Vecinos de una de las poblaciones afectadas por el brote se concentraron el lunes para pedir medidas contra los mosquitos transmisores de esta enfermedad. Efe

El brote del virus del Nilo en Sevilla fue detectado en junio pero no se actuó

Los expertos piden más prevención ante una enfermedad que ha matado a dos mujeres. Ya hay más casos confirmados que en todo el año pasado

Miércoles, 7 de agosto 2024, 00:20

A principios de este año, el 18 de enero, el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, dependiente del Ministerio de Sanidad, publicó un informe titulado 'Meningoencefalitis por virus del Nilo occidental en España. Resumen de la temporada 2023'. En el mismo se recogían ... los casos registrados a lo largo de 2023 –19, de los que 16 estaban confirmados–; las Comunidades Autónomas afectadas –Extremadura (14), Andalucía (2), Comunidad Valenciana (1), Castilla-La Mancha (1) y Cataluña (1)–, y se informaba de que por primera vez se habían detectado casos con exposición y periodo de incubación en las provincias de Cáceres, Huelva, Valencia, Barcelona y Toledo.

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También se hacía una previsión. «El riesgo en conjunto para la próxima temporada es moderado en las zonas donde en esta temporada o en las previas se han detectado focos equinos, aves o mosquitos infectados y/o casos humanos. En el resto del territorio español, donde el virus aún no se ha detectado, el riesgo se considera que es menor, aunque no se descarta la extensión de la circulación del virus a nuevas áreas».

Medio año después puede afirmarse con seguridad que las previsiones se quedaron cortas. La razón es un brote declarado en la zona ribereña del Guadalquivir que ha provocado ya 17 casos confirmados e incluso la muerte de dos mujeres. Hasta 354.000 personas repartidas en 13 municipios de Sevilla se encuentran en riesgo de contagio. Este lunes, unos 300 se manifestaron para pedir a la Junta de Andalucía la adopción de medidas para protegerlos de los mosquitos transmisores del patógeno. «Se veía venir», explica Jordi Figuerola, investigador de la Estación Biológica de Doñana y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red en Epidemiología y Salud Pública.

Tres son los pilares que según este experto han acabado desembocando en la situación actual. El primero es «un invierno suave. Publicamos un estudio donde analizamos sueros de caballos y de pájaros para saber cuál había sido la circulación del virus del Nilo y relacionarlo con las condiciones climáticas. Básicamente, cuando hace menos frío, en la primavera y el verano siguiente tendremos una mayor circulación. Esto es así porque un invierno frío mata a los mosquitos y acorta su periodo de reproducción. Este pasado invierno no ha matado tantos mosquitos como debería».

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Primeras muertes en 2020

La segunda causa «son las lluvias registradas en Semana Santa, que han impulsado el número de crías. Nuestros datos registraron en abril un fuerte incremento del número de capturas». Y la tercera es que «en mayo se inundaron unas 27.000 hectáreas de arrozales de las cerca de 36.000 existentes, algo que no se hizo el año pasado por la falta de agua. Esto hace que pueda haber mosquitos a punta pala», enfatiza Figuerola. A este último factor se le suma un añadido: la ausencia de medidas para controlar la población de crías. «El momento de controlar los mosquitos es cuando son larvas. Tenemos productos biológicos muy buenos como una bacteria llamada BTI - Bacillus thurigensis israelensis- que acaban con las larvas sin causar ningún efecto ni en otros animales ni en el propio arroz».

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La presencia del virus del Nilo en España se conoce desde hace dos décadas. Transmitido por el mosquito común –su nombre científico es 'culex pipiens'– y otro miembro de la misma familia habitual en los arrozales, la infección en humanos suele llegar después de que una hembra pica a un ave infectada, el microbio pasa a las glándulas salivales del insecto y este a su vez lo acaba transmitiendo con las picaduras. «En el 80% de los casos es asintomático, en el 19% los síntomas son leves e inespecíficos –son similares a los de la gripe o la gastroenteritis– y en el 1% puede resultar mortal», destaca el Ministerio de Sanidad.

La primera vez que se detectaron fallecimientos por esta infección en nuestro país fue en 2020. Se contabilizaron ocho. El año pasado fueron tres y este, dos. En este 1% de casos letales, el patógeno causa meningoencefalitis, una infección de las meninges y el encéfalo especialmente grave en niños, personas mayores y pacientes con afecciones previas o con el sistema inmune debilitado.

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«Desde la Estación Biológica de Doñana llevamos años advirtiendo de esta situación y de que se tenían que hacer esos tratamientos contra las larvas», insiste el especialista, que destaca que este año «hemos capturado mosquitos con el virus el 4 de junio, unas cinco semanas antes de lo habitual. Lo comunicamos a las autoridades, pero los arroceros dijeron que no había mosquitos y las autoridades no se ponen de acuerdo entre sí. No es necesario aplicarlos en todas las superficies del arrozal, pero sí al menos en las zonas de cultivo más cercanas a las poblaciones. Hay lugares en los que termina la calle y empieza el arrozal. Eso es un riesgo de salud pública», insiste.

«Es controlable»

Sobre las soluciones para controlar el brote, Figuerola apuesta por un «abordaje doble para acabar con las crías y con los ejemplares adultos en zonas habitadas. También hay que sensibilizar a la población para que se proteja en sus casas. Hay que evitar, por ejemplo, poner un plato debajo de una maceta para que recoja el agua porque ahí crían». Pese a ello y a que las instituciiones han contratado a dos empresas para fumigar la zona, «seguirá habiendo casos porque el periodo de incubación es de entre 2 y 15 días. Esto quiere decir que hay gente que ya está infectada pero que todavía no ha empezado a desarrollar los síntomas».

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Detectado en 1937 en Uganda y endémico en España desde hace años

El virus del Nilo tiene una historia que se remonta a casi un siglo. «Fue descubierto en 1937 en Uganda en una mujer que presentaba fiebre», cuenta Jordi Figuerola. A partir de ahí se detectaron casos aislados en Europa en los años 60, 70 y 80. «Entonces lo que se creía y que probablemente es lo que pasaba es que el virus entraba con una ave migratoria, se multiplicaba, provocaba unos pocos casos y luego desaparecía. Pero desde principios de este siglo sabemos que es endémico en nuestro país, es decir, ya se ha establecido y no depende de ningún ave para llegar», añade. Según el Ministerio de Sanidad, el patógeno está presente en todos los continentes salvo en la Antártida y de sus ocho linajes, solo dos afectan a los seres humanosa. ambos presentes en España.

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