Se ha visto cara a cara con la muerte y la experiencia, lejos de sofocarle el ánimo, alentó su acendrada doble vocación de militar y de médico. A la castrense se le encendió no se sabe cómo ni por qué cuando correteaba por los campos ... de Bañares. La Medicina casi que fue el (largo) camino más corto que halló para alcanzar la meta que soñaba desde chiquilla. Dolores Muñoz (Bañares, 1973) es teniente coronel médico del Ejército. Con traje de faena o pijama de quirófano se ha visto en Afganistán, Kosovo, Gabón, Yibuti y en la Antártida. Porque le va la marcha de la primera línea, aunque suponga riesgo tan extremo como el que en febrero de 2007, cerca de Herat, le costó la vida a la soldado Idoia Rodríguez, que conducía la ambulancia en que ambas viajaban.
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– ¿Mi tenienta o mi teniente coronel?
– La teniente coronel... Está bien dicho y es como siempre nos han llamado: la teniente coronel
– A los que hicimos la mili no deja de sorprendernos hasta dónde ha llegado la mujer en el Ejército español...
– La mujer está perfectamente integrada. Hay oficiales, suboficiales, tropa y ya tenemos mujeres generales entre las primeras que entraron en los 80... Es algo normal una mujer en cualquier escala.
– No me diga que no ha encontrado ninguna dificultad por ser mujer.
– En mis padres solo he visto el esfuerzo y el trabajo para conseguir algo, así que cuando entré en el Ejército hice mi trabajo como cualquier otro y nunca me han exigido ni más ni menos por ser mujer, como tampoco me han dado más facilidades. Ni en las misiones ni en mis destinos me he sentido marginada o discriminada. He sido una compañera más.
– Pienso en lo que habrá visto en la sociedad civil de alguno de esos destinos.
– En esos países donde la mujer no está tan bien considerada pues actúo como creo que debo, con respeto...
– ¿Y no se siente impotente?
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– Como mujer sientes impotencia y eso te hace pensar que hay que seguir adelante, intentar mejorar las cosas, evolucionar y hacer todo lo posible para que estas mujeres, algún día, lleguen a poder tener la educación que a mí me dieron mis padres. Sí que te da rabia, impotencia...
– Me han contado que las militares no lloran. ¿Recuerda su última lágrima?
– Cuando despedimos a la soldado Idoia cuando se le repatriaba a España... Y cada vez que mi unidad se va fuera. Y en los actos por los caídos reconozco que soy un poco sensible y se me cae alguna lágrima.
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– ¿Lo tienen más fácil hoy las mujeres que llegan al Ejército que usted?
– Es que reconozco que yo no he tenido dificultades para nada; quien verdaderamente las tuvo, y muy complicadas, fueron las pioneras. Como médico hago mi trabajo y este es igual seas mujer u hombre; y como militar, cuando llegué ya estaba todo hecho, no hubo nada que cambiar.
– Israel y Gaza, Rusia y Ucrania, Putin... ¿Tenemos que tomarnos más en serio lo de la defensa europea y la defensa nacional?
– No se trata de tomarlas más en serio sino de considerar el gran ejército de profesionales que tenemos, a quienes creo que ya está empezando a valorar y a reconocer la sociedad, aunque quizás nos falta todavía un poquito más. Yo me siento muy orgullosa del uniforme que visto y de la bandera que defiendo, pero creo que nos falta un poquito más de reconocimiento por parte de la sociedad; nos vamos ganando nuestro hueco, pero nos falta ese poquito más.
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– ¿Cuánto echa de menos Bañares?
– Es el pueblo donde he nacido, donde he crecido y adonde mi hijo quiere ir todas las vacaciones, así que... De hecho, pronto nos iremos para allí a pasar unos días.
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