Vista de una aldea de Losoto, donde Naciones Unidas realiza un programa de sostenibilidad. G. Marinovich / M. Cadma / PNUD

Gota a gota en una cima africana

Un sistema de riego por goteo, entregado por Naciones Unidas a una mujer, cambia las reglas agrícolas contra el cambio climático

Jueves, 18 de junio 2020

Entre los profundos cañones y las empinadas cumbres desérticas de Lesoto, un reino al sur de África sin salida al mar, Maitumeleng Mabaleka cuida su media hectárea de cultivos de subsistencia, y este año ha tenido una buena cosecha. Tanta que ha logrado incluso ... hacer algunos escabeches y conservas. Los métodos tradicionales de la agricultura no iban demasiado bien con el cambio climático.

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El año pasado el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo le facilitó un sistema de riego por goteo para su diminuta parcela, casi un jardín detrás de su cabaña. «Mi producción de verduras era baja debido a la sequía y, a veces, a los insectos», sostiene Mabaleka, que esta temporada ha podido vender un excedente de verduras y obtener unos 1.800 euros de ingresos extra, cuando apenas solía tener ganancias de unos 500. Primero siembra tomates. En el futuro, maíz y frijoles.

En ese hogar de aquella cumbre azotada por sequías y fenómenos meteorológicos extremos, Mabaleka pertenece al pueblo basotho. Un tercio de esta población está en riesgo de sufrir hambrunas y la mitad vive por debajo del umbral de pobreza. Al haber sido elegida para el programa, Mabaleka también recibió un secador solar y una máquina de envasado.

Maitumeleng Mabaleka G. Marinovich / M. Cadma / PNUD

Una vez recogida la siembra, hizo acopio de algunos alimentos, a la espera de la llegada de la Covid-19 o de una próxima sequía, ambas nefastas para su supervivencia. «Los ecosistemas afroalpinos de Lesoto son tan frágiles como hermosos», advierte el programa de Reducción de la Vulnerabilidad al Cambio Climático de la ONU, que comenzó su tarea entregando «semillas tolerantes a la sequía, equipos agrícolas y mejores razas de ganado».

Con un 75% de mujeres beneficiadas, pedían a cambio dejar descansar los pastizales, mejorar la recolección de agua y aprender criterios de sostenibilidad. Además, la degradación de los campos estaba provocando un problema adicional. Las comunidades se enfrentaban con sus vecinos por el uso de las tierras. Al hambre se podría sumar la guerra.

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Ahora Mabaleka tiene una nueva misión. «Debo ayudar a otros hogares dándoles consejos sobre el nuevo cultivo de verduras y la conservación de alimentos», dice, mientras el programa pasa a una siguiente fase con la diversificación de las fuentes de energía. Una etapa en la que se entregarán estufas de bajo consumo y cocinas de placas solares. No lloverá más, pero habrá menos sed.

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