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Un gran estudio que acaba de aparecer en Norteamérica, realizado a partir del ADN de los habitantes de todo el continente, incluyendo las poblaciones brasileñas y del Caribe, elabora un gran lienzo de la esclavitud y de los descendientes de esos millones de personas que ... fueron arrastradas contra su voluntad fuera de África. Este gran trabajo publicado en la revista 'American Journal of Human Genetics', a partir de los datos genéticos de 50.000 usuarios de un banco de genomas de una empresa biotecnológica, revela «verdades perturbadoras», según los científicos de la Universidad de Leicester y de 23andMe, la compañía de genealogía radicada en California.
Al cruzar el ADN con los registros históricos se conocen detalles del origen de los americanos pero también «se confirma el maltrato que recibían las personas con ascendencia africana, que dio forma al panorama genético actual», comenta el genetista Steven Micheletti, primer autor del estudio. Entre los siglos XVI y XIX fueron deportadas desde África unos 12 millones de individuos, según los registros trasatlánticos. Una quinta parte no sobrevivió a la travesía.
Aunque el 70% estaba destinado a las colonias de Suramérica, entre ellas las españolas, la proporción de genes africanos es drásticamente menor en estos países comparado con el norte. «La proporción de personas con más del 5% de ascendencia africana es cinco veces menor en América Latina que en los Estados Unidos», dice el artículo 'Consecuencias genéticas del comercio trasatlántico de esclavos en las Américas'.
La causa está en las prácticas de los que ejercían el poder. En Norteamérica se recompensaba a los propietarios que hacían que sus esclavos tuvieran hijos, y muchos, entre sí, «con el fin de mantener una fuerza laboral». «Incluso después de abolir la esclavitud tendían a segregar a las personas de ascendencia africana», acusa Micheletti.
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En cambio en el sur, tanto en los territorios de la corona española como de la portuguesa, existía otra política, la del mestizaje. Esas prácticas que contribuyeron a la «disolución genética» tenía un componente machista y racial: eran los hombres europeos los que mantenían sexo con las mujeres africanas.
La genética lo demuestra, según en este estudio: las proporción entre las mujeres africanas que tenían hijos con respecto a los hombres del mismo origen era de 15 a uno. «Nuestro análisis estima que unas 15 mujeres africanas tenían hijos por cada hombre africano en América Central y del Sur, así como en el Caribe latino», resume Micheletti.
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Con este fin las leyes de emigración desde los reinos ponía menos limitaciones, hasta bien entrado el siglo XX, a los hombres que a las mujeres. Los científicos hablan incluso de una «explotación sexual de las mujeres africanas» que era ejercida de manera transversal también en América del Norte y que ha quedado escrita en el libro del ADN.
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