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A los cuatro meses de relación, Heidi Paz decidió dejar a su pareja, César Román, y se alejó del domicilio que compartían. Se habían conocido en una sidrería de Madrid, donde ambos trabajaban. Antes de partir, le dejó una nota manuscrita donde le decía que ... debía «pensar» sobre su futuro con él. Comenzaba el verano, en junio, y no volvieron a verse hasta agosto, cuando ella le llamó desde un teléfono público de Legazpi a las seis de la mañana. Desde allí fue a su antigua casa. Ese mismo día, el Rey del Cachopo la asesinó en ese lugar, según la reconstrucción que el fiscal Miguel Mínguez expone en sus conclusiones, durante el juicio. La motivación, según la Fiscalía: «Por ser mujer y no aceptar que ella quisiera distanciarse de él».
«Para evitar ser descubierto» Román, de 47 años, descuartizó a su víctima, «separando del cuerpo la cabeza y los miembros superiores e inferiores», que no se han encontrado. «Privó a la familia de enterrar las partes que no han aparecido», sostiene el fiscal, que considera probado que quien seccionó el cuerpo tenía la pericia de un carnicero, lo que coincide con la experiencia del acusado en su trabajo de cocinero. Descrito como «violento», Román mantuvo en su última palabra que nunca le ha puesto «la mano encima a una mujer» pero luego reconoció que sí había empujado a su expareja. «Llevo todo la vida controlándome y aquel día me equivoqué».
Después del asesinato, Román introdujo el tronco en una bolsa de plástico negra y lo metió en una maleta. Pidió un taxi a las 16:21 horas de ese 5 de agosto de 2019 por teléfono y se dirigió con ese equipaje a una nave industrial que tenía alquilada a nombre de una empresa. Con un cuchillo «le cortó los senos, que tenían unos implantes de silicona», se lee en las conclusiones de la Fiscalía, y «roció el cuerpo con sosa cáustica». No obstante, conservó la maleta, donde los peritos encontraron ADN, que coincidía con el de la víctima y con las huellas encontradas en el piso de Román, e insectos relacionados con las prácticas forenses que permitieron datar la fecha del crimen.
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Unos días más tarde Román, volvió e intentó incinerarlos en la plataforma del montacargas, en el sótano. Ese acto le delató cuando acudieron los bomberos y las autoridades encontraron los restos de la mujer. Algunos vecinos le vieron al salir de la nave. Entonces Román inició la huida. Dejó de usar su teléfono pero no se deshizo del de ella, viajó a Zaragoza, falsificó identidades y empezó a trabajar como cocinero hasta que la policía le capturó en noviembre.
«Los asesinos están fuera porque no se ha querido investigar», se defendió Román en la sesión final del juicio por el asesinato de Heidi Paz, madre de dos niños, de doce y nueve años. «Es una salvajada lo que hicieron a esa chica». En un turno caótico, el acusado afirmó que ella pudo morir de muerte natural o no morir y, por tanto, no existir crimen, o haber sido asesinada por «una organización criminal» o la «anterior pareja».
Según estos hechos, sobre los que el lunes va a deliberar el jurado, Román está acusado de los delitos de homicidio y profanación de cadáver, con la agravante de parentesco y de género. El fiscal pide 15 años de prisión y la acusación particular, 28. La abogada defensora, Ana Isabel Peña, mantiene que no hay pruebas y reclama la absolución.
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