando arreciaban las luchas tribales, afirma la investigación 'Variaciones en los proyectiles del mesolítico en la cuenca sur del mar del Norte'.
Su autor, Philippe Crombé, logra datar la evolución de los proyectiles: hace 12.500 años, las puntas eran triángulos escalenos. Mil años después comenzaron a tener «forma de hoja». Luego la técnica logró nuevas formas de retocar las caras del proyectil y sus bordes.
Entre el 8.000 y el 7.000 a. C. sucedió un «cambio radical con la aparición de los primeros trapecios, formados por un doble afilado de la púa». «La línea cronológica demuestra con claridad la coexistencia de al menos dos conjuntos diferentes de proyectiles a finales del úndécimo milenio a. C (…) que pudiera ser la expresión de las diferencias sociales o de grupos sociales o étnicos diferentes», afirma Crombé.
El uso de los proyectiles junto a objetos ornamentales también podría indicar que los humanos buscaban la manera más fácil de identificarse como grupo, lo que se podría relacionar «con una mayor territorialidad, un uso exclusivo de los recursos y un veto a humanos de otros clanes». Había al menos dos. El grupo 'verrebroek/chinru' dominaba la llanura norte de Europa hasta Polonia y Escandinavia, mientras que los 'ourlaine' (también conocido como 'tardenoisian') vivían del este de Francia hasta Bélgica. «Siguiendo la hipótesis de dos grupos étnicos distintos, sus territorios se superpondrían en la actual Bélgica», sostiene Crombé.
En ese periodo quedaron anegados 48.000 kilómetros cuadrados de costa. Entre otros cambios, Bretaña se separó del continente. «En el Holoceno temprano ese área enfrentaba uno de los cambios climáticos más dramáticos», expone el autor en el artículo publicado en 'Plus One'. Con mayor tecnología, el hombre del Mesolítico perfeccionó las armas arrojadizas, como muchos siglos después harían otros con las ballestas y los misiles. «Curiosamente, allí se comprueba un intercambio de materias primas exóticas». Comercio y guerra. La historia es cíclica.
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