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JOSÉ E. CABRERO
Domingo, 20 de febrero 2022, 00:06
Desde el cielo, el complejo parece un buque militar navegando en un mar de olivos. Abajo, con los pies en la pista de aterrizaje, reina una calma de retiro espiritual apenas interrumpida por el canto de los pajarillos. El zumbido llega entonces, de repente, antes ... de que nadie pueda ver el diminuto punto negro que se dibuja en las alturas. El dron -grande y complejo- se acerca sigiloso, como un insecto, hasta colocar sus largas patas en el cemento, en el mismo lugar donde realiza sus pruebas el globo que aspira a llevar turistas al espacio. Mientras, en uno de los hangares, un equipo de ingenieros alemanes trabaja en un prototipo de taxi aéreo. Estamos en Atlas, el centro de vuelos experimentales de Villacarrillo, en Jaén.
Atlas está formado por dos hangares, una pista de 600 metros y un edificio de cuatro plantas repleto de salas de reuniones, despachos y equipamiento técnico. Antidio Viguria (Sevilla, 1981) se asoma desde el gran ventanal de la cuarta planta, donde está el centro de control. «Esto es una instalación única en España -dice, rodeando con un gesto de la mano el horizonte- y casi en Europa». Viguria es el director técnico en aviónica y sistemas de la Fundación Andaluza para el Desarrollo Aerospacial (Fada), una entidad privada sin ánimo de lucro que gestiona dos grandes complejos: el Centro Avanzado de Tecnologías Espaciales (Catec), en Sevilla; y Atlas, en Villacarrillo.
«En Catec -explica Viguria- desarrollamos tecnologías para que el mercado las explote. Somos el principal centro tecnológico de drones de España y, además, creamos otras tecnologías aplicadas a procesos aeronáuticos». Atlas, en cambio, es un centro de ensayo en vuelos, un lugar que ofrece sus servicios a las empresas más punteras de Europa que vienen aquí, a Jaén, por dos particularidades muy poderosas. La primera, porque encima de Atlas no hay nada: un espacio segregado de mil kilómetros cuadrados (30 por 35 kilómetros) donde se pueden hacer vuelos de forma segura con la certeza de que ningún otro aparato lo va a cruzar. «Encontrar un espacio así, en Europa, es algo muy difícil», apunta Viguria. La segunda, el clima: «Tenemos más de 300 días operacionales al año gracias a unas condiciones climatológicas idóneas».
Atlas abrió en 2014 y, desde entonces, 70 clientes (empresas, universidades y fundaciones) han despegado sus proyectos. «El año pasado tuvimos una ocupación del 70%», dice el director. Las empresas se desplazan aquí con sus equipos y emprenden campañas que van de las dos semanas a los seis meses, alojándose en los hoteles y casas rurales de Villacarrillo. Viguria, apoyado en el ventanal, señala una antena de 10 metros de alto que hay al otro lado, junto a los hangares. «Es una estación base de 5G, por un acuerdo con Vodafone. Así que aquí, en medio de la nada, tenemos 5G», sonríe.
Estos días, por los pasillos de Atlas se habla en inglés y alemán. La empresa Lilium puede presumir de tener uno de los proyectos de taxis aéreos más viables del mercado. El equipo llegó a principio de mes, con un prototipo del vehículo que esperan despegar en breve. El taxi volador, capaz de despegar y aterrizar verticalmente con siete plazas para pasajeros, puede moverse a más de 100 kilómetros por hora y aspira a iniciar sus operaciones en 2025. El equipo ha elegido Atlas para realizar sus pruebas de vuelo, poniendo los ojos de todo el mundo en Villacarrillo.
La mayoría de proyectos de Atlas, sin embargo, implican a drones o, como técnicamente se conocen, UAVs (del inglés Vehículo Aéreo No Tripulado). «Hemos tenido drones más clásicos de pequeño tamaño y otros de mayor envergadura como los que realiza la empresa Aertec -detalla Viguria-. Y también drones muy innovadores que son capaces de volar por encima de 20 kilómetros de altura y funcionan como pseudo-satélites, volando durante meses». De hecho, Atlas ha sido escenario de algunos de los grandes hitos en la historia de la aviación no tripulada de España. En agosto de 2014 se realizó el primer vuelo de un UAV a larga distancia bajo normativa civil española; en 2017, el primer vuelo coordinado de una avioneta y un UAV bajo espacio aéreo civil; y en 2019 se probó un nuevo concepto revolucionario, el U-Space: «Es un sistema digital y automatizado para gestionar el espacio aéreo a baja altura (por debajo de 120 metros) cuando hay gran densidad de drones. ¿Cómo hacer que no choquen? ¿Quién da permiso? Con un dron es sencillo, pero imagina cuando haya cientos. Eso se hará gracias al sistema U-Space».
