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Ainhoa de las Heras y Terry Basterra
Viernes, 15 de septiembre 2023, 07:21
Fue una noche angustiosa, eterna, sobre todo para los padres de Aimar. Pero, en general, para toda Bizkaia. Un bebé recién nacido había sido raptado de la Maternidad del hospital de Basurto y se le buscaba a contrarreloj. La Ertzaintza hizo públicas las imágenes de ... la supuesta secuestradora tomadas por las cámaras de videovigilancia del centro médico, en las que la sospechosa iba vestida de blanco con un traje de sanitaria y llevaba una bolsa de plástico, en la que había metido al recién nacido.
La mitad de la población se despertó con la noticia y con el corazón en un puño, pero enseguida tuvo un final feliz. El crío fue abandonado en un felpudo en un bloque de Santutxu, en perfecto estado. Casualmente, le recogió una auxiliar de enfermería que había trabajado en una clínica ginecológica. La mujer supo enseguida que se trataba del bebé robado. Aún llevaba la pinza en el cordón umbilical y le habían dado de comer. Estaba tranquilo y ni siquiera lloraba. Toda Bizkaia respiró de alivio.
Está a punto de cumplirse un año del caso, el próximo 19 de octubre, y ya se ha fijado fecha para el juicio, que se celebrará el próximo 14 de mayo en la Audiencia provincial vizcaína, según ha podido saber este periódico. La Fiscalía ha presentado su escrito de calificaciones provisionales en el que pide cuatro años de prisión para la acusada, Mireia C.S., de 24 años, por un delito de detención ilegal, informan fuentes cercanas al caso. El representante del Ministerio Público aplica el tipo de víctima especialmente vulnerable por tratarse de un menor, que conllevaría un agravamiento de la pena, pero lo compensa con una circunstancia atenuante, ya que la presunta autora del rapto devolvió al pequeño en un plazo inferior a tres días.
La joven se encuentra en libertad provisional desde que fue puesta a disposición judicial a la espera de que se celebre la vista oral. De forma voluntaria, ingresó primero en el pabellón de psiquiatría de Basurto, desde donde fue derivada a Zaldibar.
La acusación particular, que representa a los padres del pequeño, una familia de Durango, suma al delito de secuestro de menor, cuya horquilla va de los cuatro a los seis años, el de abandono, y eleva la solicitud a siete años de prisión. Tanto el fiscal como la abogada de la familia reclaman para los padres una indemnización de 12.000 euros por daños morales.
Una de las claves del juicio penal se centrará en el estado mental de la joven, si sufre o no algún tipo de trastorno que afecte a sus facultades. Según confesó ante la jueza de guardia, Mireia había sufrido meses antes un aborto espontáneo de la niña que esperaba, pero lo mantuvo en secreto e hizo creer a su entorno, a su novio, a su madre y a sus amigos y vecinos, que seguía embarazada. Ella estaba muy ilusionada con la futura maternidad y se sentía muy arropada. Hasta les enseñó ecografías falsas y compró ropa y un carro infantil. Sus allegados empezaron a sospechar que en realidad no estaba encinta y entonces la joven ideó el secuestro.
Se fue de casa y se coló alrededor de las seis y media de la tarde en el pabellón Iturrizar, donde se encuentra la Maternidad. Robó un traje blanco de sanitaria e intentó hasta en tres ocasiones llevarse a alguno de los recién nacidos. A eso de las nueve de la noche, a la cuarta tentativa, secuestró al pequeño Aimar. Engañó a la madre, que en ese momento se encontraba sola en la habitación, con una supuesta prueba de oído antes de darles el alta y enviarles para casa. La desaparición del pequeño se descubrió algo antes de las diez de la noche, cuando Pedro, el padre de Aimar, llegó a la habitación y le extrañó la tardanza en retornarlo a su cuna.
La pesadilla duró hasta las ocho de la mañana del día siguiente. Unas amigas a las que pidió ayuda, que creían que acababa de dar a luz, la acogieron en su casa de la calle Fika de Santutxu junto con el bebé. Compraron leche de fórmula en una farmacia. «Estuvo en mis brazos toda la noche, muy bien cuidado», declaraba Iuliana en una entrevista con este periódico.
Cuando despertó, Mireia salió del piso y depositó al pequeño en el umbral de la puerta de una vivienda. Después, cuando ya había un gran despliegue policial por la zona, fue caminando hasta Zorroza, donde residía su abuela. Allí fue arrestada por la Ertzaintza tras pactar su entrega. La acusada, que se mostró arrepentida e insistía en que no había hecho daño al crío, permaneció dos días en los calabozos y después fue conducida al juzgado, donde fue valorada por forenses expertos en psiquiatría y quedó libre de manera provisional ante la sorpresa de la opinión pública.
La jueza entendió que no había riesgo de fuga ni de reiteración delictiva. Los padres de Aimar se quedaron «estupefactos». «No damos crédito. Lo puede volver a hacer», clamaron entonces. Y pidieron una orden de protección, que impide a la mujer comunicarse o acercarse a ellos a menos de 500 metros. Tras pasar por las unidades psiquiátricas de los hospitales de Basurto y de Zaldibar, la joven está en libertad desde el pasado mes de abril.
La joven, disfrazada de sanitaria, se coló en la Maternidad de Basurto alrededor de las seis y media de la tarde y se llevó al pequeño Aimar de la habitación donde estaba con su madre con el pretexto de una supuesta prueba de oído. Como no regresaba, los padres dieron la voz de alarma.
Tras pasar la noche con el bebé en casa de unas amigas en Santutxu, se despertó y dejó al pequeño en el felpudo de un piso, sano y salvo. Después, fue andando hasta Zorroza. Allí, tras pactar su entrega, fue detenida por la Ertzaintza y pasó dos días en los calabozos.
La joven fue puesta a disposición judicial y, tras ser revisada por forenses expertos en psiquiatría y declarar ante la jueza, quedó en libertad provisional. De forma voluntaria, ingresó después en psiquiatría de Basurto y luego en Zaldibar. Desde abril se encuentra libre a la espera de juicio.
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