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En lo que va de verano las tres únicas intervenciones de apoyo de la Unidad Militar de Emergencia (UME) contra los incendios forestales han tenido lugar en Canarias. Una circunstancia que no es casual tras los graves fuegos de 2019. A la actual lucha contra ... la propagación de las llamas en Arafo y Candelaria (Tenerife), que ha arrasado ya más de 13.300 hectáreas, se suman los despliegues que tuvieron lugar la segunda quincena de julio en Puntagorda (La Palma) y Tejeda (Gran Canaria). En ambos focos 255 efectivos del Segundo Batallón de Intervención en Emergencias (BIEM II) se tuvieron que emplear a fondo junto con los medios autonómicos para poder estabilizarlos.
Según los datos oficiales de la UME, en 2022, durante el mes de agosto, otro incendio forestal afectó a la población de Los Realejos (Tenerife) y el Gobierno canario pidió la activación de la unidad militar. Mientras tanto, en 2020 otras cuatro emergencias en Tasarte (Gran Canaria), Santa Úrsula (Tenerife) y Garafía y Tijarafe (La Palma) permitieron a los integrantes del batallón Biem II -cuya sede se encuentra en Morón de la Frontera (Sevilla), aunque cuenta con dos unidades de despliegue rápido en el archipiélago con 165 soldados- conocer de cerca lo que los expertos denominan el «factor canario».
La climatología, la orografía volcánica, la gestión de la masa forestal, el abandono gradual del campo, la insularidad, la gestión de los medios humanos y materiales, la cultura de prevención y la permanente sequía convierten a las islas «en un polvorín, donde los incendios o los conatos seguirán presentan y si no se mejora la gestión del territorio todo acabará reventando», advierten desde la dirección de emergencias del gobierno canario.
En el plano operativo, pese a la mejora de los efectivos en los últimos años, otro expertos civil consultado (un ingeniero forestal canario que prefiero guardar el anonimato), destaca que desde el año 2000 hasta 2022 la comunidad ha tenido 1.230 conatos, de los que cinco han quemado el 99% de todas las hectáreas en este periodo. «No se trata de un problema de eficiencia, sino de gestionar mejor el territorio, porque ya no solo hablamos de afectación del pinar alto, por ejemplo, también de la masa forestal cercana a los pueblos y hasta de la playa», comenta.
Un suboficial de la UME que ha intervenido varias veces en Canarias con el batallón Biem II explica dos de las peculiaridades de este entorno para luchar contra los incendios. Comenta la «recurrente limitación» del despliegue de medios terrestres debido a la orografía volcánica, con abundantes barrancos que ponen en peligro la vida de los agentes locales y de los propios uniformados.
A esto se suma la falta de operatividad de los medios aéreos cuando sucede la inversión térmica: un fenómeno en el que la temperatura del aire, en vez de descender mientras subimos en altura, como es normal, va ascendiendo cada vez más. Esta situación mantiene las nubes, mezcladas con el humo, atrapadas a baja altura y dificultan el ataque de los helicópteros e hidroaviones movilizados. Sobre estos aparatos, el debate actual se centra en la eficacia de los primeros frente a los segundos.
Del mismo modo, desde 2021 dos grupos en el Senado, la Agrupación Socialista Gomera y el PP han reclamado al Gobierno la creación de un batallón propio de la UME y dejar de depender de Sevilla. «Es una petición lógica por la lejanía de los medios peninsulares y el hecho de que las islas ha sufrido todo tipo de catástrofes naturales, como inundaciones, derrumbes, incendios y hasta volcanes en los últimos 10 años», justificó el senador popular canario Borja Pérez Sicilia.
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