Y antes de que llegaran los taxis aéreos lo hizo 'Zero 2 Infinity', la empresa española liderada por José Mariano López-Urdiales que ha patentado un globo capaz de llevar turistas al espacio por 110.000 euros el billete. «El turismo espacial en globo es otra gran oportunidad para diversificar las operaciones que se realizan en el centro», reflexiona Viguria. En esa línea, Atlas ha firmado un acuerdo con el Ayuntamiento de Beas (Jaén) para usar en exclusiva el aeródromo de Cornicabral, lo que les permitirá realizar operaciones entre ambos puntos.
Drones que funcionan como satélites, enjambres de drones en el cielo, globos que nos llevan al espacio, taxis voladores... ¿Se imaginan lo que esto supondrá para nuestras vidas?
«El futuro tiene drones y eso es imparable», afirma Viguria, que considera que el gran reto para que el mercado explote y empecemos a encontrar drones sobrevolando nuestras calles es «la integración del espacio aéreo y volar largas distancias de forma segura». «Y cuando eso suceda, los drones podrán repartir paquetes, inspeccionar líneas férreas o eléctricas, vigilar fronteras, cubrir temas medioambientales, ayudar a cultivos... y un sinfín de posibilidades que, para hacerse realidad, necesitan un sitio de ensayos como Atlas».
El impacto de Atlas en Villacarrillo va más allá de la hostelería -que no es poco-, ya que, a largo plazo, Viguria y el equipo de Fada visualizan un futuro prometedor: «En aeronáutica -analiza- es muy común que la parte final de la fabricación de una aeronave se realice cerca de la zona donde se ejecutan los ensayos de vuelo. Eso podría generar grandes oportunidades industriales para la zona».
En la puerta del hangar 1, José Ramón López (Antequera, 1980) coloca ocho baterías en un dron de gran tamaño que parece una araña con hélices. «Es un Matrice 600, un dron con aplicaciones muy variadas que fue diseñado para la filmación aérea», dice. López es jefe de operaciones de Atlas y piloto de drones en las categorías básica y avanzada. «Estudié Arquitectura Técnica, pero cuando entré en la empresa, hace 10 años, empecé a formarme como piloto». Entre él y Viguria llevan el dron hasta el centro de la pista, donde inician el protocolo de despegue. «Esto ha avanzado mucho en muy poco tiempo, es muy emocionante -continúa López-. Lo que más me gusta es operar plataformas de ala fija, que es mi mundo».
Las hélices se activan y el Matrice 600 levanta el vuelo con un zumbido sigiloso. López mueve las palancas del mando y, suavemente, hace que el dron se desplace sobre la marea de olivos, alterando levemente la quietud del centro. «Vamos allá», propone el piloto, empujando en la distancia al dron, que se pierde en la inmensidad del cielo hasta que no se oye absolutamente nada. Viguria, con la vista perdida en el horizonte, termina, sonriente: «El futuro vuela».
Uno de los proyectos más llamativos asociados al centro Atlas es el que propone José Mariano López-Urdiales con su empresa 'Zero 2 Infinity': llevar turistas al espacio en globo por 110.000 euros. «El precio ofrece entrenamiento, dos noches y el vuelo de más de cinco horas», explica el granadino. El viaje, que se pretende implementar en Villacarrillo, donde ya se han realizado vuelos de prueba, es, en palabras de López-Urdiales, «la experiencia más alucinante que el dinero puede comprar». Y sigue: «Atlas, nuestro centro de despegue en Jaén, podría ser el primero del mundo. Con una inversión de dos millones de euros, que es muy poco, en nueve meses podría empezar a funcionar el turismo espacial en globo. Es la cantidad que hace falta para dar el salto de llevar cosas al espacio, que es lo que hacemos ahora, a llevar personas».
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